Cargando...

La coalición, en precampaña

Consigna al PSOE: «Estad activos por lo que pueda pasar»

Cruzada electoral contra Israel. Sánchez pide la expulsión de todas las competiciones y seguirá apretando con nuevas propuestas. Está ya en clave candidato

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, preside la reunion del grupo PSOE en el Congreso de los Diputados. Alberto R. RoldánPHOTOGRAPHERS

Pedro Sánchez abona el terreno para una sorpresiva convocatoria electoral y ahí entra su decisión de seguir «apretando» en las relaciones con Israel. Ayer, ante sus parlamentarios, animó a que ese boicot se extienda a todas las competiciones internacionales.

El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE engrasó la maquinaria parlamentaria después de alentar el boicot a la Vuelta a España. Para ello, reunió en el Congreso a sus diputados, senadores y eurodiputados, a los que arengó para afrontar lo que queda de legislatura –dure lo que dure– con ánimo tras el vendaval del «caso Cerdán».

El presidente se dirigió a un auditorio clave para activar al partido ante una hipotética llamada a las urnas que nadie descarta y que, quienes conocen al presidente, empiezan a olerse.

El líder socialista tiró de repertorio y puso sus logros en el escaparate tras más de siete años de gobierno, un clásico de las campañas electorales con el que pretende construir autoridad política ante los votantes. Pero, y esto es lo más indicativo, basó su intervención en clave de futuro. Es decir, en promesas si sigue en Moncloa, que estructuró en cinco ejes con mensajes diseñados para ser replicados por los suyos en mítines, en redes sociales y en los medios.

A saber: mantener el crecimiento económico; facilitar el acceso a la vivienda; defender de la renta de las clases trabajadoras; pelear el pacto de Estado por el clima y defender el derecho internacional.

Precisamente, el presidente del Gobierno ha emprendido una escalada diplomática sin precedentes contra Israel. Sánchez jaleó y aplaudió de nuevo ante los suyos el boicot a La Vuelta ciclista que terminó el domingo en Madrid con cargas policiales.

El presidente español ya es un «antisemita» para el gobierno israelí. Y, para Sánchez, el gabinete del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ya es un ejecutivo «genocida». La tensión está en máximos.

Y el equipo de Moncloa está decidido a agitar la calle con el asunto de marras, consciente de que está despertando a los votantes progresistas que han estado dormidos o que, directamente, se desencantaron tras meses de escándalos socialistas aderezados con corrupción y prostitución.

El objetivo, en definitiva, es que los españoles de izquierda voten PSOE, aunque lo hagan con la nariz tapada. El equipo de persuasión de Moncloa está recurriendo a la causa palestina porque interpela a la izquierda sociológica en lo más hondo de sus convicciones.

Ante la injusticia y la barbarie del ocupante judío, la izquierda no se queda de brazos cruzados. Y el presidente, por mucho que diga que la mayoría del país está alineado con la posición «clara» de su gobierno, sabe que el conflicto en Oriente Medio es un arma de división de la opinión pública.

Pedro Sánchez, en cualquier caso, se puso ayer otra vez el traje de candidato del «avance social»; el de único líder del gobierno progresista en España.

Fuentes parlamentarias socialistas consultadas por LA RAZÓN, tras el cónclave de ayer, apuntan: «Hay que estar activos por lo que pueda pasar. Hay que seguir movilizándose. El PP lo está pasando mal». Y, en efecto, el PSOE detecta un cambio en las encuestas: una movilización del electorado de izquierdas y un aumento del apoyo a Vox que ha estancado (e incluso mermado) al PP.

El presidente del Gobierno habló directamente de «colapso ideológico y político de la derecha tradicional». Y, acto seguido, recurrió a la confrontación pura y dura para erigirse en antagonista total de los populares.

Por eso, criticó lo que siempre critica en las campañas: que si el PP «privatiza servicios»; que si «desvía fondos a regalos fiscales a los ricos»; que si «bloquea las soluciones que necesita España», etc.

Sánchez inundó la sala Ernest Lluch del Congreso de la polarización característica de los discursos de precampaña electoral. El de ayer, que se pareció mucho a eso, situó al PSOE como el garante de «la clase media y trabajadora» y, al PP, como defensor de «los privilegiados».

En lo que coinciden todos los socialistas consultados es en que Moncloa está sondeando el momento propicio para romper el tablero. Un diputado socialista esboza una clave para entender la estrategia: María Jesús Montero.

La vicepresidenta, que acompañó ayer a Sánchez, como hizo él con ella el día anterior en el mitin de Málaga, aguantará en el Gobierno hasta que el presidente andaluz, Juanma Moreno, saque las urnas, previsiblemente para mayo o junio del año que viene. Pero si hay golpe antes, Sánchez quiere tener todo listo. Es más, «puede que el golpe lo dé él», admite otro diputado socialista fuera del guion oficial.