El periscopio

La corte de los milagros

Tal parece el escenario que protagoniza Pedro Sánchez, instalado en el más puro estilo esperpéntico de Valle Inclán

Pedro Sánchez visita la zona afectada por el incendio de Orallo en Villablino (León) acompañado por Fernández Mañueco REMITIDA / HANDOUT por POOL - MONCLOA Fotografía remitida a medios de comunicación exclusivamente para ilustrar la noticia a la que hace referencia la imagen, y citando la procedencia de la imagen en la firma 17/08/2025
Pedro Sánchez visita junto a Mañueco la zona afectada por el incendio de Orallo en Villablino (León)POOL - MONCLOAEuropa Press

Ni en sus mejores sueños habría imaginado Ramón María del Valle-Inclán un escenario como el actual. El gran maestro del esperpento describió en «La Corte de los Milagros», primera novela de la trilogía «El Ruedo Ibérico», la España de Isabel II con satírica agudeza. Una crítica social de la época dónde se mezclan intrigas políticas y desengaños, a través del retrato de un país degradado, corrupto y alejado del pueblo llano. Tal parece el escenario que protagoniza Pedro Sánchez, instalado en el más puro estilo esperpéntico. Así fue su entrevista en la Televisión pública, que derrocha suculentos sueldos a costa del sufrido contribuyente. Demacrado, nervioso, altanero y con un ataque sin precedentes a los jueces que investigan su entorno más cercano.

«Olvidad toda esperanza, yo sigo, aunque encarcelen a los míos», vino a decir el presidente del Gobierno en su ya manido discurso contra la derecha y la ultraderecha que aburre a las ovejas. La España abrasada, olvidada y aletargada vive hoy, en efecto, bajo el esperpento valleinclanesco de un líder dispuesto a resistir a toda costa y a rasgar las costuras de la Constitución. Sólo así se entiende seguir al mando sin Presupuestos y doblegar la cabeza ante el prófugo Carles Puigdemont. La llamada «normalización» es el escándalo de la rendición, pura y dura. Sánchez no piensa tirar la toalla aunque el cerco de la corrupción avance en los próximos meses.

A pesar de su ateísmo militante, el presidente confía en los milagros. Uno, el de convencer a Puigdemont de que siga apoyándole con sus siete votos. Lo de menos es aprobar las cuentas públicas. Lo único que quiere sacar del prófugo es su mantenimiento de la legislatura. «Se puede gobernar sin Presupuestos», sentencia el locuaz vocero Óscar Puente como advertencia navegantes. Dos, lograr el respaldo a su Plan de Emergencia Climática, un auténtico camelo, a sabiendas de que no alcanzará mayoría en el Congreso. Sánchez lo presentó en la sede del Ministerio para la Transición Ecológica en un verdadero acto norcoreano. Rodeado de sus ministros, como palmeros adoctrinados aplaudiendo al líder, aquello parecía una jarana bochornosa de culto al gran jefe, que habría hecho las delicias del genio del esperpento. Y tres, machacar a Alberto Núñez Feijóo cuánto pueda con la amenaza de la ultraderecha para tener contentos a sus socios comunistas, separatistas y bilduetarras. La consigna de Moncloa es clara: dar oxígeno a Vox para colocar al PP en contradicciones y dividir su voto. Como un buen líder autocrático, Sánchez busca hurgar en las heridas del adversario, sabedor de que la derecha, a diferencia de la izquierda, es cainita y acomplejada. Ojalá Feijóo no caiga en la trampa.

Mientras el presidente socialista llenaba su jornada con la aclamación de sus ministros y la entrevista palaciega en la Tele «sanchista», Núñez Feijóo convocaba a los suyos en Aranjuez. Un dirigente del PP ironizaba con la elección del lugar recordando el motín que se produjo en esta localidad madrileña el 18 de marzo de 1808 y provocó la caída de Manuel Godoy, el autoritario y todopoderoso primer ministro del Rey Carlos IV. «A ver si desde Aranjuez logramos que caiga Sánchez», comentaban con sorna algunos durante la reunión. De momento no parece que la historia se repita porque Pedro Sánchez traspasará todas las líneas rojas para seguir en La Moncloa.

Pero mientras, Alberto Núñez Feijóo y su equipo presentan medidas de calado bajo el epígrafe de un gobierno en la sombra, en una estrategia de contraprogramar las altamente ideológicas del líder del PSOE. «A Sánchez no le interesa gobernar, sólo mandar», insisten en el PP.

Tras el cónclave de Aranjuez, Feijóo reunirá a sus «barones» regionales el último fin de semana de septiembre en un monasterio de Castilla y León. El objetivo es unificar su posición ante la quita de la deuda aprobada ayer en Consejo de Ministros, una verdadera trampa para hacer caer a los dirigentes autonómicos del PP. Con toda desfachatez, la vicepresidenta, ministra de Hacienda y candidata andaluza, María Jesús Montero, advierte de que la comunidad más beneficiada será Andalucía, un goloso caramelo para endulzar la boca de Juanma Moreno Bonilla y sembrar la división en las filas populares, aunque no parece que se traguen el anzuelo. Además, esta «cumbre» de tres días servirá para arropar al presidente castellano-leonés Alfonso Fernández-Mañueco, quien está sufriendo una auténtica emboscada por parte de la izquierda política y mediática.

Mañueco, uno de los mejores gestores autonómicos del PP ha dado la cara como el que más ante los incendios, a pie de obra y compareciendo en las Cortes de su tierra. Pero la izquierda no perdona que el PP lleve gobernando Castilla y León desde hace cuarenta años, sin visos de cambio. Por ello, con sus ataques sectarios a Mañueco buscan un desgaste que no logran en las urnas. Pinchan en hueso.

Las últimas encuestas son demoledoras para Pedro Sánchez y la izquierda, por lo que pese a todo y frente a todos, ha decidido resistir como un titán enrocado. Ajeno a los escándalos que cercan a su mujer, Begoña Gómez, a su hermano David, a su fiscal general del Estado, al «caso Koldo», a José Luis Ábalos y a Santos Cerdán en la prisión de Soto del Real, el líder socialista aguanta con una obsesión patológica.

La presencia del Rey Felipe VI en la inauguración del Año Judicial en presencia del fiscal general, Álvaro García Ortiz, investigado por el Tribunal Supremo, es la última bofetada al Estado de Derecho. Como narra el Evangelio de San Juan en La Biblia, España necesita el mensaje milagroso de Jesús a los enfermos: «Levántate y anda». Pues eso, España despierta, levántate y vota.