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Cuando el etarra es el educador

La Razón
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Ruben Gelbenzu, el etarra detenido en Andoain y que trabajaba como «educador social», es uno más de los terroristas a tiempo parcial con los que ha contado ETA a lo largo de su historia. La capacidad de algunos de esos miembros legales (no fichados) para mantener una vida cotidiana al margen de la sospecha ha llegado en algunos casos a extremos insospechados. La madre de Diego Sánchez Burria, único miembro legal del comando Barcelona detenido en enero de 2001, no fingía cuando aseguraba que le parecía imposible que su hijo, que estudiaba y trabajaba, tuviera tiempo para dedicarse al terrorismo. Era tan escrupuloso con su doble vida que, a las pocas horas de que fueran detenidos los otros dos miembros del comando Barcelona, José Ignacio Krutxaga y Liarni Armendariz, llamó a la Casa de la Maternidad, donde llevaba trabajando cinco años como celador, para avisar que al día siguiente no podría acudir a cumplir su jornada laboral.

En la Casa de la Maternidad Diego Sánchez Burria era considerado una persona ejemplar. Incluso guardó un minuto de silencio, con el resto de los trabajadores, el día que sus compañeros de comando, con su colaboración, asesinaron al ex ministro socialista Ernest Lluch.

Otro caso que tuvo bastante repercusión fue el de Ibon Muñoa, condenado como cómplice del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, el concejal del PP de Ermua que trabajaba en una empresa de Eibar, Eman Consulting, cuyo edificio podía verse desde el taller de recambios de automóviles Muñoa, la empresa familiar a la que acudía cada día el terrorista. Ibon Muñoa, detenido en octubre de 2000, compatibilizaba entonces el trabajo en el taller con su labor como concejal de HB de Eibar y, según él mismo confesó a la magistrada Teresa Palacios, también allí ejerció como colaborador de ETA, al facilitar a la banda los datos de los concejales del PP en esa localidad guipuzcoana.

En marzo de 2012 sorprendió la detención de Lorena López Díez, una colaboradora de ETA que trabajaba nada menos que en el Ayuntamiento de Bilbao. Otros terroristas compatibilizaron su militancia en ETA con empleos menos estables, como Victor Goñi Martínez, quien trabajó durante un tiempo en el grupo de teatro La Fura dels Baus, en Barcelona, antes de viajar a la capital de España para integrarse en el «comando Madrid», desarticulado en noviembre del 2000. Y también los ha habido que tenían un trabajo legal, pero muy relacionado con el mundo de ETA, como fue el caso de Beatriz Etxebarria, detenida en marzo de 2011, que era empleada de una herriko taberna de Bilbao.