Opinión

Cuca desnuda a Sánchez

El estado mayor de los socialistas se declara abrasado al comienzo de su campaña más decisiva

Pedro Sánchez
Pedro SánchezAlberto R RoldánLa Razón

En La Moncloa hacen enormes esfuerzos para salvar los muebles. El incendio de la ley de «solo sí es sí» ha inutilizado la coalición. El fuego interno de las últimas semanas ha reducido a cenizas la convivencia entre las dos patas del Gobierno. Además, los acontecimientos han ido gestando en las filas del PSOE una «crisis de confianza» en «el boss». «Hemos perdido varios meses valiosos para reformar la norma y todavía vamos a perder otro más para consumarla por mucha urgencia que se ponga», se escucha a poco que se pregunte en la bancada socialista, viendo acercarse las municipales y autonómicas.

Nadie escapa a la situación. El desgaste se extiende por la organización. «La inquietud se palpa por todos lados», aseguran fuentes socialistas. Entre cargos del complejo presidencial, en la sede de Ferraz, en las estructuras autonómicas, provinciales y locales. Y, desde luego, en nada ayudó a evitar el sufrimiento interno la actuación de Pedro Sánchez durante la pasada sesión de control al Gobierno en el Congreso. Sus mismos diputados vieron a un líder grogui como nunca. El «hombre de hielo» que se creía tocado por la baraka acusó los golpes certeros de la portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Cuca Gamarra. A tal punto, que el presidente abandonó a toda prisa el Hemiciclo y enfiló solo la salida al patio, sin cumplir con su habitual liturgia de esperar al menos a la vicepresidenta económica, Nadia Calviño.

«No está en sus mejores momentos anímicos», confirmaba luego alguno de sus parlamentarios. Sánchez, además, ha dejado al descubierto su incapacidad para embridar a Irene Montero. Toda España sabe que la –presunta– subordinada ha echado un pulso al presidente. Porque la ministra de Igualdad se siente intocable. Lo es. Y está segura de ganarle la partida feminista a quien se sienta cada martes a presidir la mesa de Consejo de Ministros. ¿Y Yolanda Díaz? ¿Dónde para en este sindiós la supuesta lideresa del ala morada? Está fuera de juego. Hundida en la irrelevancia. «A Yo-Yolanda se le está poniendo cara de Begoña Villacís», según definición de un dirigente del PSOE. El caos de su caminata como oyente no parece llevarla a ningún lado.

La mala racha gubernamental no tiene fin. Los despropósitos rozan el surrealismo. El capítulo de los trenes que no cabían por los túneles es de gag de José Mota. Los episodios agónicos y chuscos de la coalición han entrado en un bucle. El PSOE se desangra electoralmente por los cuatro rincones del país. Y si algo mantiene aún en pie al presidente es su ego. ¿Dónde lo colocará la Historia? Pero está KO. Tiene a sus huestes abrumadas, con un imparable enfado en las federaciones. Nadie sabe hacia dónde exactamente dirige sus pasos el partido. Y la idea de ver España teñida de azul el 28-M les espanta. Extremadura, Aragón, La Rioja se dan ahora por perdidas desde Ferraz. Peligra incluso Sevilla, la ciudad más grande gobernada por el PSOE. Los reiterados ataques podemitas a un empresario modelo como Juan Roig, dueño de Mercadona, está dejando a Ximo Puig sin un asidero a su izquierda para conservar la Comunidad Valenciana. Suma y sigue…

El estado mayor de los socialistas se declara abrasado al comienzo de su campaña más decisiva. Una carrera electoral donde les toca defender centenares de alcaldías y nueve de las doce autonomías en juego. Pero el goteo de rebajas de penas y excarcelaciones de agresores sexuales los arrasa. «El escándalo está instalado en la calle», admiten desde las alturas... cuatro meses tarde. La cuestión no ha estado sobre la mesa de la reunión semanal del Gabinete porque el orden del día llega cerrado a cal y canto. No obstante, la descarnada batalla se escenifica a diario en los medios de comunicación. Tal vez Sánchez esté decidido a no moverse un ápice de sus planes políticos, previstos desde hace mucho tiempo, pero... marcha dando tumbos.