El desafío independentista
De plantar cara a rendirse al diálogo
El portavoz del Gobierno catalán, Francesc Homs, echó anteayer pelotas fuera con gran destreza cuando se le preguntó, como cada martes, tras la reunión del consejo ejecutivo, que cuándo tienen previsto reunirse Artur Mas y Mariano Rajoy. Homs dijo que el encuentro se estaba gestando con la máxima discreción. Pero tanta es la discreción que desde el Govern se quería imprimir a la cita, que Mas y el presidente del Gobierno se habían reunido ya sin luces ni taquígrafos que dieran parte del encuentro. Nada que ver con la última vez que Mas visitó La Moncloa, el pasado 20 de septiembre, con la intención de negociar un nuevo pacto fiscal para Cataluña. El president de la Generalitat viajó a Madrid con una petición bajo el brazo, un modelo de financiación similar al concierto vasco y navarro. Rajoy rechazó la propuesta, pero Mas se negó a abrir un periodo de negociación. El «no» de Rajoy le vino como anillo al dedo para escenificar el giro soberanista que Convergència venía gestando desde el congreso que su partido celebró en marzo de 2012. CiU, que durante 30 años, se había comportado como un partido moderado y pactista, cuya máxima era obtener más autogobierno, de repente adoptaba la «estelada» como bandera.
Mas apostó todas sus cartas a capitalizar la euforia independentista de la manifestación del 11 de septiembre. Y con el pretexto de que el Gobierno cerraba las puertas al concierto catalán, la propuesta estrella de su mandato, convocó unas elecciones anticipadas con otro objetivo: legitimar una consulta soberanista. Pero Mas no fue capaz de hacer creíble el giro de su partido y se estrelló. Los catalanes castigaron CiU, que obtuvo un resultado muy alejado de la mayoría absoluta que pretendía para gestionar el proceso soberanista. Perdió doce escaños y tuvo que pactar con ERC. La aventura de Mas ha abierto una etapa de inestabilidad en Cataluña. A la enorme dificultad de gobernar la crisis, se añade que el president tiene menos fuerza y el Parlament es más difícil de gestionar. La reunión con Rajoy llega en un momento delicado para las finanzas de la Generalitat. Cataluña sigue sin tener presupuestos porque ERC se resiste a aprobar unas cuentas con un objetivo de déficit del 0,7 por ciento, que obliga a recortar 4.400 millones. Mas aspira a pactar con Rajoy un déficit de 2 por ciento y aún así deberá recortar 1.800 millones.
ERC toma las riendas del proceso soberanista
El pacto entre CiU y ERC no pasa por un buen momento. ERC se resiste a pactar unas cuentas con un objetivo de déficit del 0,7 por ciento, pero en cambio aprieta al Govern para que acelere el proceso soberanista. Ayer se osó a plantear la pregunta del referéndum: «¿Cree que Cataluña debería ser un estado independiente?».
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