Política

¿De qué tienen que descansar los políticos?

Sánchez se olvida del «Falcon» y se refugia en Doñana, mientras que Iglesias se queda en el chalet de Galapagar. Casado viaja por la España vaciada y Rivera está «missing».

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a su mujer, Begoña Gómez, el año pasado en Las Marismillas
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a su mujer, Begoña Gómez, el año pasado en Las Marismillaslarazon

Sánchez se olvida del «Falcon» y se refugia en Doñana, mientras que Iglesias se queda en el chalet de Galapagar. Casado viaja por la España vaciada y Rivera está «missing».

El temor a la recesión hunde las Bolsas internacionales, la curva de intereses de la deuda de Estados Unidos se invierte y anticipa una crisis mundial. El IBEX pierde todo lo ganado en un año con un margen de caída en Europa del siete por ciento. Y el PIB de Alemania se contrae ante un inusitado frenazo de su industria que amenaza claramente a todos los países de la Unión Europea. Ante todo, este sombrío e incierto panorama, los principales líderes políticos de este país están desaparecidos. Pedro Sánchez refugiado en los mayores lujos que se conocen en Doñana, Albert Rivera buscando casa de alquiler veraniego en la cotizada costa gaditana, el líder de Podemos Pablo Iglesias en su lujosa Hacienda de Galapagar, y menos mal que se ha visto al presidente del Partido Popular, Pablo Casado, en las austeras tierras de Castilla y León, a punto de llegar mañana lunes a la toma de posesión de la nueva y flamante presidenta de la Comunidad de Madrid. Ahí les duele.

«¿Pero de qué tienen que descansar?». La frase corresponde a un grupo de empresarios durante una cena en Sanlúcar de Barrameda, localidad muy agitada por la llegada de Pedro Sánchez y su familia. Las nuevas estrategias de Iván Redondo pasan por olvidar el «Falcon», que en su opinión dañan, ahora, la imagen del presidente en funciones. Por ello, Sánchez llegó a Doñana en su coche oficial al puerto pesquero de La Bonanza, y desde allí cruzó el Guadalquivir para llegar al exclusivo palacio de Las Marismillas. El acceso al recinto del Patrimonio del Estado sólo puede hacerse así o a través de los treinta kilómetros de playa desde Matalascañas. Cuarenta mil hectáreas de un parque natural custodiado y acotado para el pueblo llano, acogen a un presidente en funciones. Cierto es que todos los anteriores presidentes del gobierno disfrutaron del privilegiado entorno de Doñana, pero ninguno lo hizo en funciones y con el despliegue de seguridad y personal de servicio en esta ocasión. Según algunos sanluqueños esta situación altera la tranquilidad del lugar, nunca antes perturbada.

Por otra parte, un gran amante de las costas gaditanas es el líder naranja, Albert Rivera. Completamente desaparecido desde hace semanas y sin asistir al debate de la Comunidad de Madrid, donde por cierto su partido es la primera vez que gobierna, a través de una inmobiliaria local muy distinguida, ha intentado alquilar una casa en la costa de Chiclana. Pero la que le gustaba no estaba disponible y , para colmo, su propietaria no simpatiza con Ciudadanos. Su gozo en un pozo. En el partido naranja mantienen un silencio sepulcral para proteger la privacidad de su líder, últimamente bastante aireada en la prensa rosa. Nadie conoce sus próximos pasos o incluso su asistencia mañana lunes a la toma de posesión de la nueva presidenta de la Comunidad de Madrid en la Real Casa de Correos. «Rivera está missing y, además, toma nota de quien diga algo», dicen algunos miembros de Ciudadanos temerosos de las represalias de su líder.

En la izquierda más radical, la responsabilidad paternal prima. Vecinos de Galapagar relatan cómo la elitista residencia de la familia Iglesias-Montero se ha convertido en lugar de encuentro de amigos de la pareja con niños. El líder morado comparte con Pedro Sánchez su obsesión por la privacidad, a costa del presupuesto público. Algo completamente sorprendente, en una España bloqueada en aeropuertos y estaciones ferroviarias, donde la seguridad es cuestionable. «¿Dónde está el ministro de Fomento, José Luis Ábalos ante el caos del aeropuerto del Prat en Barcelona?». O en las largas colas en las estaciones de Chamartín y Sants. «Se están riendo de los españoles y todos cobran de nosotros», dicen indignados muchos votantes, a lo que luego invocan y ahora están que trinan en todas las redes sociales.

Sin embargo, el presidente del Partido Popular Pablo Casado ha tenido unas vacaciones menos cerradas y más austeras. Primero acudió al pueblo de Hunillos en Palencia, donde su familia tiene una casa y que fue su primera circunscripción electoral. Es por ello, que los vecinos le tienen gran afecto y siempre le agasajan con productos de la tierra a modo de bienvenida. El afecto es mutuo y es habitual verle compartir tertulia con los vecinos del lugar. Tampoco ha olvidado acercarse a su casa abulense de las Navas del Marqués, en Ávila. Para Pablo Casado su prioridad total es España y así lo ha demostrado trabajando para desbloquear la situación política en Madrid. Todo un ejemplo para la resentida izquierda que desde las elecciones generales del 28 de abril no ha logrado constituir un gobierno estable. La economía mundial se resiente y nuestro país no soportará mucho más la inestabilidad en la que se ve inmerso.

Codo a codo ha trabajado, el centro derecha en Madrid. El secretario general de los populares, Teodoro García Egea no ha parado un momento hasta ver investida a Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid. Una mujer que no ha tomado ni un minuto de respiro en beneficio de todos los madrileños hasta que ha conseguido desbloquear con el pacto con Ciudadanos y con Vox la gobernabilidad en la Puerta del Sol

En un mes de agosto, plagado de huelgas salvajes en el transporte aéreo y ferroviario que ha dejado a muchos españoles sin poder disfrutar de las vacaciones planeadas durante el año, los políticos irresponsables miran para otro lado. El presidente del Gobierno en funciones ha mantenido catorce reuniones con ciento ochenta colectivos. Nadie sabe cuál es el resultado mientras el escenario mundial exige líderes y decisiones importantes. Parece que cien días con un gobierno en funciones no son nada, mientras siguen disfrutando de sus privilegios y sueldos públicos. Creen que los españoles no nos damos cuenta, pero nos sentimos enormemente ofendidos.

Al presidente del Gobierno le importa poco la agenda española. La próxima semana tiene previsto acudir a Biarritz a la cumbre europea del G7, pero de momento su país sigue atónitamente paralizado. Les guste o no, sólo el centro derecha en la Comunidad de Madrid ha dado el tipo. Mientras, los ciudadanos se preguntan si realmente estos políticos que tan poco han trabajado durante este último espacio de tiempo necesitan descansar con unas vacaciones bien pagadas y escasamente merecidas.