Opinión

El decálogo de Podemos

Además de la Ley de Libertad Sexual, hay nueve piedras más en el camino de Pedro Sánchez

 La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra (i), conversa con la responsable de Igualdad, Irene Montero
La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra (i), conversa con la responsable de Igualdad, Irene MonteroFernando VillarAgencia EFE

Podemos se encuentra a gusto en la polémica y se está haciendo valer a 100 días de unas elecciones que no son, ni de largo, las más propicias para su formación. En municipales y autonómicas tuvieron su minuto de gloria en el 2015. Ahora las cosas son diferentes y no habrá un tsunami de alcaldes podemitas. Ahora solo aspiran a mantener Valencia y Barcelona, y no son exactamente de Podemos porque la primera la lidera Compromís y la segunda los Comunes. Solo les queda Cádiz y los augurios no son buenos.

Sin embargo, en estos días han encontrado su lugar de “pepito grillo”. Con respecto a-un desdibujada- Yolanda Díaz a la que le dicen a las claras que Podemos será el motor de Sumar o Sumar no será, y con respecto al PSOE del que se distancian al tiempo que se erigen en la piedra angular de la izquierda. Aquello de que sin ellos el Gobierno no se atrevería a llegar tan lejos como lo hace, Pablo Iglesias dixit. De paso, con su enroque lanzan un claro mensaje a los socialistas reivindicando su papel en la coalición aunque este papel la debilite.

El presidente Sánchez lo ha dado a entender en su primera gira europea. Podemos está en el ruido. Lo más estruendoso es la Ley de Libertad Sexual, Sí es Sí, pero hay nueve piedras más en el camino de Pedro Sánchez en lo que queda de legislatura. La ley Trans, que ha roto el mundo feminista en dos mitades evidenciado con la abstención de Carmen Calvo; la nacionalidad a los saharauis nacidos antes de 1976 que dejó en minoría al PSOE; la reivindicación del cierre de la comisaría dela Policía Nacional de la Vía Laietana de Barcelona junto con ERC; la Ley de Vivienda donde Ada Colau ejerce de ariete; la Ley Mordaza donde hacen piña con todos los socios de investidura; la propuesta de rebaja de precios utilizada como enmienda a la totalidad de la política de Nadia Calviño y María Jesús Montero; la ley de Maltrato Animal donde a pesar de votar a favor evidenciaron sus discrepancias sin disimulos en el pleno del Congreso; la reforma de las pensiones que amenaza con una nueva tormenta en la coalición e incluso en la Ley de Movilidad.

Este es el decálogo de Podemos que augura un final de legislatura tumultuoso, lejos de la tranquilidad que preveía Pedro Sánchez al cerrar los presupuestos. El presidente no quiere echar más leña al fuego, quizás consciente que eso es precisamente lo que buscan Montero y Belarra pero ya no oculta su incomodidad. Dice el presidente que “están sobreactuando”, cierto, pero la pregunta es saber hasta cuando selo permitirá si a la erosión de la ley del Si es Sí se suman pensiones, mordaza, precios o vivienda.

La próxima parada en este sainete el 7 de marzo en el debate de la reforma del Sí es Sí. Todo apunta que se llegará al pleno sin acuerdo porque Montero no quiere el acuerdo y menos en la víspera del 8 de marzo y menos para volver al “código penal de la manada” como ayer volvió a repetir la ministra de Igualdad en un claro ataque a la línea de flotación de un PSOE que cada día está más irritado por los movimientos de Podemos.

Dicen en Podemos que no quieren romper el Gobierno pero no olvidemos que la tesis de sus gurús es que es necesario perder el Gobierno para resurgir como alternativa. Para eso deben refugiarse en el activismo y no en la política y dejar que el PSOE caiga y a Yolanda Díaz al pairo. Esto ya se verá pero soy pesimista. Podemos no se encuentra a gusto en la coalición porque están más acostumbrados a la imposición que al diálogo, y el sectarismo está en las antípodas de encontrar puntos de encuentro. Además, visto lo visto, lo que ahora no quieren es encontrar ni uno. Están en la fase de destruir puentes.