Elecciones autonómicas
Dedicarse a Castilla-La Mancha
Afronto las elecciones del próximo 24 de mayo como las más importantes de las nueve convocatorias autonómicas que se han producido hasta ahora en Castilla-La Mancha. Hay otros territorios de España como Cataluña que, de manera fraudulenta, están queriendo decirles a sus ciudadanos que la siguiente convocatoria en las urnas tendrá carácter plebiscitario. No es verdad en ese caso. Pero sí lo es para mi región.
Afirmo que, antes que nada, lo que los castellano-manchegos decidimos dentro de apenas 50 días es responder sí o no a la pregunta de si Cospedal debe continuar cuatro años más al frente del Gobierno regional.
Entiendo que haya gente que crea que las cosas no se pueden simplificar tanto, pero creo sinceramente que los cuatro años de legislatura de María Dolores de Cospedal en esta tierra han hecho que la principal cuestión que deban plantearse los ciudadanos de esta comunidad sea exactamente ésa.
Quien diga que sí, que Cospedal debe seguir, tiene clara su opción de voto. Pero entre la inmensa mayoría que entiendo que vamos a contestar que no, la única opción que puede conseguirlo es la del Partido Socialista de Castilla-La Mancha que me honro en encabezar.
Defiendo desde hace tiempo que para mí, ganar las próximas elecciones es más un deber moral, que un compromiso electoral.
En Castilla-La Mancha, más allá de los debates ideológicos, legítimos, sobre qué política económica hacer, o sobre si hay que recortar los servicios públicos para cuadrar los Presupuestos, ha habido desde mayo de 2011 un hecho diferencial que no se ha dado en ningún otro territorio español: tenemos una presidenta que se ocupa de su comunidad autónoma a tiempo parcial. Y eso es lo que no nos podemos permitir.
No voy a dedicar, por tanto, estas líneas que me pide generosamente LA RAZÓN para criticar los miles de despidos en Sanidad o Educación, o hasta qué punto yo creo que Cospedal ha incumplido el programa electoral con el que se presentó hace cuatro año ante los ciudadanos.
No, me parece más importante enfatizar que lo esencial, el motivo por el que creo que Cospedal no se merece revalidar la confianza de los electores, no es una cuestión que tenga que ver con las derechas o las izquierdas. Es, sencillamente, que para ella Castilla-La Mancha ha seguido siendo un segundo plato, una obligación molesta de la que ocuparse en los ratos libres que le ha dejado el PP.
Mis paisanos saben que ésa es mi primera promesa electoral. Es fácil de cumplir. Sólo es una cuestión de voluntad. Política y personal. Mi dedicación será única y exclusiva a mi tierra. Y mi prioridad será defender los intereses de Castilla-La Mancha. Ante quien sea. En Toledo, en Madrid o en Bruselas. Por delante de los de mi propio partido.
Comparto la opinión de mucha gente del PP que estos días estamos pudiendo leer, ver u oír en numerosos medios de comunicación. No se puede querer ser secretaria general nacional de un partido tan importante como el Partido Popular y, a la vez, presidenta de una región como Castilla-La Mancha, con 80.000 kilómetros cuadrados, en la que caben Bélgica, Holanda y Luxemburgo y aún nos sobran 2.000 kilómetros cuadrados. Ambas dedicaciones requieren de las 24 horas del día, los siete días a la semana. Yo no podría hacerlo de otra manera.
Pero es que, además, hay momentos, hay asuntos, en los que lo que le conviene a Castilla-La Mancha no es exactamente lo que más les puede interesar al PP, o al PSOE.
Estos cuatro años hemos tenido dos ejemplos evidentes: el agua, y el cementerio nuclear.
Quieren traer a Cuenca lo que nadie quiere en España. Lo que Cospedal, estando en la oposición, dijo que no toleraría: un vertedero nuclear. Ahora lo ha aceptado para solucionarle un problema político al Gobierno de España.
Y el caso del trasvase es evidente. Han firmado un acuerdo con Valencia y Murcia que supone rendir todas las aspiraciones y todas las reivindicaciones de 30 años en Castilla-La Mancha sobre el Tajo. También para que Rajoy pueda decir que ha acabado con la llamada guerra del agua y para que los presidentes de Valencia y Murcia tengan un banderín de enganche electoral en sus territorios.
No, esto no puede merecer la aprobación de las urnas. Antes que la derecha o la izquierda, está Castilla-La Mancha. Dedicarse a la gente, a sus problemas. Defenderla. Eso es lo que se juega mi región el próximo 24 de mayo.
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