
Defensa
Aparece en una película de Torrente, pero esta arma marcó una época en la historia de España
Un arma que marcó una época y un conflicto, el subfusil conocido popularmente como "naranjero" dejó una huella imborrable en la Guerra Civil Española

La irrupción de los subfusiles en el panorama bélico se produjo a finales de la Primera Guerra Mundial, allá por los años veinte del pasado siglo, suponiendo una evolución notable en la concepción de la infantería. En este sentido, el modelo alemán MP-18 se erigió como un referente fundacional, introducido de forma limitada entre las tropas de asalto teutonas. Un arma que, no obstante, tras la firma del Tratado de Versalles, vería cómo su protagonismo pasaba a un discreto segundo plano.
En 1920, este diseño primigenio recibió mejoras, adaptándose a cargadores rectos de veinte, treinta o incluso cincuenta cartuchos, lo que ampliaba de manera considerable su capacidad operativa. Disparaba solo en modo automático y, un detalle no menor, carecía de sistema de seguridad, siendo susceptible de dispararse con un golpe seco.
Un poco más tarde, a finales de la misma década, apareció el MP-28/II, una versión que, si bien mantenía la esencia de su predecesor, incorporaba un selector de disparo, un avance de notable calado para la seguridad de la tropa. Curiosamente, este modelo incluía un alza de fusil que alcanzaba los 1.000 metros, pese a que su efectividad real no rebasaba los 150 metros.
Si bien aparece en una película de Torrente, a estas alturas ya os podéis imaginar que su impronta fue todavía más importante en el mundo real. La película dirigida y protagonizada por Santiago Segura solo recoge una pieza de la Historia de España y la pone de forma bastante escondida. Llama la atención ahora que va a salir Torrente 6.
El naranjero: un arma forjada en plena contienda
El MP-28/II llegó a España en un momento clave, con los ejércitos del mundo inmersos en una carrera por dotar sus arsenales con esta clase de material. Así pues, la Segunda República Española, en la década de 1930, adquirió lotes de estos subfusiles para evaluarlos. Sin embargo, el estallido de la Guerra Civil frustró los planes, y la acuciante necesidad de armamento republicano impulsó su fabricación masiva y sin licencias en las factorías del Levante, tal y como recoge el medio Grupo de Estudios para la Historia Militar. La versión española apenas presentaba diferencias con la alemana, siendo la más distintiva su manilla de carga, que en el modelo republicano adoptaba una forma cilíndrica.
De hecho, la popularidad de estos subfusiles no tardó en ascender a medida que avanzaba el conflicto. Gracias a su producción en la zona levantina, la tropa los apodó "naranjeros", un apodo que rendía homenaje a la icónica fruta de la huerta valenciana. Así, "naranjero" se arraigó en el lenguaje militar español para designar a los subfusiles en general; incluso los soldados de la División Azul denominaban de esta guisa a los PPSh-41 soviéticos. Además, no era raro escuchar cómo ambos bandos los conocían también como "churrera-avispero", una forma castiza de describir su elevada cadencia de fuego.
La producción de estas armas entre 1936 y 1939 debió ser considerable, pues el régimen franquista siguió usándolos extensivamente hasta finales de los 50, prestando servicio en conflictos como la guerra de Sidi-Ifni (1957-58). A pesar de ser un arma robusta, su fiabilidad dejaba que desear en ocasiones. Un ejemplo de esta fragilidad se encuentra en la versión oficial de la muerte del líder anarquista Buenaventura Durruti, quien supuestamente falleció al disparársele su naranjero accidentalmente al caer al suelo, hiriéndole de muerte. Con todo, el MP-28/II prestó un servicio prolongado y apreciado por la tropa en ambos frentes.
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