Protagonista

Doña Leonor, una militar más tutelada por el capitán general

La dama cadete Borbón Ortiz fue la gran protagonista del 12-O, al que acudió con uniforme de gala. El Rey estuvo muy pendiente de ella en todo momento

Más allá de los abucheos al presidente del Gobierno, el Día de la Fiesta Nacional trajo ayer una de las novedades más esperadas por los ciudadanos. Y es que, por primera vez, Doña Leonor dejó de ser «la Princesa» para convertirse en una militar más, la dama cadete Borbón Ortiz, quien pocos días antes juró bandera en la Academia General Militar de Zaragoza. Así que con esa condición se presentó en el desfile, acaparando todas las miradas y los objetivos nada más bajarse del coche. No en vano, tras dos años de ausencia de este acto por estar cursando el Bachillerato en Gales, llegó vestida con uniforme militar, en concreto, el de gala del Ejército de Tierra.

Guerrera y pantalones color caqui, camisa blanca, guantes blancos, zapatos negros, cordones de gala dorados como distintivo del grado de formación, ceñidor dorado y boina grancé. En el cuello, la insignia del Toisón de Oro. Así se presentó la gran protagonista de la jornada, la que está llamada a ser la Capitán general de las Fuerzas Armadas, puesto que ocupa actualmente su padre, Felipe VI, quien durante todo el acto estuvo pendiente de Doña Leonor, corrigiéndola y dándole consejos.

Y como manda el protocolo, la dama cadete realizó el saludo militar ante las autoridades, al igual que cuando se cuadró en las dos ocasiones en las que sonó el himno o cuando la bandera pasaba.

Pero su padre, que ayer era más bien su jefe, le tenía reservado un papel más protagonista. Fue en el homenaje a los que dieron su vida por España, cuando Doña Leonor le acompañó mientras él depositaba una corona de laurel. Allí, cuadrada, esperó mientras sonaba el toque de oración.

Cantó "La muerte no es el final"

Previamente se había producido uno de los momentos más emotivos de todo el acto, cuando los militares cantan «La muerte no es el final». Desde el palco, tanto el Rey como la Princesa lo cantaron.

Una vez comenzó el desfile pudo verse al Rey comentándole aspectos de lo que estaban viendo, señalando a los aviones o mirándola de reojo cuando ante ellos pasaban las unidades terrestres. Ambos estuvieron en todo momento de pie, aunque solo el Rey devolvía el saludo a los uniformados como Mando Supremo. La Princesa únicamente se llevó la mano a la sien e inclinó la cabeza al paso de las banderas y estandartes. Felipe VI no quitó ojo a su hija.

Una vez superada esta primera parte del 12-O, a Leonor le esperaba otro momento de protagonismo en el tradicional besamanos en el Palacio Real. Se estrenó por todo lo alto, ya que se trata del acto de la recepción más multitudinaria que ofrecen los Reyes durante el año y que en esta ocasión congregó a cerca de 2.000 personas.

Con el uniforme en la recepción

Allí se situó junto a Don Felipe y Doña Letizia para saludar a los invitados. Y contra todo pronóstico no se cambió de indumentaria a diferencia de Don Felipe, quien sí se vistió de civil, mostrando así su implicación con su formación castrense. Ella seguía siendo una militar más, por lo que el protocolo obligaba a vestir uniforme de gala. Eso sí, ya sin boina (al ser en interior) y sin guantes, que solo se usan si se lleva la prenda de cabeza.

En todo momento mostró una actitud muy profesional y saludó a todos los invitados, entre quienes se encontraban los Poderes del Estado, presidentes autonómicos y personalidades de la Cultura y la Ciencia. Muy sonriente y feliz, consciente de la importancia de su debut en tan solemne acto, Leonor se situó al lado de su madre.

Ya en el interior de los salones, estuvo en todo momento acompañada por la Reina e intercambiando palabras con los invitados. Estuvo hablando con varios de sus compañeros de la Academia de Zaragoza, con quienes intercambió miradas y sonrisas de complicidad, así como algunos de los galardonados con los premios Princesa de Girona. Todos ellos tienen una edad similar a la suya.

Profesionalidad, sin duda, el adjetivo que describe el primer baño de masas de la Heredera.