Armamento

Este fue uno de los mejores fusiles de asalto de la historia y lo desarrolló España

España se consolidó como referente en armamento ligero tras la Segunda Guerra Mundial, marcando un hito con el fusil CETME y su constante evolución para adaptarse a las necesidades del infante moderno

Fusil de asalto CETME
Fusil de asalto CETMEIsmael Olea / Wikimedia Commons

La Segunda Guerra Mundial supuso un punto de inflexión decisivo en el diseño de armamento individual. Las nuevas tácticas de combate y la necesidad de dotar al infante de una capacidad de fuego más contundente, especialmente durante el asalto, impulsaron el desarrollo de armas portátiles que minimizasen la dependencia de la bayoneta. El objetivo principal era mantener al adversario a distancia, y para ello se requería un arma eficaz a corto alcance, ligera y con capacidad de fuego automático.

En este contexto de renovación militar, España no se quedó atrás. El Centro de Estudios Técnicos de Materiales Especiales (CETME), una institución de referencia nacional, asumió el desafío de diseñar un fusil de asalto de carga automática que respondiera a estas exigencias. Sus investigaciones culminaron con un proyecto ambicioso que vería la luz en 1958, dando origen al icónico Modelo 58, conocido posteriormente como Modelo B.

Este esfuerzo nacional se centró en crear un fusil que combinara potencia, versatilidad y facilidad de manejo, superando las limitaciones de los fusiles ametralladores existentes que, pese a su efectividad, resultaban demasiado pesados y exponían excesivamente a sus operadores. El CETME buscaba ser el arma universal del infante, capaz de operar en cualquier escenario de combate con la máxima eficiencia.

El fusil CETME: Un hito nacional en armamento

El fusil de asalto CETME Modelo 58, calibrado a 7,62 mm, se configuró como un arma individual de gran versatilidad, permitiendo su uso tanto en fuego tiro a tiro como ametrallador, incluso en movimiento. Su diseño incorporaba un sistema de retroceso de masas con acerrojamiento semirrígido y un cañón fijo, lo que le confería una notable estabilidad. Tal como se apunta desde Defensa, este modelo fue un paso destacado en la modernización de las fuerzas armadas españolas.

Una característica importante de este modelo era su bocacha apagallamas fija, diseñada no solo para dificultar la localización del origen del fuego, sino también para permitir el lanzamiento directo de granadas de fusil sin preparación previa. Entre sus componentes principales destacaban el bípode, el asa de transporte y un robusto cajón de mecanismos que albergaba el cierre con su mecanismo de percusión, la empuñadura y los dispositivos de disparo y seguridad.

En cuanto a sus especificaciones técnicas, el CETME Modelo 58/B presentaba una longitud total de 1.015 milímetros, con un cañón de 450 milímetros. Su peso vacío ascendía a 4,600 kilogramos, y alcanzaba una velocidad inicial del proyectil de 760 metros por segundo. Podía alcanzar objetivos a una distancia máxima de 1.000 metros y ofrecía una cadencia de fuego continuo de entre 550 y 600 disparos por minuto.

El rendimiento de este fusil fue óptimo para su categoría, mostrando infrecuentes averías, lo que se subsanaba rápidamente con pequeñas reformas. Su éxito no se limitó a las Fuerzas Armadas españolas, sino que también fue exportado a otros ejércitos extranjeros, consolidando la reputación de la industria armamentística nacional. El Modelo B fue evolucionando, con el Centro de Estudios Técnicos de Materiales Especiales implementando mejoras que llevaron al desarrollo del Modelo C.

La evolución hacia el calibre 5,56 mm: El CETME L y la estandarización

La experiencia global tras la Segunda Guerra Mundial y conflictos posteriores, como la guerra de Vietnam, demostró que el cartucho 7,62 x 51 mm, como los que recibieron años atrás Pablo Iglesias y el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, aunque potente, resultaba excesivo para un fusil de asalto individual, especialmente en fuego automático sin apoyo. Esto impulsó la búsqueda de municiones más adecuadas, marcando el camino hacia el calibre 5,56 x 45 mm, adoptado por las fuerzas armadas estadounidenses y, posteriormente, por gran parte de Europa.

Ante esta importante evolución en los estándares de armamento, España, que había adoptado el cartucho NATO catorce años después que otros países aliados, no dudó en adaptarse a las nuevas tendencias. El CETME, adscrito al Instituto Nacional de Industria (INI), tomó la iniciativa para desarrollar un nuevo fusil de asalto adaptado a las nuevas exigencias. Este proyecto culminó con el nacimiento de las versiones CETME L (Ligero) y LC (Ligero Corto), representando un salto cualitativo considerable en diseño y eficacia.

El fusil de asalto CETME L, con su calibre 5,56 mm, fue concebido bajo los más modernos métodos de fabricación, combinando sencillez y robustez. Estas cualidades garantizan un fácil mantenimiento y un funcionamiento correcto en cualquier tipo de clima y condiciones adversas, como la presencia de polvo o barro. Su diseño priorizó la estabilidad, con los elementos móviles dispuestos en línea con el eje del ánima para minimizar el retroceso.

Este modelo permitía fuego rápido y eficaz en diversas posiciones, siendo notablemente cómodo y manejable tanto para el tiro desde la cadera como para el apuntado al hombro. Incorporaba un bípode que, además de proporcionar apoyo para el tiro de precisión en ráfagas, incluía un corta-alambres, una característica práctica para situaciones de emergencia sobre el terreno.

El CETME L mantenía el sistema de funcionamiento original del CETME, con acción directa de los gases sobre el cierre y acerrojamiento semirrígido por rodillos. Ofrecía diversas modalidades de fuego, incluyendo tiro a tiro y ráfagas (normal y limitada a tres disparos). Su alimentación se realizaba por la parte inferior mediante un cargador de petaca, con una capacidad estándar de 30 cartuchos. El arma podía descomponerse en varios subconjuntos sin necesidad de herramientas, facilitando su limpieza y mantenimiento. El alza de disco giratorio ofrecía graduaciones para distancias de hasta 400 metros. Con esta serie, España reafirmó su posición en la vanguardia del diseño de armamento individual a nivel internacional.