
Defensa
Europa acelera su rearme: ¿Puede construir una defensa común sin fracturar su alianza con Estados Unidos?
El Jefe del Estado Mayor del Ejército advierte de que "Europa quiere liderazgo sin asumir costes y EEUU quiere compartir costes sin ceder liderazgo"

La Unión Europea se prepara para un rearme militar sin precedentes. El pasado 19 de marzo, la Comisión Europea presentó el Libro Blanco para la Defensa Europea – Preparación 2030, acompañado del ambicioso Plan para ReArmar Europa, que prevé una inversión superior a los 800.000 millones de euros. El objetivo: reforzar las capacidades militares de los Estados miembros frente a las crecientes amenazas globales y avanzar en la ansiada autonomía estratégica europea.
Este paquete, eminentemente económico e industrial, surge en un contexto marcado por la guerra en Ucrania, la fragmentación del orden internacional y la presión para que Europa asuma mayores responsabilidades en su propia seguridad. Pero ¿es viable una defensa común europea sin fracturar la alianza transatlántica ni generar nuevas tensiones internas?
Estas cuestiones fueron abordadas por el Jefe del Estado Mayor del Ejército (JEME), el general Amador Enseñat, en su ponencia a puerta cerrada del pasado 3 de junio ante el Pleno de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, en una sesión presidida por Benigno Pendás, presidente de la citada Real Academia, integrada en el Instituto de España.
Pendás, en sus palabras iniciales, destacó la importancia del momento actual y aseguró que “estamos ante una transformación profunda del concepto de defensa en Europa. Lo que antes era una opción estratégica, hoy es una necesidad política urgente”.
Enseñat: "Europa quiere liderazgo sin asumir costes; EEUU quiere compartir costes sin ceder liderazgo"
El Jefe del Estado Mayor del Ejército (JEME) puso el foco precisamente en las dos claves que determinarán el éxito o fracaso del proyecto: la relación con la OTAN y la posibilidad real de una defensa común europea.
Enseñat recordó que el artículo 42.2 del Tratado de la UE prevé una política común de defensa, pero advirtió de la complejidad política, la falta de unanimidad y la inexistencia de una voluntad clara para avanzar hacia un “ejército europeo”. A esto se suma la salida del Reino Unido, uno de los principales actores militares del continente, que dificulta aún más la consolidación de un proyecto común y efectivo.
En cuanto a la OTAN, el general apuntó que el rearme europeo puede abrir la puerta a una relación más equilibrada con Estados Unidos, siempre que exista “lealtad, necesidad e interés mutuos”. Pero también alertó de un dilema estructural: “Desde hace años, EEUU quiere compartir los costes sin compartir el liderazgo, y los europeos quieren compartir el liderazgo sin asumir los costes”. Un equilibrio que aún está lejos de alcanzarse.
Con la mirada puesta en la próxima cumbre de la OTAN en La Haya (24-26 de junio), el general Enseñat subrayó que la clave del futuro de la defensa europea no está solo en los presupuestos o en las industrias, sino en una visión estratégica común que combine capacidad militar, cohesión política y compromiso transatlántico.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Tras el fin de la Guerra Fría, la euforia por la paz condujo a una reducción drástica de los presupuestos de defensa, la disminución del personal militar y el cierre de infraestructuras clave. La apuesta por el “poder blando” y la globalización provocó que Europa bajase la guardia mientras subestimaba el potencial de Rusia y otras amenazas emergentes.
Aunque la OTAN ya había alertado de esta deriva con iniciativas como la Iniciativa de Capacidades de Defensa de Washington (1999) y los Compromisos de Capacidades de Praga (2002), no fue hasta la cumbre de Gales en 2014 -reafirmada en Madrid en 2022-cuando se impuso el compromiso del 2% del PIB en defensa. Ahora, la Comisión quiere dar un paso más allá.
Las claves del Libro Blanco
El Libro Blanco busca identificar y cubrir brechas críticas de capacidades, aumentar el apoyo a Ucrania y fortalecer la base industrial europea de defensa. Para lograrlo, se propone:
SAFE (Security Action for Europe): un instrumento financiero de hasta 150.000 millones de euros para préstamos a los Estados miembros.
Activación coordinada de la cláusula de escape del Pacto de Estabilidad durante cuatro años.
Revisión de políticas de cohesión para permitir mayor inversión militar.
Apoyo del Banco Europeo de Inversiones y movilización de capital privado.
Sin embargo, el documento insiste en que la responsabilidad final seguirá en manos de los Estados miembros, lo que limita cualquier avance hacia una verdadera política común de defensa.
El título del documento ha generado ciertas expectativas erróneas según explicó el JEME: no propone una defensa común europea, ni aborda el desarrollo de una arquitectura militar conjunta. Sino que, la estrategia se centra en aspectos industriales y financieros, sin tocar los elementos estratégicos ni políticos de fondo. Además, tampoco contempla una visión integral de seguridad, al centrarse casi exclusivamente en el frente oriental -Ucrania-, obviando los desafíos procedentes del flanco sur, según alertó.
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