
Misiones
General de brigada Esteban: "La etapa de la bunkerización en Líbano ha sido superada"
Como jefe del Sector Este de la misión de la ONU en Líbano, manda a 3.500 militares de 9 países, 670 de ellos españoles. Tras el conflicto entre Israel y Hizbulá que obligó a los cascos azules a vivir refugiados, habla de «nueva normalidad» y confirma que «la amenaza es casi inexistente»

Afganistán, Irak, Bosnia... El general de brigada Ricardo Esteban Cabrejos (Madrid, 1967) sabe lo que es participar en misiones militares de riesgo. De ahí que a este «paraca» no le temblase el pulso cuando tuvo que desplegar en el polvorín libanés en mayo para ponerse al frente del sector Este de la misión de la ONU (Unifil) y liderar a 3.500 efectivos de nueve países, entre ellos cerca de 670 españoles (la mayoría de la Brigada «Canarias» XVI). De fondo, una frágil tregua entre Israel y Hizbulá. Meses antes, sus colegas de la Brigada «Aragón» I y «Guzmán el Bueno» habían vivido la realidad del conflicto, lo que les llevó a pasar hasta 14 horas al día refugiados en los búnkeres. Pero esa situación parece haber desaparecido y vuelve a ser la de antes, de calma tensa. Han vuelto a patrullar la «Blue Line» con normalidad y han aumentado sus operaciones, principalmente porque, debido al conflicto, en su zona de acción apenas queda presencia de Hizbulá. De momento... Se muestra «un poco más optimista» de cara al futuro, pero pide esperar a la renovación del mandato de la misión, un «punto de inflexión» para que «esta tierra se pueda recuperar de una vez y alcanzar una paz duradera».
¿Está la situación más tranquila en Líbano?
Hay que distinguir dos sectores en el área de operaciones de Unifil: el italiano, al Oeste, y el español, al Este. La población afín a Hizbulá es mucho más numerosa en el Oeste. En nuestro sector hay menos población y, por tanto, menos población afín a Hizbulá. Todas las poblaciones que están cerca de la «Blue Line», durante el conflicto del otoño pasado son las que han sufrido mayor grado de destrucción y prácticamente han expulsado al personal, con lo cual hay menos gente afín a Hizbulá. Y eso lo tenemos que juntar con la presión de las Fuerzas Armadas de Israel, que, una vez que se ha alcanzado el alto el fuego, han seguido haciendo acciones de tipo cinético, es decir, eliminaciones muy discriminadas sobre personal que consideran de Hizbulá. Lo que hacen es, mediante drones, ataques muy puntuales. Además, continúan, al menos una vez a la semana, con su campaña de bombardeos a las posiciones donde consideran que hay depósitos de munición de Hizbulá. Así que esta amenaza que antes era latente o velada sobre las fuerzas de Unifil, ahora mismo es muy baja, casi inexistente.
"Israel aún hace eliminaciones muy discriminadas sobre personal que creen es de Hizbulá"
¿Y en la zona de la «Blue Line», donde hay dos puestos de vigilancia españoles?
Ahí están haciendo mucha presión las Fuerzas Armadas de Israel. Han ocupado varias posiciones adelantadas dentro del territorio israelí, pegadas a la «Blue Line», como defensa estratégica de su población en el lado de su frontera y las están reforzando continuamente con material. Ellos no dudan en disparar en aquellas zonas que consideran que tienen que estar libres de personal libanés para que no sea una amenaza para ellos. En estas zonas, que hemos denominado «zonas tampón», cuando se acerca personal, bien pastores o gente que quiere recoger sus cosechas, hacen disparos de advertencia para que las abandonen. Y si alguien quiere reconstruir las casas dentro de esa zona, lanzan granadas desde drones o hacen disparos de advertencia con ametralladoras o artillería. No quieren que se acerquen.
Es la zona que patrullan... ¿Pueden hacerlo con normalidad?
Hemos vuelto a una normalidad, pero diferente a la que existía antes de conflicto. Tenemos mucha más libertad de acción para movernos por toda nuestra zona de responsabilidad con nuestras patrullas diarias y contamos con un mayor grado de colaboración de las Fuerzas Armadas libanesas. También estamos haciendo operaciones militares que superan el concepto de patrullas que habitualmente se hacían en unas rutas que estaban pactadas de antemano y de las cuales no nos podíamos salir. Esta situación estaría superada.
¿En esas posiciones se ha reducido el personal?
No. El despliegue es el mismo que había antes, durante y después del conflicto. Durante el mismo, Israel pidió a Naciones Unidas que se retirase de las posiciones, pero el comandante, que entonces era el teniente general español Aroldo Lázaro, en una decisión muy valiente, dijo que de las posiciones no nos retirábamos, porque eso hubiera sido seguramente la imposibilidad de recuperarlas luego.
Entiendo entonces que el Ejército israelí no les pone problemas, que se ha vuelto a ese cierto «respeto» que existía antes.
Todas nuestras patrullas y operaciones las elevamos a nuestro cuartel general, que se las comunica al Ejército israelí. Hay veces que ellos no consideran que una patrulla sea adecuada, pero Unifil tiene la potestad de hacer esa patrulla, independientemente de lo que diga Israel. Ahora estamos haciendo patrullas, alrededor de 140 diarias, y últimamente no han vetado ninguna. No vetar, sino que ellos dicen que no las consideran apropiadas o que no garantizan nuestra seguridad, pero nosotros, Unifil, tenemos la potestad de hacerlas.

Las anteriores rotaciones prácticamente vivían en el búnker...
La etapa de la bunkerización ha sido superada de forma definitiva. Desde que tomé el mando no hemos sufrido apenas bunkerizaciones, y las pocas que ha habido se enmarcan en esas posiciones que están en la «Blue Line» por las interceptaciones de los misiles de defensa israelíes contra los drones y misiles que lanzó Irán durante el conflicto del 13 al 24 de junio. Se bunkerizaban por el peligro de que cayesen fragmentos de esos misiles interceptados. Era el único peligro, no por un ataque sobre elementos terrestres cerca de las posiciones. En los puestos de observación ha sido en muy pocas ocasiones, y en la base «Miguel de Cervantes», desde que hemos llegado no ha habido necesidad. Esas bunkerizaciones las imponía el Ejército israelí. Decían: «Vamos a hacer acciones cinéticas, métanse en el búnker».
También se habrán reducido las medidas de seguridad, sobre todo en la base, ¿no?
Afirmativo, ahora mismo circulamos por aquí sin chaleco y sin casco, y todo más o menos está dentro de esta nueva normalidad.
Entonces, Israel vuelve a avisar de sus ataques como antes.
Avisan si van a atacar algo dentro de nuestra zona de responsabilidad. Si atacan al norte del río Litani, que no es nuestra zona, no, pero no nos afectan indirectamente.
¿Se ha producido algún error o alguna situación de riesgo para ustedes durante esos ataques?
Los israelíes no cometen ese tipo de errores, donde ponen el ojo, ponen la munición que quieren, sea un dron o una bomba guiada.
"Los israelíes no cometen errores. Donde ponen el ojo, ponen la munición que quieren"
En cuanto a la brigada multinacional a sus órdenes, ¿algún país se ha retirado?
Ninguna bandera se ha retirado. En Naciones Unidas, quitar una bandera de un contingente es muy serio y causaría un grave daño, al menos desde el punto de vista de la opinión pública.
Ha hablado de mayor colaboración del Ejército libanés, ¿cómo les ven de preparados?
Estamos en una nueva etapa de franca y directa colaboración con las Fuerzas Armadas libanesas. Ellos saben que hacer patrullas combinadas con nosotros es la mejor tarjeta de presentación que tienen para demostrar que son capaces de controlar el territorio y garantizar la ausencia de armas no autorizadas por el Estado, así que nos hemos convertido en su mejor baza para darles credibilidad. El incremento de nuestras patrullas les obliga a tratar de acompañarnos en tantas como puedan, aunque no llegan a todo. Han aumentado el número de sus fuerzas y están reclutando personal. Es de destacar el esfuerzo que están haciendo para ponerse a nuestra altura y es notable el grado de colaboración. Y hemos recuperado unas actividades de entrenamiento que se habían suspendido y que les sirven para ser más efectivos.
¿Y de cara a hacerse cargo ellos solos de la seguridad de su país el día que la ONU se vaya?
Están en una senda positiva. Son conscientes de que tienen muchas carencias, pero saben que, ahora mismo, su credibilidad está en juego para poder hacer efectiva la acción del Estado dentro de nuestra zona de acción. El Ejército libanés ha cogido la sartén por el mango y se están poniendo las pilas.
"El Ejército libanés ha cogido la sartén por el mango y se están poniendo las pilas"
¿Cómo ven a la población local, que siempre ha estado muy de su lado gracias a su ayuda?
Las actividades cívico-militares son una de nuestras prioridades, con multitud de proyectos de donaciones y lo aprecian muchísimo. Aquí la gente ha sufrido mucho, hay muchísimas casas destruidas y tienen carencias en cuanto a agua, electricidad... Estamos haciendo proyectos de lámparas solares, hemos donado un grupo generador a uno de los pueblos... Pequeños proyectos que hacemos que en realidad van en beneficio de las operaciones. También hacemos campañas de tipo médico, dental y veterinario. Ellos nos aprecian demasiado. Antes, lo que había aquí era el partido de Hizbulá, que nos veía como competidores y era el que quería buscar el apoyo social mediante un apoyo económico que ha cesado del todo. Ahora, el apoyo social que tienen las comunidades es el que les da Unifil.
¿Temen que ese apoyo de la población a Hizbulá vuelva?
Yo no tengo la bola de cristal. Lo que sí percibo es que hemos llegado a un punto en que la población está ya cansada de tanto conflicto, de tanta guerra, pero no son optimistas. Yo soy un poco más optimista. Creo que la renovación del mandato que debe tener lugar a finales de agosto es un punto decisivo y de inflexión para que esta tierra se pueda recuperar de una vez si realmente alcanzamos esa paz duradera que pretendemos con los cascos azules.
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