Defensa

La industria espacial española, al asalto de Elon Musk

En Europa la industria espacial mueve cerca de un millón de empleos directos y aporta el 10% del PIB del continente en su conjunto. En ese contexto, España es el quinto país

La industria espacial española se lanza a por Elon Musk. Las empresas del multimillonario son sin duda los grandes actores del escenario ultraterrestre pero, poco a poco, industrias emergentes y de fuera de la riquísima órbita estadounidense que ha alimentado a SpaceX van acercándose al gigante americano. En España, el impulso dado en los últimos años al sector se ha traducido en avances importantes en este ámbito y ahí están, por ejemplo, PLD con el primer lanzador privado europeo que hará frente al Starship, o Arquímea con una red Leo que antes o después se enfrentará a Starlink. Esta situación no solo es importante en el ámbito puramente industrial, sino en el estratégico, entendiendo el espacio como el quinto escenario de combate junto a tierra, mar, aire y cíber.

Pese a que el pensamiento común, sobre todo en el ámbito industrial donde suelen compartir área, es considerar a la Defensa y al Espacio como un “binomio”, algunas voces como el director de la Agencia Espacial Española (AEE), Miguel Belló, no han dudado en considerar que por décadas ha habido un “divorcio” entre ambos sectores en Europa. De hecho, mientras en Estados Unidos los gastos de Espacio en Defensa son en torno al 60%, en el viejo continente apenas supera los dos dígitos.

En Europa la industria espacial mueve cerca de un millón de empleos directos y aporta el 10% del PIB del continente en su conjunto. En ese contexto, España es el quinto país (tras Francia, Alemania, Italia y Reino Unido), con unas 6.000 personas altamente cualificadas contratadas y las empresas facturan poco más de 1.000 millones de euros al año. De esa cifra, que crece año a año, aproximadamente una quinta parte se destina a innovación. Sin embargo, las compañías punteras, o su visión de negocio, parecen darle la razón al concepto utilizado por Belló. Quizás la que más portadas ha acaparado en el último tiempo es PLD Space, que ha hecho historia al lanzar Miura 1, el primer cohete espacial privado de Europa. Una empresa vista como “sólida y confiable” por la Agencia Espacial Europea (ESA) ante la crisis de lanzadores que atraviesa la región. De hecho, aún falta casi un año para que estén disponibles los lanzadores europeos Ariane 6 y Vega-C. En ese sentido, el operador español de satélites Hisdesat ha anunciado que utilizará un Falcon 9 de SpaceX de Elon Musk para el vuelo del satélite Spainsat NG-I, que estará listo a finales del verano de 2024. Dicho proyecto, fruto de la colaboración público-privada y que incluye a su par Spainsat NG-II, tiene como objetivo dotar de comunicaciones seguras y fiables para operaciones militares (lo más cercano a una “reconciliación” entre Espacio y Defensa en términos de Belló), así como apoyar labores humanitarias y de socorro en caso de catástrofe. La propia Hisdesat está trabajando en PAZ-II, que puede tanto sustituir como volar en tándem con su antecesor, PAZ-I, que ya cumple cinco años en órbita. Con una resolución 16 veces mayor, proporcionará imágenes más grandes y trabajará para diversos clientes casi en tiempo real. Su tecnología radar, además de nuevas funcionalidades para cubrir los nuevos requisitos operacionales de las Fuerzas Armadas españolas, lo convertirán, en palabras de su director general, en “el satélite de observación de la Tierra más innovador del panorama espacial”.

Servicios satelitales

A diferencia del paradigma del siglo XX, donde el foco estaba, únicamente, en la exploración extraterrestre; hoy el espacio es una fuente de observación de nuestro propio planeta, ya sea con motivos militares o científicos. En esa línea, resulta casi imposible hablar de satélites y obviar a GMV, grupo empresarial español nacido hace casi 40 años, que emplea a unas 3.000 personas y debería cerrar el año con una facturación en torno a los 350 millones de euros. A nivel espacial, se trata de la sexta empresa a nivel europeo. Según datos de septiembre, proveían servicios a casi 900 ingenios en órbita. La mayoría de los satélites opera en la órbita terrestre baja (LEO por sus siglas en inglés), entre los 150 y los 2.000 kilómetros sobre la superficie de la Tierra, donde viajan a una velocidad de siete kilómetros por segundo (25.200 kilómetros por hora) y dan una vuelta a la Tierra cada 90 minutos. Allí es donde Arquimea, una de las cinco empresas españolas con mayor crecimiento a nivel europeo, junto a la belga Aerospacelab, planea poner un satélite de alto rendimiento que pueda integrar cargas útiles de más de 40 kilos. El objetivo es mejorar el servicio ofrecido por las constelaciones de Starlink que SpaceX de Elon Musk está lanzando cada tres días.
Instalaciones de ARQUIMEA en Madrid
Instalaciones de ARQUIMEA en MadridARQUIMEAARQUIMEA

La carrera espacial del siglo XXI

Aunque resulte difícil de creer, esta tecnología está muy presente en nuestras vidas. Se estima que cada uno de nosotros interactúa con unos 200 satélites al día, ya sea para conocer la previsión meteorológica, comunicarnos con un ser querido por videollamada o para que un sistema de navegación nos indique la mejor ruta para llegar a casi cualquier destino. Esta "democratización" al servicio de los usuarios dista mucho de la carrera espacial que protagonizaron Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Sin embargo, el interés actual también tiene tintes geopolíticos: hace un par de meses India se convirtió en el cuarto país de la historia en realizar un aterrizaje controlado a la Luna con su misión Chandrayaan-3; pero, en paralelo, Rusia fracasó en su mismo intento. De hecho, el cráter provocado en la superficie por Luna-25 ha podido ser avistado por telescopios. China apunta en la misma dirección, pero con mayor sigilo que las potencias con las que compite. España, por su parte, se ha metido de lleno en la competencia tras implementar su propia agencia espacial. La mencionada AEE, con sede en Sevilla, tiene el rol de gestionar los proyectos de la industria y cuenta con un presupuesto inicial de 700 millones de euros y una dotación de 75 personas, la mayoría provenientes de diversas áreas del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA). En esa línea, el Perte (Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica) Aeroespacial prevé movilizar, de acuerdo a datos oficiales, cerca de 4.533 millones de euros hacia 2025. De ellos, casi la mitad (2.340 millones) corresponde a inversión pública y el resto a fondos privados.