
12-O
Día de la hispanidad: nos une mucho más de lo que nos separa
El descubrimiento de América dio lugar a la creación de un espacio común en el que confluyeron nuevas identidades, mestizajes y expresiones culturales que hoy definen buena parte del mundo, especialmente el ámbito hispanoamericano.

El 12 de octubre es una fecha señalada para todos los españoles: el día de la Virgen del Pilar, y además el día de la hispanidad, que recuerda la llegada de Colón América en 1492 y el inicio de uno de los hitos más importantes de la humanidad: el encuentro entre civilizaciones y el intercambio cultural, político y económico entre Europa y América. España se convirtió desde entonces en un puente de unión entre ambas realidades. El descubrimiento de América dio lugar a la creación de un espacio común en el que confluyeron nuevas identidades, mestizajes y expresiones culturales que hoy definen buena parte del mundo, especialmente el ámbito hispanoamericano.
España desempeñó un papel fundamental en la conquista siendo promotora de un diálogo intelectual y moral sobre la dignidad humana. Figuras como Francisco de Vitoria, desde la Escuela de Salamanca, defendieron en pleno siglo XVI la igualdad y los derechos naturales de los pueblos indígenas, sentando las bases del derecho internacional moderno. Estas ideas, inéditas en su tiempo y apoyadas por los reyes católicos, contrastan con las prácticas coloniales posteriores de otras potencias europeas, como Inglaterra u Holanda, que impulsaron una visión utilitarista de los territorios conquistados, a la vez que fomentaban la llamada “leyenda negra” para desacreditar la labor española en la conquista y que hoy en día muchas personas (por desconocimiento o por malicia) continúan compartiendo. España puede mirar su historia con orgullo, consciente de las luces y sombras, pero también del legado civilizador que compartimos. Hoy, el Día de la Fiesta Nacional, invita a hacer una reflexión para ver de dónde venimos y sobre todo, hacia donde queremos construir el futuro que tiene que ser compartido.
Este año se cumplen cincuenta años del inicio de la Transición, donde la concordia permitió dejar atrás la dictadura y construir todos juntos una democracia moderna, europea y abierta al mundo. Un proceso constituyente donde prevaleció el respeto a las normas jurídicas. Como dijo Torcuato Fernandez Miranda, “de la ley a la ley”. Fue un tiempo de visión compartida, de liderazgos que supieron anteponer el bien común al interés inmediato.
Aquella generación entendió que el futuro no se construye desde la confrontación, sino tendiendo puentes entre diferentes para alcanzar grandes consensos. Teniendo una ambición de país compartida teniendo claro cuál es el papel de España en el mundo. El resultado fue un país que prosperó, se integró en Europa y recuperó la confianza en sí mismo.
Hoy, medio siglo después, vivimos una realidad muy distinta: mayorías frágiles, desconfianza institucional, una preocupante degradación institucional y el cada vez más bajo nivel de la vida pública española, con la pérdida de ejemplaridad y la falta de compromiso institucional en algunos ámbitos de la vida pública ha generado una pérdida de horizonte común.
Los grandes retos que afronta nuestro país, como la competitividad, la transición energética, la transformación tecnológica, la cohesión territorial o la sostenibilidad del Estado del bienestar siguen sin una respuesta colectiva.
España necesita recuperar el espíritu de la Transición: ejemplaridad, moderación y sentido de Estado. Pese a todo lo que tenemos, es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. El diálogo sincero entre diferentes, la generosidad entre todas las partes y la visión a largo plazo son indispensables para volver a construir un futuro en concordia. Igual que entonces, el país requiere grandes pactos de Estado que devuelvan estabilidad y ambición a nuestro proyecto común.
En este sentido, la Corona ha vuelto a demostrar su papel esencial como símbolo de unidad y continuidad institucional. S.M el Rey Felipe VI encarna, con su ejemplo y transparencia, servicio y respeto institucional, valores que deberían guiar a la vida pública española. En 2025 su figura representa ese equilibrio que garantiza la estabilidad del Estado y refuerza la confianza de los ciudadanos en sus instituciones.
Los próximos años marcarán una década decisiva. Hay que liderar con propósito, con vocación de país y con voluntad de unir. Esa es también la gran lección de estos cincuenta años: que las sociedades avanzan cuando son capaces de ponerse de acuerdo sobre lo esencial. El 12 de octubre es una oportunidad para reconciliarnos con nuestra historia y proyectarnos hacia el futuro con orgullo, confianza y sentido de Estado. Hoy más que nunca, la historia nos recuerda que la concordia es el mejor proyecto de futuro para España.
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