Terrorismo
El día que ETA atacó a la Infantería la víspera de su Patrona
Colocó un potente coche bomba en Galdácano al paso del autobús que transportaba a los militares y trabajadores civiles

ETA no les dejó festejar a su patrona, la Inmaculada Concepción, en el Regimiento de Garellano, en Vizcaya. El 7 de diciembre de 1984, la víspera de la patrona, sobre las 15.30 horas ETA atentó contra un microbús que transportaba a 14 militares y empleados civiles y que iba escoltado por dos Land Rover de la Policía Militar, uno delante y otro detrás.
El convoy militar venía del cuartel de Solleches y se dirigía a Bilbao por la carretera Nacional 634. Al llegar al cruce de El Gallo, en Galdácano, un vehículo estacionado en el arcén y cargado con más de 20 kilos de Goma 2 y gran cantidad de metralla fue activado mediante un telemando por miembros de la banda terrorista ETA. La explosión se produjo justo en el momento en que el convoy reiniciaba la marcha después de haberse detenido brevemente en una señal de stop.
Los miembros de la Policía Militar que iban en los coches de escolta tuvieron que repeler el ataque de los terroristas que, situados a varios metros de distancia, pretendían ametrallar y rematar a los militares heridos.
La onda expansiva y la metralla alcanzaron de lleno al microbús por su lado derecho, que quedó totalmente destrozado. La banda asesinó a tres de los ocupantes. El teniente Juan Enríquez Criado, el subteniente Francisco Javier Fernández Lajusticia y el cocinero civil Luis Alberto Asensio Pereda. Once personas más, en su mayoría soldados de reemplazo, resultaron heridas, algunas muy graves.
El teniente Enríquez Criado, de treinta y nueve años, era natural de la localidad gaditana de San Fernando, estaba casado y tenía cuatro hijos. Llevaba diez meses destinado en el cuartel de Soieches y le faltaban dos para regresar a Ceuta, donde había estado antes de ser trasladado a Vizcaya.
Francisco Javier Fernández Lajusticia, de cuarenta y tres años, era natural de Logroño, estaba casado y tenía tres hijos.
Luis Alberto Asensio Pereda era natural de Ahedo Linares (Burgos) y sus restos fueron enterrados en el cementerio de la localidad burgalesa de Villarcayo
La sentencia número 60 de 1988, dictada por la sección 2.ª de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, condenó a los miembros del “comando Vizcaya” Juan Manuel Gaztelumendi Uribarren y Joaquín Urain Larrañaga a tres penas de 29 años de prisión mayor al ser encontrados culpables de un delito de atentado con resultado de muerte y dos delitos de asesinato. Además, fueron sentenciados a once penas de 20 años de prisión menor por once delitos de asesinato en grado de frustración. La sentencia recogía también la obligación de los procesados de indemnizar a los familiares de las víctimas mortales y a los heridos, con 15 millones de pesetas a los herederos legales de Juan Enríquez, Luis Alberto Asensio y Francisco Javier Fernández, y en un total de 28.070.000 pesetas al resto de los heridos. Nunca los pagaron.
ETA los asesinó, llevó el dolor a sus familias y a sus compañeros que, seguro, al día siguiente entonaron con más fuerza que nunca el himno del Arma de Infantería, el del “deber, la Patria y el honor”, algo que nunca podrán sentir quienes no se enfrentaron a ellos en combate, como corresponde a los soldados, sino a traición, como lo que eran, son y serán, porque la historia no se puede cambiar y blanquear lo que está manchado de sangre: delincuentes, enemigos de España.
(Con información de Vidas Rotas y Mapa del Terror)