Gobierno

El diablo se viste de Dior

El demonio usa a los mortales, en mayor medida a sus diablillos convertidos en estrechos colaboradores

Pedro Sánchez con las gafas de Dior
Pedro Sánchez con las gafas de DiorGonzalo Pérez Fotógrafos

El juicio al fiscal general del Estado es una muestra más del deterioro que está sufriendo el sistema. Las declaraciones de los testigos, en el juicio, dejan en evidencia la coordinación entre fiscalía y presidencia del gobierno, para favorecer los intereses del presidente.

También llama la atención la defensa, a ultranza, del fiscal por parte de algunos periodistas. Por ejemplo, la flexibilidad conceptual del secreto profesional, en ocasiones acogiéndose a su derecho a no desvelar la fuente, otras renunciando implícitamente a él, desvelando que la filtración no vino del fiscal general sino de la fiscalía de Madrid. Ya puesto, podría haber señalado a alguien en concreto, y no dejar una duda espesa en el ambiente.

También son curiosas otras informaciones que hemos conocido, como que García Ortiz dictase a la directora de comunicación el texto del comunicado, que no haya iniciado ningún procedimiento interno en la fiscalía para investigar el origen de la filtración, o que borrase todas las comunicaciones y correos electrónicos justo antes de ser requisados por la Guardia Civil.

Cuando Pedro Sánchez sentencia que García Ortiz es inocente, no habla como presidente del gobierno, sino como rey de las tinieblas, conocedor y visionario de lo que no es accesible a los mortales. Sea cual sea el sentido de la sentencia, la figura de García Ortiz ha quedado desacreditada, es el precio de pactar con el diablo. Todo el entorno de Sánchez ha corrido la misma suerte, realizan un pacto de sangre con él por el que se someten a su voluntad, convirtiéndose en demonios menores con poder en el averno.

En el abismo no hay límites éticos, todo vale a cambio de satisfacer las bajas pasiones, desde fabricar un Frankenstein que saque una investidura adelante hasta una ley de amnistía confeccionada a medida de quienes fueron condenados y no se arrepintieron de sus pecados. El diablo usa a los mortales, en mayor medida a sus diablillos convertidos en estrechos colaboradores. Cuando no le sirven se desechan, muchos ya son zombis políticos, otros, como García Ortiz, va camino de ello.

No son los únicos, hay una lista de 'mogwais' que campan en su entorno hasta que sea necesario devorarlos u ofrecerlos de parapeto. A veces, el diablo se pone gafas de Dior para parecer más humano. No debe confundirse nadie: es egoísta, frío y calculador, no tiene sentido del bien y el mal porque en la oscuridad de las tinieblas solo es importante su bienestar, lo demás, está a su servicio.