PSOE
Díaz, Puig y Fernández consideran una «provocación» que la gira de Sánchez recale en sus territorios
Creen que «acrecentará la crispación» y «ahondará en la división»
El PSOE no acaba de pasar página. El incendio interno que se desató en el vergonzante Comité Federal del 1 de octubre, lejos de extinguirse, se sigue alimentando con pequeñas dosis de gasolina aportadas por unos y por otros. Si la reestructuración –castigo a los díscolos mediante– de las responsabilidades de los diputados y senadores socialistas en las Cortes reabrió el conflicto, el «road show» –como lo definen los críticos al secretario general– que Pedro Sánchez pretende emprender por varias agrupaciones en las próximas semanas amenaza con revivir el clima guerracivilista en la formación. Aunque el ex líder socialista ha dilatado su vuelta a la carretera más allá del inmediato «el próximo lunes» que pronunció hace casi un mes en la comparecencia en la que daba cuenta de la renuncia a su escaño, este sábado dará el pistoletazo de salida en Xirivella y Sueca (Valencia) a su gira para «dar voz a los militantes que no han sido escuchados». Un intento de mantener el foco mediático, tras renunciar al altavoz institucional del Congreso de los Diputados, que le permita no perder también el «tirón» que aún mantiene entre la militancia, descontenta con la abstención a Mariano Rajoy, de cara a las primarias para la Secretaría General.
En el itinerario de Sánchez, tal como adelantó LA RAZÓN, hay varios puntos clave. Valencia, Asturias y Sevilla serán paradas de su gira por las federaciones críticas. Un gesto considerado una «provocación» por el entorno de sus secretarios generales: Ximo Puig, Javier Fernández y Susana Díaz, promotores –a su vez– de la caída del propio Sánchez y que en mayor o menor medida tienen conatos de contestación interna en los que busca apoyarse el ex secretario general. Por esta razón, la hoja de ruta sanchista ha instaurando un profundo clima de malestar en el PSOE, con reminiscencias del que se vivió durante los últimos meses de su mandato.
El sector oficialista anticipa que será una gira «muy conflictiva» y la consideran «prematura» dado que ni se han convocado las primarias ni Sánchez ha manifestado en firme su decisión de presentarse. «Es más bien una maniobra para acrecentar el clima de crispación que el partido intenta superar», señalan fuentes consultadas por este diario. «Una forma de ahondar en la división y descostrar las heridas que queremos cerrar», comenta un dirigente, que considera que el «road show» de Sánchez no es lo que necesita el partido y que «si mirara por el PSOE y por España, como presume, no perjudicaría a la formación de esta manera». En este sentido, consideran que Sánchez sigue defendiendo sus intereses personales por encima de los del partido y sólo busca «malmeter entre la militancia y sus dirigentes».
En estos sectores oficiales se da a Sánchez por amortizado y se considera que con un liderazgo «mermado» y en desintegración como el suyo, el paso del tiempo hasta el congreso le demostrará su incapacidad para presentarse. «Con él, a Ferraz sólo volverían los problemas que propiciaron su marcha», señala un dirigente. Además de en clave interna, la lectura que se hace del periplo del ex secretario general también es perjudicial de cara a los intereses del partido en su correlación de fuerzas con otras formaciones. Las fuentes consultadas consideran que se deja al PSOE «vendido» y en una situación de «debilidad política y orgánica» frente al PP y Podemos, que están buscando que los socialistas no sean capaces de sobreponerse a la dura etapa de crisis interna que han vivido en los últimos meses.
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