Instituto Armado
Dudas e incógnitas de la última dimisión en la Guardia Civil
Su marcha fue recibida con «alivio» ante la duda de que, al ser política, pudiera dar carpetazo al «caso cuarteles»
Tuvo el honor de ser la primera mujer al frente de la Guardia Civil. María Gámez, dimitía el pasado miércoles tras conocer que su marido había sido citado en una declaración ante el juez «sin entrar en el derecho a la presunción de inocencia», algo que causó estupor en el Cuerpo.
En el Instituto Armado veían el gesto «elegante» al tiempo que «inducido» ante las supuestas dimensiones que puede alcanzar el caso en el que también estarían implicados varios hermanos de su marido. Grande-Marlaska le dedicó todo tipo de halagos y aseguró que su marcha era «injusta pero necesaria» y la encumbró como «la mejor» directora de los 178 años de historia de la Guardia Civil.
Su renuncia se sospechaba y se comentaba en las últimas semanas en los pasillos de la Dirección General, no sólo por el caso de su marido, sino por una supuesta mala gestión del «caso cuarteles» que ha permitido que pudiera ser utilizado para tapar el escándalo político del ex diputado socialista «Tito Berni».
Desde su toma de posesión Gámez ha afrontado varios hechos controvertidos.
Nada más llegar se estrenó con el polémico cese del coronel Diego Pérez de los Cobos como jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid donde una nota interna de la directora general de la Guardia Civil dejaba constancia del motivo: «Pérdida de confianza» por negarse a filtrarle las diligencias judiciales sobre el 8-M, desmintiendo así la versión de Grande-Marlaska que dijo que su remplazo se debía a un impulso del proyecto de la Guardia Civil».
No menos polémico fue el cese, este año, del coronel Jesús Vicente Torresano al frente de la comandancia de Melilla. El mando se negó a abrir expediente a unos guardias civiles de los que actuaron durante los sucesos de junio del año pasado. Se le llegó a dar una especie de «ultimátum» de 48 horas para que depusiera su actitud, algo inaudito en el Cuerpo. No pedía algo incoherente o irracional: si le abría expediente a los guardias, que se hiciera lo propio con los que agredieron violentamente a los mismos.
En los últimos tiempos se había embarcado en la «inauguración» de proyectos sobre plano de futuros acuartelamientos, lo que no dejó de llamar la atención, sobre todo cuando el asunto que concernía a su marido ya se conocía y en lo que algunos interpretaron como una «huida hacia adelante». Su posición dentro de la Guardia Civil parecía cada vez más endeble.
Sin embargo, a los agentes que visten el uniforme a pie de calle les cogía por sorpresa su renuncia. «Desde que tomó posesión pensamos que finalizaría su mandato», aseguran. Los que tuvieron más trato directo valoran su gestión y la definen como «participativa, entregada con el Cuerpo y muy cordial» e incluso simpática en el trato sin distinción entre las escalas.
Uno de los objetivos de Gámez era llevar a la Benemérita la«igualdad real» y para ello impulsó la creación de jornadas de igualdad obligatorias para todos los miembros del Cuerpo pensando, a su vez, en las necesidades del servicio. Buscó suplir la carencia que hay entre hombres y mujeres ya que la Benemérita, que ha cumplido 35 años desde la incorporación de la mujer, sigue siendo el que menos féminas atrae en comparación con otros cuerpos policiales. Y entre sus iniciativas apostó por un cupo de acceso para facilitar su ingreso algo que, a muchas veteranas, que en su día entraron sin esos beneficios advirtieran de que eso podría suponer «minusvalorarlas» e incluso verse cuestionado el principio de «igualdad, mérito y capacidad».
A Gámez le preocupaban los ciberdelitos y puso en marcha la Unidad de Coordinación de Ciberseguridad que arrancó como tal en 2020, la persecución de los delitos de odio o el plan seguridad del Campo de Gibraltar. Pero no todo era un «camino de rosas» en los entresijos de su dirección general.
Entre sus «méritos», Marlaska, en su comparecencia del miércoles, destacó que Gámez había impuesto «criterios objetivos de ascenso basados en la profesionalidad, quedando abolidos el nepotismo y el amiguismo». Sin embargo; hubo malestar en ese aspecto por, según algunos mandos, por consumar «de forma contumaz la arbitrariedad»; fue criticada por «ningunear» al Consejo Superior de la Guardia Civil -órgano de evaluación, cuyo informe es preceptivo para el ascenso al generalato- alterando de manera «poco comprensible el orden de prelación acordado» tras evaluar todos los méritos acreditados por los coroneles a lo largo de una carrera de más de treinta años .
JUCIL, asegura que «desde luego no es la mejor directora que ha habido», que «queda todo por hacer» y advierten de que «desde que llegó ella han empeorado las condiciones de trabajo, económicas y de efectividad de la Guardia Civil». También apuntan a que, continúa el déficit de personal en torno a unos 17.000 agentes, los medios de los que se les han dotado siguen siendo de «mala calidad» y tampoco ha cumplido con la equiparación salarial, ni con las equiparaciones de agentes. Además, desde dicha asociación advierten de que, durante su mandato «Guardia Civil está en retroceso en la mayoría de la Península» donde se ha permitido una «cesión encubierta» con el cierre de unidades punteras como el GREIM -Grupos de Rescate Especial de Intervención en Montaña- y Tráfico en Navarra, o la desactivación de unidades de explosivos en Cataluña así como la «cesión de competencias encubiertas» en lo que respecta al ámbito marítimo costero en detrimento de la Guardia Civil y en beneficio de los Mossos». Sobre su dimisión esperan «la máxima transparencia». «La claridad de las actuaciones es la que debe marcar el camino futuro de la Guardia Civil».
Para la ASEGC la dimisión de la directora fue recibida «con mucho alivio», por dos motivos: El primero, por la preocupación que sienten en relación con su actuación en el «caso cuarteles», ya que Gámez, apuntan, «es una política acostumbrada a lidiar con estos temas y temíamos que podía dar carpetazo y no llegar hasta el final, que es lo que todos esperamos».
Y, la segunda; «porque de buena directora, nada de nada. Ha dejado hacer y deshacer a los generales a su antojo y la Guardia Civil está viviendo una etapa muy oscura y de restricciones, sólo preocupada de aparentar, pero si rascas un poco sale el óxido».
APROGC subraya la «ignorancia» de Marlaska sobre la historia del Instituto Armado y aseguran que, desde que ostenta este puesto un civil «no destacan precisamente por algo positivo». Además, recuerdan que «Gámez trató de impulsar cambios que no consultó debidamente y que no están cuajando» y piden a la nueva directora, Mercedes Gómez que conozca el Cuerpo, «lo respete y lo proteja».
Cuatro generales que no debían estar
«Ha sido un grave error. Si presentaba su dimisión por supuestos ilícitos penales cometidos por su marido, debía haber realizado una comparecencia en solitario y está por ver si tenía derecho a utilizar los emblemas del Cuerpo».
La comparecencia de la exdirectora general de la Guardia Civil, María Gámez, para comunicar su renuncia, en una declaración institucional, en la que se hizo acompañar por cuatro de los cinco tenientes generales de la Benemérita (el otro estaba, al parecer, fuera de Madrid) ha causado un gran malestar en el seno de la Institución.
Según fuentes próximas a dichos mandos, consultadas por LA RAZÓN, su presencia se realizó por razones «institucionales», derivadas de que todos ellos han formado junto a la directora el CODI (Comité de Dirección). Es una forma de decirlo, pero la realidad, según otras fuentes conocedoras de lo que ocurrió, es que fue la propia Gámez la que requirió su presencia durante la comparecencia y, «en la Guardia Civil, estas cosas no se discuten, se cumplen».
Se trataba de un acto personal, particular, derivado de, según dijo, de un problema suscitado por un familiar y en el que, por lo tanto, no podía implicar (en lo que se quería escenificar como un claro respaldo de la institución) a la cúpula de la Guardia Civil, según una opinión generalizada.
Otra cosa, es si la comparecencia hubiera sido para hacer algo que no hizo y que hubiera permitido cortar de raíz la utilización del llamado «caso cuarteles» para tapar el del «Tito Berni». En ese acto, en el que sólo habría tenido que explicar la verdad, que se trataba de una investigación interna cuyas responsabilidades estaba depurando la propia Guardia Civil, que, en su caso, había llevado ante los tribunales a los responsables de posibles ilícitos penales.
Pero no ocurrió así. Todo lo contrario. Las fuentes consultadas por este periódico subrayan que, por el contrario, se produjo una filtración interesada de una investigación dentro del Cuerpo. Es sabido que el Servicio de Asuntos Internos, el que realizaba y realiza las pesquisas, sólo da novedades de su actuación al DAO (Director Adjunto Operativo), que a su vez se las transmite, dentro de la escala de mando, a la directora general. A partir de ahí, ¿qué fue lo que ocurrió para el «caso cuarteles» saltara a la luz pública para tapar el escándalo político?
Son muchas las preguntas que circulan en estos días por los pasillos de cuarteles y comandancias ya que no son pocos los agentes que no terminan de entender toda la escenografía montada para lo que era una dimisión, voluntaria o inducida.
Con todo, la presencia de los cuatro tenientes generales sigue sin una explicación oficial y, probablemente, ha sido interpretado por la opinión pública como un respaldo oficial a María Gámez que, fuera por las razones que adujo u otras, renunciaba a seguir al frente de la Guardia Civil. No fue así, ya que fue ella la que lo requirió. En cualquier caso, al menos se pudo dar una imagen de unidad de los mandos que, como es habitual en el cuerpo, cumplen las órdenes de la superioridad.
Lo que debió ser un simple acto para comunicar una renuncia/cese, se rodeó de una «parafernalia» innecesaria, declaración de Marlaska incluida.
¿La mejor en 178 años de historia?
►La afirmación del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska repitiendo en varias ocasiones que que María Gámez ha sido «la mejor directora de los 178 años de la Guardia Civil» sorprendió. Fue un periodista quien le preguntó: «¿Incluyendo al Duque de Ahumada?» y, el titular de Interior, respondió de nuevo: «La mejor en 178 años» algo que muchos consideran «el remate».
«No estaría de más que repasara nuestra historia, y en concreto la hoja de servicios del que fuera nuestro director entre 1918-1922, el teniente general Juan Zubía y Bassecourt», agregan las mismas fuentes. Aunque, tal vez, no conozca la trayectoria de ellos.
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