Cataluña

Duran prepara la ruptura con Mas tras las muncipales

Artur Mas y Josep Antoni Duran Lleida.
Artur Mas y Josep Antoni Duran Lleida.larazon

El líder de Unió romperá con CiU si tras las municipales mantiene el desafío soberanista. Consultará a las bases el 14 de junio sobre su postura ante las elecciones catalanas del 27-S. Paralelamente ha creado la plataforma Construim que se aleja de las aventuras soberanistas.

El mundo soberanista llevaba semanas alicaído. Desde el 9-N –fecha del referéndum ilegal que para trampear la ley se llamó consulta y más tarde proceso participativo– las relaciones entre los diferentes actores se iban agriando. Junqueras y Mas apenas se hablaban desde la ruptura de las conversaciones en pro de la lista unitaria que ansiaba el presidente catalán. Aun así, Mas anunció la convocatoria de elecciones el 27-S, una fecha elegida bajo la épica nacionalista. Coincidía con el primer aniversario de la firma del referéndum del 9-N y la campaña se iniciaba el 11 de septiembre, la Diada.

Durante estos meses, los nacionalistas han intentado mantener la llama encendida pero no encontraban la piedra filosofal. La reunión del Pacto Nacional por el Derecho a Decidir no fue bien. La declaración final no contemplaba que el 27-S fuera una consulta plebiscitaria. Para compensar, el Ejecutivo de Mas anunció la entrada de asesores de ERC en el ejecutivo, el nombramiento de dos comisionados para garantizar el «proceso», la creación de estructuras de Estado y embajadas en Europa. Tampoco fue un acierto. Los asesores no saben cuál es su empeño. De los comisionados nada se sabe. Las estructuras siguen en la entelequia y el embajador «permanente» ante la UE ha sido rechazado por la Comisión.

Nerviosismo soberanista

A medida que se acercan las municipales el nerviosismo cunde en el mundo nacionalista, que se conjura para dar un paso adelante y haga bueno el deseo del presidente de la Generalitat de conseguir una mayoría de ayuntamientos soberanistas. En pro de este objetivo, ERC y CDC alcanzan un acuerdo para declarar la independencia en 18 meses tras las elecciones de septiembre, siempre y cuando los soberanistas consigan la mayoría .

En un documento, que confunde deseos con realidad, los dos partidos que lideran el soberanismo se conjuraron esta semana para enfundarse la estelada y plantear la enésima hoja de ruta soberanista. El documento fue avalado por la Asamblea Nacional Catalana, Òmnium Cultural y la Asociación de Municipios por la Independencia. Nadie más. Iniciativa per Cataluña no asistió, Esquerra Unida y Alternativa se negó a firmarlo y las Candidaturas de Unidad Popular lo miran con recelo. Ni que decir tiene que ni PP, Podemos, Ciudadanos y Socialistas se mantuvieron alejados de las veleidades soberanistas. Y lo que es peor para el mundo nacionalista, Unió Democrática de Cataluña se ha mantenido al margen y no ha dado su apoyo.

Como «mal de muchos, consuelo de tontos», los firmantes esperan que los grupos escindidos del PSC se sumen –Mes, Avancem y Nova Esquerra Catalana– para que el «gruix» (la grasa) aumente, en palabras de Mas. Pero, a día de hoy, lo cierto es que el movimiento soberanista se desinfla. Ha aparecido Podemos, que ha declarado la guerra a la CUP y Esquerra, atacando sus graneros de voto. Ha nacido y crecido Sociedad Civil Catalana, que ha ocupado un espacio social que los partidos no nacionalistas habían abandonado y ha crecido de forma exponencial, Ciudadanos. Con todo, el talón de Aquiles del secesionismo se llama Duran Lleida, el líder de Unió Democrática.

Duran, el enemigo a batir

Se ha convertido el enemigo a batir. Ha sido criticado, menospreciado y, en ocasiones, insultado por los «doberman mediáticos» del soberanismo al amparo de la televisión y la radio públicas. Tampoco los dirigentes de Esquerra y Convergencia se han ahorrado epítetos para el líder nacionalista, al que se culpa de todas las desgracias. Incluidos los malos resultados que auguran los sondeos, que sitúan por debajo de la mayoría absoluta a convergentes y republicanos. Una mayoría absoluta que sólo conseguirían con las CUP, de ahí las buenas palabras que dedican Mas y Junqueras a David Fernández, el líder de la organización independentista radical que aún no ha dado su visto bueno al papel mojado firmado. Mientras, Convergencia acusa a Duran de ser el culpable de que CiU no pase por su mejor momento. Esquerra le acusa de poner palos a las ruedas al movimiento independentista y las entidades soberanistas le tildan de ser el «botifler» (traidor).

Los ataques a Duran persiguen la ruptura de Unió en caso de que los democratacristianos rompieran la coalición con Convergencia. Los soberanistas piensan que Duran no controla a sus bases y que la mayoría de sus seguidores se sumarían a las tesis independentistas. Duran es consciente que la ruptura de Unió será un hecho, pero también sabe que hay un segmento electoral nacionalista que no ve con buenos ojos la deriva soberanista de CiU y menos aún abrazar la estrategia de Esquerra. Por eso, junto sus fieles, ha diseñado una estrategia en previsión de ruptura.

El 14 de junio ha convocado una consulta entre sus bases para saber qué piensan. La pregunta no será independencia sí o no –como anhelan sus adversarios– sino más elaborada y, por tanto, la respuesta más compleja. En paralelo, ha creado la plataforma Construim –Construyamos– que se aleja de las aventuras soberanistas y amplía sus fronteras más allá de la militancia partidista. Las encuestas apuntan que en Cataluña existe este segmento electoral vinculado al nacionalismo moderado que plantea una tercera vía entre soberanismo e inmovilismo. Un segmento electoral que puede aportar un puñado de diputados en caso de unas elecciones que sería la puntilla para el independentismo.

As en la manga

Duran afronta la complejidad del momento sabiéndose con un as en la manga. La respuesta a Construim –que cuenta con el apoyo de personalidades independientes y otras procedentes del mundo socialista y del popular– ha sido la firma de una nueva hoja de ruta soberanista. Las espadas no se cruzaran hasta pasadas las municipales del 24-M pero luego la batalla promete ser cruenta. El nacionalismo se la juega en Barcelona y su cinturón, lugares que se le mostraron adversos el 9-N. El resultado electoral será clave para ver los nuevos movimientos pero si Mas continua en su intención de convocar un 27-S para plebiscitar la independencia, la ruptura con Unió será un hecho. Sólo faltará saber si Duran tendrá el cuajo necesario para coger una bandera alternativa al margen de CiU.