Análisis
El «efecto restar» de Pablo Iglesias
Podemos se quedó sin representación en Madrid, Valencia y Canarias, tres
de las cuatro comunidades a las que el exlíder acudió en campaña. Gloria Elizo, Ramón Espinar y Daniel Ripa evalúan el "rol" del exlíder
Podemos confió la recta final de su campaña a la influencia de su ex secretario general y «líder en la sombra» Pablo Iglesias para echar el resto y movilizar al electorado en las elecciones autonómicas y municipales. Es por eso que, de crear un perfil bajo en el inicio de la campaña con solo dos actos para su referente –Islas Baleares y Canarias-, pasó a programar otros dos en las piezas clave en la que Podemos se jugaba la representación y, más importante todavía, su posición para negociar después con Yolanda Díaz. La irrupción del exlíder en Madrid y Valencia llegó en la recta final de campaña. Como penúltimo acto en la capital con los candidatos autonómicos y municipales y para «apadrinar» a los candidatos morados a la Comunidad Valenciana y a la alcaldía en el último acto de campaña, el de cierre. Son dos territorios donde toda la izquierda a la izquierda del PSOE es rival, a pesar de que para las elecciones generales deben ignorar sus discrepancias para confluir juntos.
El resultado de esta hoja de ruta, la de sacar a su líder en campaña ha sido nítida. Iglesias no suma votos, a pesar de la opinión de la dirección estatal. Los datos lo revelan. En las cuatro comunidades a las que el también exvicepresidente ha acudido para arropar a sus candidatos los resultados son desastrosos. Solo en una de ellas, el partido ha salvado representación: en las Islas Baleares. En Canarias, el partido perdió los cuatro escaños que sí logró en las últimas elecciones autonómicas de 2019. En Baleares, el partido solo ha logrado retener uno de los seis escaños que mantenían y con los que entraron a formar parte del gobierno regional en 2019. En la Comunidad de Madrid, donde el partido con Pablo Iglesias salvó los muebles en 2021 con 10 escaños, han desaparecido y se han quedado con 158.831 votos. Mismo camino en la Comunidad Valenciana, donde solo obtuvieron 85.671 votos. El resultado fueron cero escaños.
Los cuatro actos a los que acudía Iglesias se saldaban con el cartel de lleno absoluto. Concretamente, en el acto de campaña en Madrid, medio centenar de personas se quedaron fuera e Iglesias, micrófono en mano, salió a agradecer a la militancia su apoyo.
LA RAZÓN ha hablado con personas de notable relevancia en el proyecto político que, a día de hoy, se encuentran totalmente distanciadas con la dirección estatal del partido. Gloria Elizo es la vicepresidenta tercera del Congreso de los Diputados en representación de Unidas Podemos. Hace años que abandonó la dirección estatal del partido. Ante la decisión del partido de no apoyar a Yolanda Díaz en la presentación de su candidatura, ella se desligó totalmente y mostró su compromiso con la vicepresidenta. Preguntada concretamente por el perfil de Iglesias en campaña, hace una reflexión global en la que denota también la responsabilidad de Iglesias. «Ha sido un proceso constante que ha convertido un proyecto de mayorías en un holding personal». Cree que lo que ha fallado es «transmitir confianza y compromiso político». «La sensación que queda es de ruido», agrega, con lo que, según su opinión «consigues más seguidores mediáticos, pero menos votos». Se refiere a la campaña que diseñó la dirección estatal de Podemos en la que mediante la confrontación contra el bloque de la derecha y de la izquierda, buscó diferenciarse y mostrarse como el único partido «valiente». En opinión de Elizo, se «ha dañado un espacio, un lenguaje y hasta una manera de hacer política». De cara a las negociaciones de Podemos con Sumar, cree que es «posible y necesario» un acuerdo, pero pide «un nuevo lenguaje» para la reconstrucción del espacio de Podemos.
El ex líder de Podemos Madrid, Ramón Espinar, cree que el error ha sido «construir un discurso para muy poca gente» en campaña. Sobre la movilización de Iglesias que se ve en los actos pero que no se ha traducido en escaños, cree que «los que le siguen son férreos, pero muy pocos».
El ex secretario general de Podemos en Asturias, Dani Ripa, admite que Iglesias «no ha movilizado», pero focaliza el error en plantear una campaña para las elecciones autonómicas como si se tratara de unas estatales. Según su análisis se ha diseñado una campaña «como un objetivo de una primera vuelta de la confrontación con Sumar». Cree que el resultado «es demoledor en las urnas». Ellos mismos han pasado de cuatro escaños a solo uno en Asturias. «Primó un fin de que no salieran bien las autonómicas o si salían fuese diferenciándose con Yolanda y eso provocó la pérdida de voto».
Critica que el partido «nunca se toma en serio las elecciones autonómicas y fruto de ello se hacen lemas y estrategias impuestas desde Madrid. ‘Valentía para transformar’ puede valer para el Ministerio de Igualdad, pero no para las autonómicas», lamenta. Habla de un error de «sobreactuación» al abusar del discurso de que el régimen o los poderes económicos mediáticos y políticos están contra podemos. «Da sensación de que buscas la provocación constante», arguye.
Por último, el profesor en la Universidad Camilo José Cela y miembro directivo de ACOP, Pedro Marfil, ve a Iglesias «muy amortizado». Cree que hay determinados perfiles de izquierda que piensan que «más que sumar, resta» y que ejerce «influencia» pero a nivel orgánico, es decir en Podemos. «Ha construido un púlpito desde el que manda las directrices al partido», explica. Según desveló la propia Ione Belarra fue ella misma quien le propuso a Iglesias que saliera a defender los postulados del partido en los medios al creer que no había ningún «tertuliano» que diese la cara por Podemos. «Genera rechazo en el antiguo militante de Podemos y es una figura amortizada», se reafirma. Opina que desde los medios «decreta el posicionamiento que llevará el partido». A su juicio, «sigue siendo una figura que impacta y tiene influencia, pero negativo».
El batacazo en las urnas, no es el único para Podemos, también el económico. Respecto a 2019, los morados han perdido 366. 261 euros, solo en subvenciones por escaño, sin contar por papeleta.
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