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El blanco de Freud

La Razón
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La nueva Reina ha optado por la formalidad que se aleja de mi modelo favorito para una ceremonia de coronación, que es el que lució Doña Sofía hace 39 años. No me ha hecho caso en el color cuando escribí hace unas semanas en estas páginas, o yo no lo he adivinado. Supongo que no es casualidad. El vestido elegido vislumbra un carga de intención: la discreción sobre la solemnidad. Se podría haber permitido más excentricidad e incluso guiños más ambiciosos. Sin embargo, ha optado por una correción y austeridad sólo interrumpida por el bordado del cuello –que lo encuentro innecesario–. El punto de modernidad lo pone Felipe Varela en las presillas para ocultar los botones y en su querencia por marcar las nervaduras del traje, en sentido de resaltar los cortes que pide el patronaje siguiendo los postulados de su gran maestro Thierry Mugler.

De alguna manera, podríamos interpretar que en lo que ella no ha querido permitirse, sí lo ha hecho con sus dos hijas. De hecho, Leonor, iba vestida de ese rosa que yo sabía que estaba en su cabeza. El tono de la Infanta Sofía, a juego probablemente con el de la Reina, era la otra de las claves de que siempre mira un poco como complacer a su maestra en la distancia.

Buscando en el diván del psicoanálisis, el blanco roto del vestido de la nueva Reina nos podría llevar a una cierta recreación de su traje de novia, aquel vestido que le generó algún que otro quebradero. Es curioso que vuelva a un blanco como si tuviese otra oportunidad de volver pasar por el altar. Problablemente porque el acto de ayer es volver a casarse. Ella se casó con un Príncipe entonces y de alguna manera se casa ahora con un Rey. Deja de ser una princesa para ser una reina. Puede parecer una tontería para el resto de los mortales, pero para una persona que va a tener que convivir con una mujer que le hacía la reverencia, supongo que lleva al más profundo de los Freud que tengamos a mano.

La nota final sería un notable alto. No me atrevo a darle sobresaliente porque el exceso de austeridad y sobriedad.