Barcelona

El centro-derecha arrincona a la izquierda

La pugna entre constitucionalistas y secesionistas eclipsa una nueva derrota del eje progresista, que no levanta cabeza desde 2006.

Elisenda Alamany, Xavier Doménech y Jessica Albiach valoran los mediocres resultados de los comunes
Elisenda Alamany, Xavier Doménech y Jessica Albiach valoran los mediocres resultados de los comuneslarazon

La pugna entre constitucionalistas y secesionistas eclipsa una nueva derrota del eje progresista, que no levanta cabeza desde 2006.

Hay veces que los árboles no dejan ver el bosque y lo cierto es que el fuego cruzado entre el independentismo y el constitucionalismo ha hecho que pase de puntillas una nueva derrota electoral de los partidos de izquierda en Cataluña. Fue en las filas de Podemos –concretamente Pablo Iglesias– desde donde primero se llamó la atención sobre este análisis que suele pasar desapercibido desde que dio comienzo el proceso soberanista: la izquierda sigue sin levantar cabeza en Cataluña y lleva desde las elecciones de 2006 sin opciones de colocar a uno de sus candidatos en el palacio de la Generalitat. Este hecho adquirió el pasado jueves dimensiones más alarmantes cuando las urnas arrojaron un resultado insólito hasta el momento: dos fuerzas políticas que se sitúan a la derecha del espectro ideológico –Ciudadanos y PDeCAT– fueron los partidos más votados logrando conjuntamente una más que holgada mayoría absoluta. Las siglas de izquierdas mejor situadas el jueves fueron las de Esquerra y el conjunto de fuerzas progresistas sumó 61 escaños, muy lejos de los 74 logrados por la derecha. En realidad sólo en las primeras elecciones autonómicas de 1980 y en las dos que señalaron el final del pujolismo (2003 y 2006), los partidos de izquierda han logrado más apoyo en las urnas catalanas. Obviando la excepción de los comicios de 2015, cuando Convergència y Esquerra concurrieron en una sola lista, la derecha ha mantenido desde los dos tripartitos una cómoda ventaja que llegó en 2010 a nada menos que 35 escaños.

De nada ha servido que los de Junqueras hayan conseguido su mejor resultado histórico: a pesar de haber subido de 20 escaños en 2012, la última vez que se presentó en solitario, a 32 el 21-D no tiene posibilidad de formar gobierno como tercera fuerza política. Y las cosas no fueron mejor para el PSOE. El secretario general Sánchez se personó ayer en Barcelona junto a sus principales adláteres, Adriana Lastra y José Luis Ábalos, para asistir a la ejecutiva del PSC en la que se puso buena cara al decepcionante resultado, el segundo peor de la historia. De 523.000 papeletas se pasó a 600.000, del 12,72% al 13,88% y de 16 a 17 escaños en el Parlament. La diminuta mejora, a pesar de romper una tendencia a la baja que duraba desde 1999, sabe a derrota, ya que Iceta no ha sabido sacar partido del revuelto río político catalán ni proyectar una imagen de futuro para los socialistas catalanes, que sigue igual de lejos de volver a ser una opción política con posibilidades reales de gobernar. Desde 1999, con Maragall de candidato, el PSC sigue en caída libre y en sucesivos comicios autonómicos ha pasado de los 52 de entonces a los 17 del jueves a un ritmo que si se tratara de un gráfico de constantes vitales hablaría de un paciente en las últimas: en 2003, 42; en 2006, 37; en 2010, 28; en 2012, 20 y en 2015, mínimo histórico con 16.