Ejército de Tierra

El Ejército, en tierra yihadista

Las tropas españolas, al mando de la operación de la UE en Mali, ya entrenan a los soldados malienses en avisperos terroristas como Tombuctú

Un militar español instruye a los malienses en el uso de morteros/MDE
Un militar español instruye a los malienses en el uso de morteros/MDElarazon

Las tropas españolas, al mando de la operación de la UE en Mali, ya entrenan a los soldados malienses en avisperos terroristas como Tombuctú

«La situación aquí en el sur es de calma, aunque extremadamente volátil. Pero en el norte el peligro es serio y hay un problema muy serio. Allí los terroristas no son aficionados». Quien habla es el coronel Ignacio de Olazábal Elorz, jefe del centro de entrenamiento de Koulikoro (Mali), en el que 259 militares españoles instruyen al Ejército del país para que sea capaz de combatir a los yihadistas. Y añade: «Ya estamos jugando en el centro del país».

Y así es, porque desde hace poco, los efectivos de la misión de Entrenamiento de la UE en Mali (EUTM-Mali), ya no enseñan a los malienses sólo en Koulikoro, sino que trasladan sus clases por las ocho regiones militares del país adaptándose a las necesidades de sus Fuerzas Armadas. Y esas «escuelas móviles» llegan a lugares como Gao o Tombuctú, zonas infestadas y controladas por grupos yihadistas.

Es lo que la misión ha denominado «descentralización del adiestramiento», que implica que el área de operaciones se extiende ahora desde el sur del país hasta la curva del río Níger, incluyendo los dos citados municipios. Es el reto más importante al que se enfrentan y llega, además, con España al mando no sólo de la operación, sino también del equipo europeo de entrenadores y de la Fuerza de Protección. En total, nuestro país contribuye con 292 uniformados, siendo el que más aporta de todos. Ya lo dijo la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, cuando les visitó hace diez días: «La misión adquiere una mayor complejidad y es la más importante en la que participamos».

EUTM-Mali nació en enero de 2013 y España inició su participación cuatro meses después. Desde entonces, el despliegue se limitaba al cuartel general de Bamako y al citado centro de entrenamiento. Ahora, en el tercer mandato de la operación, los 580 efectivos de 27 países, amplían el teatro de operaciones y llegan donde el Ejército maliense les reclama. Eso sí, lo hacen siempre que pueden garantizar la protección y la atención médica allá donde vayan.

El epicentro de este entrenamiento está en la Academia «Boubacar Sada Sy» de Koulikoro, un acuartelamiento de cerca de 23 hectáreas donde se encuentran desplegados unos 500 militares de una veintena de países, de los que 259 son españoles (el resto del contingente está en Bamako). Allí, en la denominada «fábrica de soldados», se han instruido en todos estos años –y se sigue haciendo– a ocho Grupos Tácticos Interarmas malienses, esto es, a cerca de 12.000 soldados en tácticas de operaciones especiales, artillería, morteros, control aéreo y tiro de precisión, entre otras. Cursos de unas 12 semanas de duración media que, en la mayoría de ocasiones, arrancan desde cero.

El coronel De Olazábal es el que organiza los diferentes cursos que se imparten y ahora tiene la difícil tarea de enviar equipos de 50 efectivos durante unas seis semanas a academias que se encuentran hasta a mil kilómetros de distancia. «Supone un gran esfuerzo y un reto importantísimo», explica el teniente coronel Francisco López Villar, jefe del Grupo de Caballería II de la Legión, una de las unidades encargadas de la protección.

Ahora, medio centenar de entrenadores se encuentra en Sikasso, a unos 400 kilómetros al sureste, y en breve se desplazarán a Kati, a unos 75 kilómetros al este. Da igual la distancia, pero siempre han de cumplirse unas condiciones para que el equipo de instructores se traslade hasta allí. La más importante es la conocida como «Golden hour» e implica que cualquier herido llegue en menos de una hora al hospital «Role 2» alemán de Koulikoro en un helicóptero medicalizado. «Si no se puede garantizar esto, no vamos», explica De Olazábal.

Junto a ese equipo médico también se desplaza una Fuerza de Protección española, que incluye los recién llegados vehículos antiminas «RG-31» o «Lince» y drones «Raven» con los que controlan desde el aire cualquier posible amenaza. Ya han estado en avisperos yihadistas como Tombuctú: «Y el resultado fue muy bueno», recuerda.

Hasta ahora han conseguido que los soldados malienses sean mucho más eficaces. «Están tremendamente motivados y la disciplina es excelente, recalca el coronel, quien añade que, pese a las carencias de las Fuerzas Armadas de Mali, «son muy receptivos y ven el resultado y la eficacia de lo que hacen». En el caso de España, los militares les dan cursos de técnicas de comando (operaciones especiales) y de artillería y tiro con mortero, y «su progreso es muy bueno», destaca. «Empezaron desde lo más básico y ahora son capaces de calcular por sí solos los datos».

Tal es el progreso de los soldados malienses que el Gobierno del país se muestra muy optimista y de los 35.000 efectivos con los que cuentan ahora sus Fuerzas Armadas esperan llegar a los 41.000 el próximo año. Algo que confirmó el nuevo jefe de la misión, el general de brigada español Enrique Millán Martínez: «El Ejército maliense se está fortaleciendo». Y recordó que «estamos aquí para evitar que Mali se convierta en un santuario terrorista».