Lucha contra ETA
El exilio de Troitiño en el barrio de Al Qaeda
LA RAZÓN visita el barrio de Londres donde vive el etarra, calificado por Scotland Yard como zona de amenaza extremista
Es curioso la cara de sorpresa que se le puede quedar a una persona cuando se desvela la verdadera identidad de los vecinos que tiene en la puerta de al lado. Nadie espera que una «agradable pareja» pueda estar dando cobijo a un hombre que, tras ejecutar uno de los atentados más sangrientos de ETA, haya vuelto a ser detenido acusado de integrarse de nuevo en el grupo terrorista con el cometió 22 asesinatos.
Los amigos de Antonio Troitiño no viven en una calle especialmente transitada. Está situada en el noreste de Londres y se encuentra a una distancia muy considerable del centro. Llegar hasta allí en medio del temporal que azota estas semanas el Reino Unido resulta una verdadera odisea. Es una zona básicamente residencial, sin tiendas o restaurantes a mano. En el pequeño negocio de ultramarinos que hay en la esquina, regentada por un paquistaní, no recuerdan haber visto por allí nunca a los vascos. Los vecinos –la mayoría extranjeros– no guardan ningún tipo de relación entre ellos. En algunos casos, ni siquiera se ponen cara. Pero la familia que vive justo en la casa aledaña sí conoce «de vista» a los caseros del terrorista. «Parece una pareja agradable. Tienen una niña pequeña y viven aquí desde hace un par de años. Nos decimos hola y adiós cuando coincidimos aparcando, pero poco más. Ni siquiera sé a qué se dedican. Por educación, alguna vez nos hemos intercambiado Christmas en Navidad», comenta una mujer que prefiere no revelar su nombre. Lo cierto es que contemplando tan sólo la fachada de la casa donde vive actualmente el activo miembro del comando Madrid uno bien podría hacerse a la idea de que pertenece a gente capaz de mandar una carta felicitando las fiestas. Se trata de una vivienda de cuatro habitaciones con la jardinería bien cuidada. En la entrada te recibe un cuadro de madera dedicado a Sorginetxe –el dolmen de Arrizala– con la Ikurriña tallada. No hay buzón con el nombre de los dueños y todas las ventanas tienen cortinas cerradas. Enfrente hay un solar y a pocos metros esta una carretera que te conduce a uno de los únicos pubs de la zona. Allí tampoco ponen cara al histórico miembro de ETA. El recorrido que realizo enseñando su fotografía me recuerda al que hice en 2008 buscando a De Juana, primero en Dublín, luego en Belfast. Al igual que Troitiño, se le dejó en libertad condicional porque no había riesgo de fuga. Pero desde 2010 no se sabe nada de su paradero.
De repetirse el mismo escenario, nadie tendía de que asombrarse. El pasado viernes, fue el miso abogado del palentino, Mark Summers, quien recordó que en el pasado la Policía ya tenía constancia de la posesión de documentos falsos. Entre otras causas, el juez Pablo Ruz, lo acusa de haber falsificado su DNI al huir de España en 2011. Tras cumplir una pena de 24 años por 22 asesinatos, quedó en libertad aquel 13 de abril. Días después, la Audiencia Nacional revocó la decisión. Pero cuando lo requirió para ampliarle la condena en aplicación de la doctrina Parot ya estaba ilocalizable.
Las calles de Walthamstow están prácticamente desérticas. Un turista podría achacar la falta de gente a las tormentas, pero no es el caso. En el barrio, con un índice de violencia muy superior a la media de Inglaterra, nunca se ha respirado sentimiento de comunidad, salvo en las mezquitas. Scotland Yard considera que esta zona representa una amenaza de alto nivel de extremismo inspirado-Al Qaeda. Sobre todo entre los varones de entre 20 y 38 años. La mayoría de ellos son británicos nacidos de inmigrantes de segunda y tercera generación del sureste de Asia. Las charlas de los agentes dirigidas a los jóvenes para advertirles de la radicalización a través de Internet son constantes.
En 2012, debido a su proximidad con el estadio de los Juegos Olímpicos, fue uno de los barrios que contó con más presencia policial. A las autoridades locales se les dio incluso acceso al perfil restringido de algunos de los sospechosos de terrorismo vinculado con Al Qaeda, por expreso deseo del ministerio del Interior. Cuando pregunto por ese asunto a los vecinos nadie sabe nada. Lo único que accede a decirme un joven que pasea con bicicleta es que es «un barrio normal en el que puedes pagar un alquiler decente de 220 libras a la semana por una casa de dos habitaciones».
Si Al Qaeda resulta un tema tabú, la situación del País Vasco resulta un tema completamente desconocido. «No sabemos qué es ETA», me responde un señor que sale un establecimiento de comida rápida para llevar.
Cae la noche y el fuerte viento amaina. Me dirijo de nuevo a la vivienda de Troitiño con esperanza de ver algo de vida en su interior. Se aprecia luz, pero las cortinas impiden reconocer los rostros de los que están dentro. Los vecinos comienzan a ponerse nerviosos con mi presencia. La cámara les resulta incómoda y me sacan fotos con sus teléfonos. Es irónico. Con un dispositivo y 22 asesinatos a sus espaldas, no entiendo cómo en esta misma calle, el activo miembro del comando Madrid sí haya logrado pasar desapercibido.
14 meses dedicados a integrarse de nuevo en la banda terrorista
La Audiencia Nacional acusa ahora a Troitiño de hechos nuevos que podrían suponer otra vez el ingreso en prisión del etarra una vez se haya formalizado su entrega, y por los que se dictó una orden de detención en su contra el pasado mes de enero. Durante su primer arresto en 2012 el miembro de ETA manejaba seis juegos de DNI, dos carnés de conducir y dos tarjetas sanitarias con identidades falsas que le habían sido proporcionados por el aparato logístico de ETA. Asimismo, durante los 14 meses que el terrorista ha permanecido en la clandestinidad, el etarra no ha estado desocupado, sino que se ha dedicado a integrarse de nuevo en ETA, concretamente en el subaparato de huidos. Fue el aparato logístico de la banda el que organizó su salida del territorio nacional y le proporcionó la documentación falsificada.
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