Caso Nóos
El fiscal Horrach: «No he recibido una sola llamada del Gobierno, Casa Real o el fiscal general sobre la Infanta»
Palma de mallorca- En el enconado combate jurídico entablado en el último año y medio entre el juez José Castro, instructor del «caso Nóos», y el fiscal anticorrupción Pedro Horrach a cuenta de la imputación de la Infanta Cristina, la decisión que hoy hará pública la Audiencia de Palma sobre si hay o no indicios para sentar a la hermana del Rey en el banquillo suena algo así como a campana de último asalto. A sólo unas horas de que se dilucide esa controversia –quién sabe si definitivamente–, Horrach se muestra tranquilo y hace hincapié en que no ha recibido presiones para no acusar a Doña Cristina. «Ni el Gobierno, ni la Casa Real, ni el fiscal general del Estado me han llamado una sola vez para condicionar mi trabajo en relación con la Infanta», asegura tajante. Ni siquiera, precisa, a través de personas interpuestas.
El fiscal que ha destapado en los últimos años buena parte de los escándalos de corrupción que han situado a Baleares en el epicentro de la actualidad judicial –y que han terminado, entre otros, con el ex presidente Jaume Matas en prisión– se siente incómodo señalado por un supuesto trato de favor a la Infanta. Recuerda, con un adarme reivindicativo, cuando el «caso Nóos» sólo era una caja llena de facturas en el juzgado de Castro, más de 800, que se encargó de escudriñar pacientemente hasta empezar a desmadejar la trama de las contrataciones bajo sospecha de los gobiernos balear y valenciano al Instituto Nóos de Iñaki Urdangarín y Diego Torres por un montante de 6,1 millones de euros entre 2004 y 2007. También el «caso Palma Arena», un árbol de navidad de la corrupción del que cuelgan decenas de casos (entre ellos el de Nóos) –señala– «como el 90 por ciento de los casos de corrupción de aquí, se inició por la actuación de la Fiscalía Anticorrupción». De ahí que le duela especialmente que se ponga en duda su honradez profesional por defender la inocencia de la Infanta, al igual que la Abogacía del Estado. «Tengo la conciencia absolutamente tranquila», mantiene, e insiste en que «los únicos que no han cambiado de criterio respecto a la Infanta hemos sido la Abogacía del Estado y la Fiscalía Anticorrupción» (Castro se negó a imputarla en marzo de 2012 para posteriormente imputarla un año después).
«He actuado con total libertad –hace hincapié–, tanto cuando comencé a investigar el «caso Nóos» y lo declaré secreto como al ordenar los registros de las empresas, incluida Aizoon (la sociedad que compartían al 50% los duques de Palma) y al imputar a Iñaki Urdangarín».
Y en respaldo de esa autonomía que, subraya, ha guiado toda su investigación, saca a colación una conversación en la que Eduardo Torres-Dulce le dejó claro, en presencia del fiscal jefe de Anticorrupción Antonio Salinas, que tenía las manos libres para actuar en el «caso Nóos» de acuerdo a su criterio profesional. «Yo no estoy aquí para tapar a nadie ni para ocultar a nadie», remarcó el fiscal general del Estado.
Pero, pese a todo, reconoce que «resulta un poco frustrante oír que como se trata de la Infanta no actuamos como debiéramos y no le damos el mismo trato que al resto».
Su distanciamiento con el juez Castro, que durante meses se mantuvo en el terreno estrictamente jurídico y que –con el tiempo y el revuelo mediático tras los sonados intercambios de reproches– inevitablemente cuarteó su otrora buena relación personal, es ahora evidente. Horrach cree que el magistrado, empujado por la presión de la opinión publicada, decidió cambiar las reglas del juego «a mitad de partido para imputar a la Infanta». Hasta ese momento, admite, «la sintonía era total». Ergo desde entonces, lamenta, «se ha creado un prejuicio tan fuerte que ya se ha condenado socialmente a la Infanta y a quienes nos hemos opuesto a su imputación se nos señala como si actuáramos al servicio del Gobierno».
Horrach asume que, si la Audiencia Provincial de Palma mantiene la imputación de la Infanta por blanqueo y delito fiscal, nuevamente se cuestionará su trabajo. «Si mañana (por hoy) no me dan la razón, me van a crucificar, pero eso no marcará mi carrera, porque mi carrera ya está hecha». «Nuestra carrera –matiza– es muy corta». Eso sí, admite que ese revés profesional ensombrecería «los otros casos que he llevado aquí».
En caso contrario, si los tres magistrados retiran finalmente las imputaciones a la hermana del Rey Felipe, la reacción es fácilmente imaginable. «Si las retiran –asegura– voy a respirar y pensaré en cuánto tiempo y trabajo he perdido por esta nimiedad».
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