Caso Nóos

Zarzuela debate la rehabilitación de la Infanta tras la absolución

En la Casa Real hay dos posturas sobre cómo gestionar la absolución de Doña Cristina: los que piden que recupere su presencia en la vida pública y los que aconsejan esperar a que el Supremo dicte sentencia firme.

En marzo de 2014, la Reina Sofía y el entonces Príncipe de Asturias rindieron homenaje al rey Pablo I en un acto religioso celebrado en el cementerio real del palacio de Tatoi.
En marzo de 2014, la Reina Sofía y el entonces Príncipe de Asturias rindieron homenaje al rey Pablo I en un acto religioso celebrado en el cementerio real del palacio de Tatoi.larazon

En la Casa Real hay dos posturas sobre cómo gestionar la absolución de Doña Cristina: los que piden que recupere su presencia en la vida pública y los que aconsejan esperar a que el Supremo dicte sentencia firme.

Lo he leído este fin de semana en un periódico de tirada nacional: «Una sentencia blindada ante la opinión pública». Sonreí. Lo que hemos conocido del «caso Nóos» es todo menos una sentencia blindada. El viernes no se hablaba de otra cosa... pero también es verdad que el domingo ya estábamos aburridos.

Por supuesto, casi nadie se ha leído el auto de las tres juezas. Ni lo harán. No lo necesitan para dar una opinión. Parece un lugar común decir que la monarquía de Felipe VI ha salido bien parada y, aunque se han encargado encuestas importantes al respecto, la opinión pública parece que ha dado por buenas y esperadas las sentencias. En una de ellas, sin duda la que más preocupaba a la Casa Real, Doña Cristina ha sido absuelta. Y eso ha provocado satisfacción no sólo en su familia, sino también en Zarzuela. No en vano fue el propio Rey Don Juan Carlos el que pidió a Miquel Roca que dirigiera su defensa, cuestión en la que le ayudaron Jesús Silva, Pablo Molins, Jorge Navarro, Juan Segarra y Jaume Riutord.

Pero mientras los abogados y el equipo de Zarzuela respiran, no han faltado los que vuelven a reclamar que la Infanta renuncie a sus derechos sucesorios –para sí ¡y también para sus hijos!– e incluso a la dignidad que ostenta por nacimiento, la de Infanta de España. En Zarzuela recuerdan que esas renuncias son potestad de Doña Cristina aunque reconocen que, si no lo ha hecho ya no parece que vaya a hacerlo ahora. Alguien de su entorno me dice que sólo lo haría si Urdangarín fuera declarado inocente por el Supremo. Y que sólo entonces, no como venganza sino para recordar lo sola que la han dejado en algunos momentos, pediría su salida formal de la Familia Real. Veremos.

Dos bandos en Zarzuela

Pero volvamos a Zarzuela. En la Casa hay dos bandos en este momento. Los que airean la inocencia de la Infanta para que recupere su presencia en la vida pública, y los que piensan que hasta que no falle el Supremo la supuesta condena de su marido, es mejor esperar. Hay mujeres, y muy activas, en ambos bandos. Con desigual peso, aunque todas con diadema. Los que defienden la rehabilitación de la Infanta recuerdan, que hasta los políticos absueltos han vuelto a ejercer su trabajo. Sin embargo, el otro grupo se escuda en la prudencia y, sobre todo, en que hay evitar un nuevo juicio mediático como el que ha sufrido la monarquía a lo largo de todo este tiempo. Ven con horror una hipotética visita de Doña Cristina a la cárcel. ¡Cómo si alguien se acordara hoy del tiempo que pasó la Pantoja en prisión! Pero todos saben que será Don Felipe el que decida. Así ha sido hasta ahora y así seguirá siendo.

Solución intermedia

Finalmente, y a la espera del recurso ante el Supremo, parece que se va a imponer una solución intermedia.

Aunque aún no esté confirmado oficialmente –y dudo que se emita ningún comunicado desde Zarzuela– la Infanta y su familia se irán a vivir a Lisboa, lo que les evitará de facto estar presentes en los actos protocolarios habituales. Además, los hay que señalan, con evidente acierto, el gran cambio que ha sufrido la agenda real en los últimos meses. No sólo ha desaparecido la infanta Doña Elena, sino también los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía. Es un hecho que cada vez tienen menos actos y aunque hay quien ve también en ello, una manera de controlar mejor la imagen –algo obvio– tampoco se entiende que a algunos de ellos sólo puedan asistir los soberanos y no el padre o la madre del Rey, o su hermana mayor.

Y es que en Zarzuela viven momentos de ajustes. Han respirado sí, pero las lecciones del pasado están tan recientes que se impone una «estrategia restrictiva», palabro que me deja anonadado, pero que promete momentos estelares que no dejarán a nadie indiferente.