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El jefe de explosivos de ETA escondía telemandos para activar coches bomba

Tomás Elgorriaga tenía documentos «políticos» sobre los planes de la banda

El cabecilla etarra tenía una página en Facebook con el nombre de Manuel Elgorriaga Kunze. Al lado, en una imagen de archivo
El cabecilla etarra tenía una página en Facebook con el nombre de Manuel Elgorriaga Kunze. Al lado, en una imagen de archivolarazon

El cabecilla etarra Tomás Elgorriaga Kunze, alias «Teo», «ingeniero» y consumado especialista en la fabricación de artefactos explosivos, detenido en Alemania el pasado día 31, en una operación en la que colaboraron Fuerzas de Seguridad de este país, así como de Francia y España, tenía en su poder, en perfecto estado de uso, elementos necesarios para activar coches bomba, según han informado a LA RAZÓN fuentes conocedoras de dicha operación conjunta.

Este dato, que causó la natural sorpresa y alarma, fue obviado en las notas oficiales hechas públicas entonces.

Es sabido que desde hace tiempo la doctrina que marcan distintas instancias es que ETA ya está derrotada, inoperativa y que si mantiene sus arsenales es por su voluntad (manifestada públicamente) de convertirse en un «agente político». Muchos expertos europeos no están de acuerdo en que se deba descartar tal hipótesis.

En un juicio celebrado en París la pasada semana, el comandante de la Subdirección Antiterrorista (SDAT) Stéphane Durey recordó que la banda tiene todavía en su poder, además de numerosas armas, «unos 500 kilos de polvo de aluminio empleado para la confección de explosivos, del lote de 1.290 kilos que robó en el norte de Francia en diciembre de 2005». Esta sustancia puede conservarse muchos años, aunque requiere unos cuidados particulares a la hora de almacenarse por la posibilidad de una deflagración.

Los investigadores no piensan que la banda lo haya podido guardar en zulos formados por bidones enterrados en el monte.

Placas electrónicas

Cuando los agentes detuvieron a Elgorriaga se llevaron la sorpresa de que guardaba, entre otros artilugios, varios telemandos de los utilizados para activar explosivos a distancia, así como una serie de placas electrónicas susceptibles de ser utilizadas en la fabricación de elementos necesarias para activar artefactos de todo tipo.

En teoría, estos materiales (de ser verdad que ETA ha renunciado para siempre a sus actividades terroristas) deberían estar guardados en los zulos en los que la banda esconde las armas y explosivos. Que los tuviera Elgorriaga Kunze debe responder a alguna razón que los investigadores esperan descubrir en el material escrito y telemático que fue encontrado en su poder.

El pistolero, que fue arrestado en la localidad de Mannheim, en el estado de Baden-Württemberg, fue capturado por agentes alemanes de la Oficina Federal de Investigación Criminal-BKA en colaboración con la Comisaría General de Información (CGI) del Cuerpo Nacional de Policía y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) españoles, como consecuencia de una orden de búsqueda y captura emitida por las autoridades francesas. A Elgorriaga se le ha relacionado, desde que huyera en 2006 (formaba parte del grupo de más de 200 presos etarras puestos en libertad como gesto de buena voluntad por la tregua que entonces mantenía la banda), con el «aparato de explosivos» de ETA y con labores de formación de nuevos pistoleros para enseñarles la fabricación de bombas y otro tipo de artefactos.

Las autoridades francesas creen que participó, en diciembre de 2010, en la sustracción, en la empresa Impuls France, de material informático, que incluía varios miles de tarjetas para la falsificación de documentos.

Sin problemas

Elgorriaga llevaba en Alemania una vida sin problemas, bajo la cobertura de un profesor de universidad, con título de doctor incluido, y que tenía su base en documentos que había falsificado sobre su historial académico. En el momento de su arresto, llevaba un DNI español falsificado y un carné de conducir alemán al mismo nombre.

Era todo un personaje universitario, coche incluido, con cuentas y tarjetas bancarias y amplia vida social. No faltaba a ninguno de los actos, académicos o lúdicos, que se organizaban en la universidad. Sin embargo, se mantenía vinculado a la banda, al máximo nivel, según las mismas fuentes.

Las investigaciones realizadas hasta el momento han permitido determinar que estaba en Alemania desde 2001. Residía en la localidad de Friburgo y trabajaba como profesor en la Facultad de Sociología de la Universidad Albert Ludwig. Vivía en un piso de esta población junto con dos súbditas alemanas, que desconocían su verdadera identidad y pertenencia a ETA.

Su vinculación a la banda no se ha roto en ningún momento y en la actualidad ocupaba un puesto importante en el organigrama de la banda criminal.

Llevaba un maletín de urgencia por si tenía que huir precipitadamente

En los registros efectuados en el despacho de la Facultad de Sociología y en su domicilio, fue encontrada una agenda en la que Elgorriaga, utilizando claves encriptadas similares a las que usaba Ibon Fernández, «Susper», había incluido una serie de anotaciones que iban desde 2002 hasta el año que viene y que se supone que son citas con otros miembros de la banda.

Escondidos en las tapas de dicha agenda, los agentes alemanes encontraron 14 documentos de identidad falsos con las fotografías de Elgorriaga: un carnet de identidad francés; cuatro de nacionalidad alemana; cinco DNI españoles; tres carnets de conducir españoles y uno galo; así como tres tarjetas sanitarias.

Alta calidad

Los documentos, por su alta calidad, fueron realizados por el subaparato de falsificación de ETA, con el que colaboraba en la actualidad Elgorriaga.

Este individuo pretendía tenerlo todo previsto, incluso que le fallaran todas las identidades de que disponía, y se había organizado un «maletín de urgencia», para ser usado en caso de tener que escapar de forma precipitada. En su interior, entre otras cosas, estaban los documentos verdaderos de Elgorriaga y material para falsificarlo sobre la marcha.

También llevaba una elevada cantidad de dinero en metálico (en euros, francos suizos y coronas suecas); dos ordenadores, cuatro discos duros y otros dispositivos de almacenaje informático.

Por si tenía que poner su fotografía en un carnet falsificado sobre la marcha, en el maletín había una lupa, elementos para rascar y cambiar los nombres; un aparato que se está analizando y que parece ser un lector de rayos con el que descubrir los dispositivos de seguridad que llevan ahora los nuevos carnets; etcétera.

Otra cosa que ha llamado la atención de los investigadores es que tuviera tampones de sellos oficiales del Gobierno vasco falsificados y una serie de documentos de carácter «político» con reflexiones sobre el futuro de la banda.