Crisis del PSOE
El líder del PSOE se enfrenta a otro amago de ruptura con el PSC
Ferraz tacha de «desleal», «inoportuno» e «incoherente» a Navarro por pedir la renuncia del Rey
Quienes pensaran –y hubo quien lo pensó– que Rubalcaba se adentraría en el fango de la corrupción y en la descripción del «caso Gürtel», las cuentas suizas de Bárcenas o los presuntos sobresueldos del PP, se equivocó. Hubo quien se lo pidió sin éxito. Y esta vez la decisión la tomó en solitario, convencido de que hacer de este asunto el eje de su intervención le hubiera valido más críticas aún de las que ya ha cosechado sin hacerlo.
El discurso del secretario general del PSOE en el Debate de la Nación convenció a su parroquia mucho más que el que hiciera en la investidura de Mariano Rajoy. El reconocimiento del descrédito de la política; la invocación al derecho de rectificación, la descripción de la realidad social, el relato de la España del paro, los desahucios, la sanidad y la educación fueron aplaudidos en no pocas ocasiones por los diputados socialistas, que ayer se declaraban satisfechos con el resultado obtenido por su jefe de filas. Y esto a pesar de que todos admiten que el pasado reciente del PSOE acompañará ya a Rubalcaba de por vida haga lo que haga.
Dos «peros» sí le pusieron. Uno, que no se revolviera en la réplica ante un Rajoy que desdeñó toda crítica del socialista. Y dos, que se adentrara en una propuesta de reforma constitucional en la que, a juicio de algunos, «ni siquiera él cree». Sobre este capítulo y sobre el quién y el por qué se afanó Rubalcaba en él versó ayer el debate en las filas socialistas. Y es que el motivo se encuentra en el PSC y en Pere Navarro, ya que ha sido el socialismo catalán el que ha arrastrado al PSOE a proponer una reforma de la Carta Magna para dar encaje a Cataluña en un nuevo diseño constitucional de corte federal. ¿La recompensa? La inoportunidad y la «deslealtad» del primer secretario del socialismo catalán, que minutos antes de que subiera Rubalcaba a la tribuna pedía la abdicación del Rey como si no supiera –o sí– que esa tarde el foco de la política estaba puesto en la Carrera de San Jerónimo y la intervención de Rubalcaba. Sus palabras no fueron improvisadas, estaban escritas y además se advirtió de ellas horas antes a la prensa catalana para que estuviera atenta a la propuesta de Navarro. Quienes no sabían nada eran la dirección del PSOE y el Grupo Parlamentario. La Ejecutiva federal tuvo que redactar un comunicado mostrando su absoluto rechazo a la petición de Navarro para que Don Juan Carlos abdique en favor del Príncipe Felipe. Pero el daño ya estaba hecho y el socialismo español volvía a bullir contra un PSC ante el que se declara harto y fatigado.
La Ejecutiva se tuvo que emplear ayer a fondo en frenar un nuevo amago de ruptura. Hubo quien llegó a plantear pedir públicamente una convocatoria urgente del Comité Federal para abordar el asunto, recuperar la vieja federación socialista catalana y acabar con la tortuosa relación entre PSOE y PSC de los últimos años.
«Cada día nos dan más argumentos para que pierda dramatismo la posibilidad de ruptura», decía un secretario general en conversación con este periódico. Son muchos los que así lo creen, pero en Ferraz, donde admiten la gravedad de la situación, no quieren precipitarse. Rubalcaba llamó el miércoles por la noche a Navarro para reprocharle su actitud desleal, afearle la incoherencia de su planteamiento y advertirle de que la paciencia del PSOE empieza a agotarse.
Lo mismo hizo Elena Valenciano con otros dirigentes del PSC, desde donde esgrimen la «presión y la agenda catalana» para justificar su reacción. Ni presión, ni agenda, ni gaitas; dicen algunos que el verdadero motivo que se esconde tras la «bomba» que soltó Navarro es la negativa de Rubalcaba a poner la mano en el fuego por el que fuera secretario de Organización del PSC y mano derecha de Carme Chacón, José Zaragoza, en relación con el asunto del espionaje en Cataluña.
Sea o no verdad que a los socialistas catalanes molestara la contundente condena del asunto que hizo la semana pasada el secretario general del PSOE, lo cierto es que en Ferraz no ocultan su preocupación por el grado de descomposición de la política catalana y la posible implicación del PSC en el escándalo de la agencia de investigación privada Método 3. Conclusión: el secretario general del PSOE tenía hasta el miércoles un problema con el PSC –el derecho a decidir– y ahora tiene dos –la abdicación del Rey–.
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