Vitoria
El nuevo PP coloca en la diana a los «barones» centristas
El conflicto ha explotado con el empujón de Cayetana Álvarez de Toledo al PP vasco. Sus formas, apadrinadas o no por Casado, agitan las rencillas hacia la portavoz
El conflicto ha explotado con el empujón de Cayetana Álvarez de Toledo al PP vasco. Sus formas, apadrinadas o no por Casado, agitan las rencillas hacia la portavoz.
La paz interna dentro del PP tiembla a costa de algunos gestos de la nueva Génova, en concreto, de la nueva portavoz parlamentaria, Cayetana Álvarez de Toledo, que se han interpretado como presiones contra «barones» de la «era Rajoy» que han sobrevivido a la operación «renove» del partido para ajustarlo a la «era Casado». El símbolo es el encontronazo con el PP vasco y con su líder, Alfonso Alonso, buscado por Álvarez de Toledo, y que ayer tuvo que rectificar el líder nacional, Pablo Casado, con un mensaje de apoyo al dirigente cuestionado. Pero, de fondo, el malestar es más amplio.
Alonso está en el sector «centrista», le sitúan o se sitúa en el ala moderada, y apoyó a la ex vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría en el Congreso de la sucesión. Los resultados no acompañan al PP vasco, pero nadie dentro del partido discute su compromiso constitucionalista ni contra el independentismo. No está en cuestión la firmeza en la defensa de los principios ortodoxos de la doctrina del PP en el País Vasco de quien es un hombre del partido, ex alcalde de Vitoria y respetado internamente.
Álvarez de Toledo lanzó la bomba contra él al criticar la tibieza de los populares vascos con el nacionalismo y el «perfil propio» que pretenden tener. Puede parecer una manera de revolverse contra el hecho de que Alonso haya sido uno de los barones que no han aceptado pasar por el aro de su proyecto España Suma. Y también puede influir su proximidad a la ex líder vasca María San Gil, fuera de juego en la organización regional.
La portavoz en el Congreso también arremetió contra el proyecto de renovación del PP vasco que se oficializará en la convención que comenzó ayer por la tarde. A su juicio, cuando peor le ha ido al PP ha sido cuando se ha mostrado tibio con el nacionalismo y cuestionó sus intentos por buscar un espacio propio bajo la reivindicación de la foralidad y los derechos históricos. Alonso replicó con la Constitución en la mano, al recordar que los derechos históricos están en la Carta Magna. Y dijo sentirse respaldado por Casado. Ayer conversó con él.
Este choque se produce después de que Casado consiguiera salvar la imagen de paz interna dentro del PP a pesar de los malos resultados electorales de las elecciones generales y a pesar de las «heridas» que dejó la operación de renovación integral del PP heredado de Rajoy. El partido, educado en el cierre de filas desde los tiempos del ex presidente José María Aznar, se «ha comido» de puertas hacia adentro el malestar con los duros ajustes impuestos en las listas o con la política de apartar al «marianismo» y a todo lo que venía de la etapa anterior. Siempre que llega una dirección nueva hace su «limpia» y blinda a su líder, en eso no hay discusión. Pero Casado ha sido capaz de imponer esta operación «renove» sin tener el respaldo de ninguna victoria electoral y con sólidas presiones contra su tendencia a dejarse llevar por la influencia de su entorno «aznarista». Con «peones» del ex presidente bien situados en su núcleo duro, entre ellos Álvarez de Toledo.
Exceso de protagonismo
El problema es que una «mala palabra» o «un gesto mal hecho» puede ser el desencadenante, advierten dentro del partido, de una contestación que Génova cree haber silenciado por completo gracias al buen resultado de la negociación de los pactos autonómicos y municipales que ha alcanzado con Ciudadanos y con Vox después de las elecciones de mayo.
De momento, las primeras actuaciones de Álvarez de Toledo ya han puesto en alerta a destacados dirigentes del PP. Critican su «exceso» de protagonismo o que «tome el mando», como ya hizo cuando como jefa de gabinete de Ángel Acebes, impulsó intelectualmente la teoría de la conspiración de los atentados del 11-M. El PP lo pagó en las urnas y Rajoy tuvo que desprenderse de todo aquello, apartar a Acebes y a Eduardo Zaplana, entonces portavoz parlamentario, para pasar página del «PP duro» y sobrevivir él políticamente. En el imaginario popular está todavía muy presente todo aquello y el papel que jugó Álvarez de Toledo.
«Intentar resolver problemas del presente con soluciones que ya se demostraron fallidas en el pasado no nos va a traer nada bueno. Quien crea que el problema de los 66 escaños, de Vox o de Ciudadanos se resuelve con una reedición del discuso del PP de Acebes y Zaplana se estrellará y nos estrellará a todos». La advertencia viene del ámbito territorial. Donde también se han sorprendido con las filtraciones de Génova que cercan a Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta, con la afirmación de que no está en condiciones de montar ruido con el discurso centrrista. Por ello se significó en la campaña de las generales, y el mal resultado y las críticas por la derechización del PP obligaron a Casado a rectificar.
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