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El «nuevo» PSOE de Rubalcaba: abucheos a la Monarquía y ataque a la Iglesia
Un exultante secretario general anuncia una especie de resurrección, pero evita dar pistas sobre su futuro o aspiraciones. Asume como propio el discurso nacional de Susana Díaz: «Ningún partido tiene más pasión por España que el PSOE»
El líder socialista proclama que el partido «ha vuelto» y quiere sacar la religión de las aulas y de la declaración de la renta. Un exultante secretario general anuncia una especie de resurrección, pero evita dar pistas sobre su futuro o aspiraciones. Asume como propio el discurso nacional de Susana Díaz: «Ningún partido tiene más pasión por España que el PSOE»
Acatarrado, pero exultante por haber superado la prueba; arropado por los ex presidentes González y Zapatero; con fogosa oratoria y rodeado de jóvenes Alfredo Pérez Rubalcaba vino ayer a anunciar una especie de resurrección del PSOE. Una intervención de clausura de la Conferencia Política –que levantó media docena de veces a los delegados de sus asientos– intensa en el fondo y en la forma, con la que reivindicó los valores tradicionales del partido del puño y la rosa, lanzó mensajes de solidaridad e igualdad y consiguió que el auditorio se viniera arriba con una cerrada ovación tras proclamar que «el PSOE ha vuelto». Y eso que dejó intencionadamente en el aire quién pilotará el resto de la travesía hasta las próximas generales. Elocuente silencio al respecto.
Ni una concesión hizo a quienes sostienen que el relevo es más urgente que nunca porque el nuevo proyecto no podrá prosperar sin un nuevo líder. Si acaso, una velada alusión a los que le han acusado de dilatar el proceso de primarias cuando dijo que la Conferenca Política había demostrado que los socialistas son capaces de avanzar cuando son valientes y responsables porque lo primero sin lo segundo «nos hubiera llevado al abismo». Ahí lo dejó. El resto de la intervención tuvo un marcado carácer ideológico para cargar contra las políticas de la derecha a la que, en su opinión, «los españoles echarán del poder por su compulsiva adicción a la mentira». Y también para dibujar a un PSOE más «feminista, más laico y más ecológico».
Quiso levantar ánimos caídos, reafirmar a los entusiastas y lanzar un guiño a los desengañados y huidos hacia otras siglas. Nadie sabe si logró todo esto, pero lo que sí consiguió fue aplazar el anuncio de su decisión, y que nadie le interpelara por ello. Así que el PSOE, como dijo, ha vuelto, pero la pregunta del millón es si vuelve con o sin Rubalcaba. Él no lo aclara, pero de este cónclave los socialistas salen convencidos de será otro rostro el que gane o pierda las próximas elecciones.
Por lo demás, la encendida alocucón sirvió para que el secretario general dijera que tras la Conferencia Política los socialistas salen «más fuertes, más unidos y con las ideas claras» para que asumiera como propio el discurso nacional de Susana Díaz («No hay partido que tenga más pasión por España que el PSOE») y para que emplazara a los suyos a «reconstruir y construir» todo lo que la derecha «ha destrozado». Tres fueron las tareas que en este sentido fijó en el horizonte: el diálogo social, el consenso político y las relaciones territoriales sobre la voluntad de seguir juntos y el respeto mutuo. «Tenemos que reconstruir la relación entre Cataluña y el resto de España. Lo haremos juntos, con vosotros, Pere», aseguró dirigiéndose al primer secretario del PSC, a quien el plenario, en pie, dedicó un encendido aplauso. «Los socialistas queremos a Cataluña con nosotros. Tal como es. Y estamos convencidos de que la mayoría de catalanes quiere a España y la siente suya. Nosotros no somos nacionalistas, somos socialistas», añadió antes de entrar en la necesaria reforma de la Constitución para hacer un modelo federal. Federalismo entendido desde el respeto a la diversidad, la claridad, la competencia, la coordinación entre las Comunidades y el Estado, la igualdad de oportunidades y la solidaridad.
Una gran ovación siguió, luego, a su alusión al PSOE como el partido más importante de la izquierda y el único de izquierdas capaz de parar a «esta derecha desalmada que está trayendo desgracia y sufrimiento».
El secretario general recogió el guante que lanzó el día anterior Susana Díaz al pedir a sus compañeros que respondieran a los ciudadanos que se refugian en «mareas y plataformas» para protestar contras los recortes del PP. Y coincidió con ella en que el PSOE tiene que estar ahí, ya que los ciudadanos que salen a la calle a defender la Sanidad y la Educación pública «defienden el modelo que pusimos en marcha los socialsitas». A partir de ahí animó a los delegados a defender que el PSOE se dispone a reconquistar la confianza de los ciudadanos, para lo que hacía falta el «cambio de proyecto político», que en esta Conferencia se ha consignado. De entre todos los contenidos que los socialistas incorporan ahora a su ideario y glosó Rubalcaba (modelo de primarias abiertas, reforma fiscal, blindaje constitucional de la Sanidad, reforma electoral, limitación de los indultos...) los que más aplausos consecharon entre los delegados fueron el compromiso de «reconstruir» el Estado de Bienestar y el de denunciar el Concordato con la Santa Sede. Su sola mención puso en pie a un enfervorecido auditorio, y entre ellos el ex presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Y es que garantizó que cuando los socialistas recuperen el Gobierno denunciarán los acuerdos con el Vaticano para que no haya «más castas» ni «más élites» dirigiendo a los ciudadanos. «Queremos unos españoles que gobiernen sus vidas libremente», apostilló. El de ayer fue, sin duda, el mayor baño de masas del mandato de un Rubalcaba para el que también ayer empezaba la cuenta atrás de su liderazgo. ¿O no? Habrá que esperar.
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