ETA
El PNV hace un guiño a ETA tras la crítica de la banda que le acusa de «frenar el proceso»
La exigencia de retirada de Policía y Guardia Civil, y la libertad de los presos, gestos nacionalistas hacia los terroristas
Un guiño a ETA como consecuencia del miedo que todavía inspira la banda. Así interpretan expertos antiterroristas, consultados por LA RAZÓN, las recientes declaraciones de la consejera de Seguridad del Gobierno vasco, Estefanía Beltrán, en la que exigía la salida de la Policía Nacional y de la Guardia Civil del País Vasco, algo que carece de sentido, cuando ETA no ha desaparecido y no tiene intención de disolverse. Pensar que la Ertzaintza en solitario puede actuar de freno del separatismo vasco de carácter violento y radical es una pura quimera.
En uno de los últimos documentos de ETA conocidos, los pistoleros lanzaban una amenaza al PNV, sin citarlo. Señalaba que «algún partido político tampoco ha tenido hasta el momento la actitud constructiva que cabria esperar. A menudo los intereses partidistas se han sobrepuesto a los de la ciudadanía. Sea por cálculos electorales o afán de sostener la actual situación de imposición, han sido numerosos los intentos de frenar y desfigurar el proceso. ETA quiere advertir que en el pasado similares posturas se alejaban y no traían más que conflicto y prolongación del sufrimiento. Y esta vez también hay un riesgo real de dejar sin solución el proceso».
Los nacionalistas, siempre atentos a lo que ocurre en el mundo de ETA y conscientes del alcance de la amenaza contenida en el párrafo anterior, han optado por tratar de tranquilizar a la «bestia», algo que, según las citadas fuentes, no se entiende muy bien. Sobre todo si se tienen en cuenta los documentos programáticos de la banda, que dieron lugar al «proceso», pactado con nacionalistas y socialistas durante la anterior legislatura y que el Gobierno del Partido Popular ha frenado en seco.
En dichos textos, se decía, entre otras cosas, que el «bloque» independentista que ha logrado formar (Bildu, Amaiur, Sortu) «se configura en un instrumento para modificar la correlación de fuerzas en el espacio abertzale y cambiar la hegemonía histórica del PNV y su actual compañero regionalista Aralar (ya fagocitado en el citado «bloque»), para lograr el reconocimiento nacional y derecho de autodeterminación (...) Hay que situar unas bases y programa para diseñar un modelo de preparación y palanca de salida. Un compromiso de izquierda abertzale y EA seria importante para "quitarnos"Aralar y PNV de encima». Que el PNV quiera «templar gaitas» con quienes aspiran a barrerlos del mapa, no deja de ser una incongruencia.
La salida de las Fuerzas de Seguridad y de los Ejércitos del País Vasco es una vieja aspiración del separatismo vasco, que las ven como un freno a sus proyectos secesionistas, incluida la anexión de Navarra. Por ello, ETA lo ha convertido, prácticamente desde su fundación, en una de sus «banderas» ya que los pistoleros son conscientes de que si aún no han logrado sus objetivos ha sido, precisamente, por la acción de estas unidades, que con tanta eficacia han combatido a la banda.
El hecho de que el PNV, a través de la consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán, haya pedido, en una de sus primeras declaraciones oficiales, la retirada de las Fuerzas de Seguridad, no dejaba de ser una salida de tono (detrás de la que ese escondía el citado guiño) ya que en el programa del partido para las elecciones se hablaba de adecuación de su despliegue.
Se esperaba, como ha ocurrido en otros gobierno autonómicos de los nacionalistas, la convivencia y colaboración de las distintas policías desplegadas en el País Vasco. Sin embargo, han optado por la radicalización del mensaje para tratar de tranquilizar a la banda, en cuyo seno son cada vez más numerosas las voces que no ven clara la continuidad del «proceso».
La consejera, al menos de cara a la galería, parte de la premisa falsa de que ETA ha desaparecido y no va a volver a cometer atentados. De hecho, el ejecutivo nacionalista reclama también el traspaso de las competencias de Instituciones Penitenciarias (y el consiguiente traslado de los presos de la banda a cárceles del País Vasco, como paso previo a su liberación. Vuelven a incurrir en errores del pasado, que tan dramáticas consecuencias tuvieron, como pensar que pasando la mano por el lomo de la fiera ésta no les va morder. En esos documentos de ETA, se reclamaba, entre otras cosas, que se establecieran los «plazos y formulas para que regresen a casa todos los presos » y la «desmilitarización de Euskal Herria, adecuando al final de la confrontación armada, las fuerzas armadas que están en Euskal Herria».
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