Política

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El PP deja caer a Cervera porque tiene información de una «mala conducta»

El hasta ayer diputado renuncia al escaño y deja la militancia popular

Cospedal ayer en la sede de Génova
Cospedal ayer en la sede de Génovalarazon

Fulminante. Así ha sido la reacción de la dirección nacional del PP a la noticia de que Santiago Cervera, diputado hasta ayer del partido por Madrid, había sido detenido el domingo en Pamplona por su presunta implicación en un intento de chantaje al presidente de Caja Navarra (CAN), José Antonio Asiáin. Su detención se produjo en la tarde del domingo cuando acudió a las proximidades del Club Natación de Pamplona, según su versión tras recibir un correo electrónico en el que se le indicaba que encontraría un sobre con información relevante sobre la caja regional. Pero allí lo que le esperaba era un operativo policial puesto en marcha a raíz de la denuncia presentada el pasado día 5 por el presidente de la Caja Navarra, tras recibir un correo electrónico anónimo en el que se le conminaba al pago de 25.000 euros si quería evitar que se hiciera pública una información sobre supuestas irregularidades en sus actividades profesionales. Cervera alega que él respondió al comunicante anónimo que no le parecía que ésa fuera la forma de facilitarle ninguna información, pero que al final tuvo curiosidad por saber y acudió al lugar de la cita y recogió el sobre. Entonces fue detenido por la Guardia Civil y trasladado al juez de guardia, que tras escuchar su versión decretó su libertad. Las primeras noticias sorprendieron a propios y extraños, especialmente a los propios, a los más cercanos al ex dirigente de Unión del Pueblo Navarro (UPN), con fama de hombre honesto, íntegro, discreto y austero. Pese a esas credenciales, y pese a que el caso a primera vista aparecía lleno de incógnitas y de «rarezas», Génova cortó los lazos con él con una diligencia desconocida en los últimos años, por graves que hayan sido las acusaciones de corrupción contra cargos públicos que ha tenido que administrar. La iniciativa de renunciar a su acta de diputado, y de forma cautelar a su militancia en el PP, partió de Cervera, en un gesto merecedor de elogio, y eso sí se lo reconocen en Génova, con independencia de cómo termine el caso en su vertiente policial y judicial. Pero la dirección del partido dejó bien claro desde el primer momento, en su gesto y en su discurso, la firme decisión de marcar distancias y de desentenderse de su futuro más que de manera preventiva. Fuentes solventes explicaron a este periódico que su reacción se justifica en que como Gobierno, disponen «lógicamente de más información», y que esa información que les ha llegado les confirma que el hasta ayer diputado «no ha tenido un comportamiento correcto». Desvinculan el caso de un presunto chantaje económico, pero precisan que se ha extralimitado «en los procedimientos utilizados» en su relación con Asiáin, y que «hay cosas detrás que no son aceptables», actuando, además, «de manera muy torpe e irresponsable». «Un parlamentario no puede ser detenido», añaden, para justificar su reacción. Para acabar de cerrar el círculo hay que tener también en cuenta que dentro de la dirección popular Cervera tenía su grupo de adversarios. Las familias, las rencillas y las envidias son parte cosustancial de la vida de toda organización política y Cervera ya se había hecho su cantera de «enemigos». Bastante brillante en el plano intelectual, de perfil dialogante y moderado, fue la «cara» del PP en el debate parlamentario de la reforma de la Ley del Aborto que impulsó el Gobierno socialista. Su nombre sonó incluso como «ministrable» en el Gobierno de Rajoy. Con Asiáin arrastraba una relación muy tirante que vista desde fuera se ha justificado siempre en su empecinamiento en exigir responsabilidades y aclarar la mala gestión de la caja de ahorros.