El desafío independentista

El Príncipe se implica con empresarios para frenar el órdago de Mas

Empresarios catalanes y madrileños le invitan a cenar en casa de Javier Godó. El Gobierno multiplica sus contactos para que la sociedad civil plante cara a la ruptura

El Príncipe de Asturias, Artur Mas y Sáenz de Santamaría
El Príncipe de Asturias, Artur Mas y Sáenz de Santamaríalarazon

El divorcio del empresariado catalán y el presidente de la Generalitat, Artur Mas, marca un punto de inflexión con graves consecuencias para la estrategia independentista. La lectura, nacionalista y no nacionalista, aunque para cada uno tenga consecuencias distintas, es que por fin se está rompiendo el miedo a hacer frente al discurso de CiU y ERC. ¿Hasta dónde llegará? ¿Qué efectos tendrá en la ofensiva soberanista? Está por ver, pero los movimientos que se han dado en las últimas semanas no son casuales ni individuales y tienen detrás una intensa actividad de contactos, entre los propios empresarios, por ejemplo, pero también con la mediación de otras instituciones del Estado. En el caso de los empresarios, dentro del respeto a su independencia del poder político.

El Gobierno está muy encima del terreno para conseguir que la sociedad civil tome conciencia de las consecuencias políticas, económicas y legales del camino que plantea Mas. Hay conversaciones, reuniones privadas, en las que se implica directamente el jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, y en las que está teniendo un intenso papel su director de Gabinete, el catalán Jorge Moragas. Pero también la Corona, dentro del respeto a sus funciones constitucionales, está echando una mano, con discreción, en tender puentes, favorecer el diálogo y buscar una salida que no perjudique a Cataluña ni a España. Su Majestad el Rey Don Juan Carlos escucha y habla, y lo mismo puede decirse del Príncipe de Asturias. Muchas veces ni siquiera a iniciativa propia, sino porque llaman o piden Audiencia desde fuera. Por ejemplo, empresarios de Madrid y de Barcelona han invitado a su próximo encuentro a Don Felipe, aprovechando que el fin de semana los Príncipes harán un viaje oficial a Cataluña, a una cena en casa de Javier Godó, conde de Godó y presidente editor de «La Vanguardia». Es costumbre que este foro celebre reuniones privadas con políticos o personalidades de otros ámbitos, de tal manera que estas cenas sirvan como punto de intercambio de impresiones a puerta cerrada entre influyentes directivos y otros «gigantes» de Altas Instituciones. A una de estas cenas acudió el presidente del Gobierno en septiembre de 2011, cuando era candidato del PP a La Moncloa. Y el pasado otoño el invitado fue el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón. El lunes el Príncipe tiene otro acto privado con empresarios en Cataluña.

La sensación de que la balanza se está inclinando hacia otro lado coge forma en medios políticos e institucionales. Aunque esto no quiere decir que la conclusión del diálogo y de las reuniones privadas sea que Mas va a renunciar a su órdago. «De él depende, lo que se le sigue diciendo es que tiene a su alcance una salida política y económica para escapar del laberinto en el que se ha metido», sostienen en Moncloa.

El bloqueo internacional y la alarma de los empresarios son dos muros casi infranqueables que «evidencian mejor que nada que la independencia es una hipótesis inaceptable por los riesgos que conlleva». Los pronunciamientos del poder económico han sorprendido por su creciente claridad a la propia Generalitat, que se resiste a aceptar que ese sector tradicionalmente tan próximo a CiU, por interés o afición, ya no siga dispuesto a remar de la mano del «establishment» político. Y a esto hay que añadir la división en CiU, la preocupación de sus cargos municipales...

Después de que Joan Rossell (CEOE); Joaquim Gay de Montellà (Foment); Josep Oliú, presidente del Banco de Santander; o Josep Lluís Bonet, presidente de la Fira y de Freixenet, hayan dicho lo que han dicho. Y antes abrieran el camino otros empresarios como el presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara, no es de extrañar que en Moncloa sostengan que el trabajo «en la sombra» está teniendo sus efectos y que Rajoy no se va a mover de su posición mientras observa cómo Mas se sigue quemando a sí mismo.

«Estamos haciendo lo que hay que hacer. El ruido no lo tenemos que hacer nosotros, sino la sociedad catalana cuando tome conciencia de que una Cataluña independiente sería como el extranjero, con otra moneda, aranceles y sin libre circulación de trabajadores», sostienen.