PSOE
El PSOE entra en coma
Los socialistas andaluces mantienen en este momento a Pérez Rubalcaba con «respiración asistida»
No hace ni dos meses que obtuvo el respaldo del Comité Federal para hacer de la reforma constitucional el mantra para la construcción de un nuevo proyecto. La plana mayor del PSOE dio entonces su aval a una ambiciosa propuesta para cambiar la Carta Magna y recomponer los consensos quebrados, pero sobre todo para buscar una tercera vía entre el soberanismo de los nacionalistas y el neocentralismo del PP. Aquel 12 de enero ninguno de los 47 intervinientes rechistó tampoco cuando Alfredo Pérez Rubalcaba desplegó un calendario orgánico sin fecha para las primarias pero que, según los planes de Ferraz, no se celebrarían antes de las elecciones europeas de junio de 2014. Hoy, proyecto y calendario han saltado por los aires.
El PSOE vuelve a ser una olla a presión donde se suceden los movimientos internos y cada cual se mueve en el tablero del tacticismo y el equilibrio territorial para mantener el poder. Y es que la crisis desatada esta semana como consecuencia de la rebelión del PSC en el Congreso a cuenta del «derecho a decidir» ha precipitado un escenario de inestabilidad que el secretario general del PSOE no preveía en el horizonte medio. Y mucho menos habiéndose aventurado en una reforma constitucional precisamente para dar un encaje «federal» a Cataluña, pero sobre todo cobertura a un PSC desnortado y moribundo. Las alarmas han vuelto a sonar. Y ya son mayoría los que coinciden en que ni el «debate de ideas» ni los «calendarios» previstos sanarán al enfermo. «España no tiene un problema territorial, quien lo tiene es Artur Mas. Es inexplicable que en el PSOE hayamos dado por buena esa tesis y vayamos a adentrarnos en una reforma constitucional en la que no creemos ni nosotros mismos», afirma rotundo un diputado, para quien las prioridades deberían ser el modelo econónimo-productivo del país, el modelo social, el déficit de credibilidad de las instituciones y la redefinición del sistema de partidos. De la misma opinión son algunos barones, que con escaso éxito han hecho llegar hasta Ferraz su rechazo a «hacer mudanzas» en tiempos de turbulencias. Discursos como éste se han escuchado en alguna reunión de la Ejecutiva, donde la tónica suele ser la «falta de realismo, la inanición y el aburrimiento», admite un miembro de la dirección. En palabras de otro secretario general: «El desapego de la realidad es notable. Es como si nosotros hiciéramos todo bien y nos fallara el mundo. No nos damos cuenta de que emitimos en AM y la gente escucha en digital». El enfrentamiento con los catalanes, que no es más que la suma de dos debilidades –la de Navarro en Cataluña y la de Rubal-caba en el PSOE–, no ha hecho más que redoblar las voces de quienes, apoyaran o no al ex vicepresidente en el Congreso de Sevilla, ven hoy diluido el liderazgo de un secretario general que muestra claros síntomas de «agotamiento, además de ausencia de autonomía».
Cuestionados, pues, abiertamente el proyecto y el calendario – «la situación interna no llega a la conferencia política de noviembre», vaticina otro barón–, todos coinciden en la misma pregunta: «¿Aguantará Rubalcaba hasta las primarias?». La respuesta es unánime: sólo José Antonio Griñán lo sabe. Y es que el presidente del PSOE y de Andalucía «lo mantiene con respiración asistida ante la falta de alternativa», sentencia un secretario general que apoyó a Rubalcaba en el cónclave en el que se impuso a Chacón por 21 votos. Sólo si el andaluz le retira el oxígeno, los socialistas pueden afrontar la catarsis. Unos creen que con formato de congreso extraordinario; otros, con el adelanto de las primarias y unos pocos están en la «voladura controlada». Esta última opción sería la de imponer otra vez la dinámica de los que «se sienten dueños y propietarios» del partido, expresión acuñada por algunos para referirse a Felipe González y la «vieja guardia» que, según sus últimos movimientos y confidencias de cenáculo, ya dan por amortizado a un Rubalcaba al que ven «agónico y sin rumbo».
La falsa apariencia de unidad no tardará en saltar por los aires, a tenor de lo que se escucha en los territorios, pero también en Ferraz, donde empieza a haber fisuras entre la dirección federal y la dirección del Grupo Socialista en el Congreso. La semana que ahora comienza Rubalcaba tratará de combinar «autoridad» y «cintura» con un nuevo protocolo de relaciones entre PSOE y PSC que le permita nuevamente ganar tiempo. El acuerdo se antoja difícil porque los catalanes buscan más autonomía y la dirección ha de buscar el equilibrio entre los que piden la ruptura (como Guerra) y los federalistas que apuestan por reconocer al PSC la posibilidad de formar grupo parlamentario en el Congreso. Pero es que además ya hay quien advierte que «ni protocolo de entendimiento ni conferencias políticas, ni más ensimismamiento», sino que «hay que precipitar ya el cambio, y no sólo en el discurso político».
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