Política

Beirut

El último viaje de Agustín y su tripulación

Isabel Gost y Agustín Comerón.
Isabel Gost y Agustín Comerón.larazon

Una foto colgada en Facebook con los seis miembros españoles de la tripulación. Sólo debía ser eso. Una fotografía de compañeros de trabajo. Pero acabó siendo desgraciadamente el último testimonio de los seis españoles que formaban parte del MD-83 de la compañía Swiftair que ayer se estrelló en el norte de Mali. «Acompañamos a todos los afectados en su sentimiento ante tal tragedia». Así concluía el comunicado de la compañía española, única información oficial que ofreció la aerolínea española en todo el día. Porque en su sede madrileña en la calle Ingeniero Torres Quevedo número 14, ningún portavoz o dirigente de la compañía quiso dar la cara. Ello a pesar del constante trasiego de gente –la mayoría de los cuales decían ser trabajadores–, que entraba y salía de sus instalaciones–. Tan sólo un administrativo de Swiftair confirmó a los periodistas que se había activado un «protocolo de asistencia psicológica para los familiares». La entrada de dos psicólogos de Cruz Roja hacia las 16:30 horas ya presagiaba este extremo. Pero este trabajador no quiso confirmar si había algún familiar dentro de la sede de Swiftair, aunque sí admitió que «estamos todos muy tristes». Un portavoz de la compañía informó a última hora de la noche que «estan en contacto permanente» con el dispositivo que trata de encontrar los restos del aparato, «que aún no habían sido localizados».

La tripulación de la aeronave la formaban dos mallorquines, el piloto Agustín Comerón y la primer oficial Isabel Gost, y los tripulantes de cabina Rafael Gasanaliev, Miguel Ángel Rueda, Raúl Montero y Federico Cárdernas. El piloto, Agustín Comerón, nació en Badajoz y residía en el municipio de Sa Cabaneta, tenía dos hijos y había trabajado para la desaparecida Spanair. Isabel Gost vivía en Sa Pobla y comenzó también a trabajar en Spanair en 1995 como tercera de vuelo «fly student» y tres años más tarde cogía los mandos de un MD con destino a Escandinavia. Tenía más 7.000 horas de vuelo a sus espaldas y llegó a afirmar en una entrevista en Spanorama en 2012 que «cuando estás volando, debes tener los pies en el suelo, los cinco sentidos atentos y sangre fría porque tienes que tomar la decisión correcta en segundos».

Miguel Ángel Rueda, uno de los cuatro tripulantes de cabina, comenzó su andadura en la aviación en Air Comet y Air Madrid, antes de empezar a trabajar en Swiftair. Hincha del Real Madrid, este madrileño también trabajó en el sector ferroviario, concretamente en una empresa de restauración. Por su parte, Rafael Gasanaliev, de origen ruso, había trabajado con anterioridad en Air Europa y en Groundforce, una compañía de servicio de equipajes en aeropuertos. Enamorado de Beirut, también viajó por países como Líbano o Uganda, según su perfil de Facebook.

Por último, Federico Cárdernas Ares, al que todos conocían como Fede, era militante de UPyD en Móstoles, localidad madrileña donde residía desde los cuatro años. Ahora tenía 38 y seguía viviendo con sus padres en el barrio de Estoril 2. Estudió Ciencias Económicas en la Universidad Complutense y se especializó en Economía Monetaria y Sector Público, aunque decidió dar un giro a su carrera y comenzó a trabajar como auxiliar de vuelo. Primero estuvo en Spanair, pero cuando la compañía entró en concurso de acreedores, se vinculó más al partido y participaba de forma muy activa del Consejo Local. José Manuel Blanco, ex coordinador local del partido magenta, apenas podía contener ayer las lágrimas al hablar de su compañero. «Hace dos días me mandó un whatsapp para ver cuándo nos veíamos, no me puedo creer que haya pasado esto». Su amigo y compañero de partido recuerda que apenas llevaba dos meses trabajando en Swiftair y «estaba muy ilusionado» porque había logrado pasar unas pruebas de selección muy duras. «Una persona de las que dejan huella», aseguró sin apenas poder articular palabra. En un estado aún peor se encontraban ayer sus familiares, recluidos en su casa y con asistencia de la Cruz Roja para proporcionarles ayuda psicológica y tratar de ayudarles a pasar este duro trance, sobre todo de incertidumbre. Y es que sus más allegados intentaban anoche ver «un rayo de esperanza» ante la falta de confirmación oficial de los fallecidos. Quienes le conocieron hablan de él como «un chaval muy majo» y resaltaron la «enorme pena» que sintieron al enterarse de que Fede, «alguien muy joven y con mucho camino por andar» era uno de los seis españoles ocupantes del MD- 83. En Facebook se declaraba apasionado del deporte, del Real Madrid, de la Selección Española, de Nadal, André Agassi y Michael Jordan.