Política

Bruselas

Así se pinchó el machismo

Génova desactivó a tiempo el debate feminista al que se aferró el PSOE

Una mujer acude a votar junto a su hija vestida de flamenca, ayer, en Córdoba
Una mujer acude a votar junto a su hija vestida de flamenca, ayer, en Córdobalarazon

Desfasado, desafortunado, y encima con mal resultado. Un grupo de mujeres magistradas y secretarias de juzgado almuerzan en un conocido local madrileño, cerca del Tribunal Supremo y la Audiencia Nacional. En la Plaza de París, eje central del Poder Judicial en España, donde a diario se cocinan los más altos temas jurídicos del país. Entre ellas, encuadradas en el sector progresista de la Judicatura, no ha gustado nada la intervención de Elena Valenciano en el debate televisivo con Miguel Arias Cañete, a propósito del machismo. Son juezas y profesionales bien colocadas, por oposición y méritos propios, luego promocionadas a sus puestos gracias a leyes y gobiernos del PP. «Mejor habría sido triturarle con el tema del aborto», dicen las damas judiciales, críticas con las reformas del ministro del ramo, Alberto Ruiz-Gallardón, pero sabedoras de que ese «rollito» feminista contra los populares no va a ninguna parte.

Al margen el enorme elenco femenino del PP, el mayor de cargos públicos en la historia de la democracia, el Gobierno acaba de aprobar una normativa emblemática: la reforma de la Ley de Sociedades de Capital garantiza la igualdad en los consejos de administración de las grandes compañías del IBEX y la paridad en sus estrategias corporativas. Una iniciativa del Ministerio de Economía, pero que ha impulsado con esmero la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Fue ella, con gran olfato político y engranaje técnico, quien activó el proyecto de ley, lo preparó en la Comisión Delegada de Asuntos Económicos y elevó al Consejo de Ministros, para su remisión al Congreso de los Diputados. «Menudo pinchazo», reconocen las juristas progresistas, en ese almuerzo al que se unen algunos fiscales, consejeras del Poder Judicial y abogados de prestigio.

El dardo está cantado. Desde Moncloa, donde se han activado las terminales últimas de la campaña, saben que el latiguillo «machista» está desactivado. Tras las intervenciones televisivas de Miguel Arias Cañete y los esfuerzos del PSOE por atacarle, «el ala oeste» presidencial, en alusión al sanedrín norteamericano de la Casa Blanca, se moviliza. El propio Mariano Rajoy, el equipo de la vicepresidenta, y la eficaz y sibilina Carmen Martínez Castro, buena conocedora de los medios informativos, ponen en marcha el contraataque: como primera estrategia, la foto en las escalinatas de La Moncloa del Gobierno de Rajoy con la nueva ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina. Horas antes, Arias Cañete recibe una llamada de Moncloa: «Miguel, tú tranquilo, que esto se desmorona», le dicen en el entorno del jefe del Ejecutivo.

Y así, desde La Moncloa, se planifica la foto de la escalera, muy cuidada y sin olvidar un solo detalle. «No podíamos ser como las ministras de Zapatero, en aquella portada tan frívola de ''Vogue''», reconocen fuentes de La Moncloa. Al mismo tiempo, se diseñan algunas comparecencias de las mujeres más sólidas del Gabinete, entre ellas la de Empleo, Fátima Báñez, cada día más afianzada por los buenos datos del paro y afiliación a la Seguridad Social. La de Fomento, Ana Pastor, tras su último viaje a Arabia Saudí con el Rey y un grupo de empresarios importantes del país, y una estupenda intervención de Isabel García Tejerina en Bruselas, ante los comisarios de Agricultura y Comercio de la Unión Europea. «Así se pincha el machismo», afirma uno de los estrategas presidenciales que, en este caso, reconocen, hubo que adelantarse y «hacer un quiebro» a Génova trece.

Porque, en efecto, nadie duda de que la presencia de Mariano Rajoy en estos últimos días de campaña era necesaria. «Quiero volver a hacer partido», dijo el presidente en una reunión con su círculo interior. Sin una sola crítica a Cañete ni al equipo electoral, todos admiten que sin la implicación de Rajoy en los mítines y su rotundo discurso, todo habría sido distinto. Sin olvidar el papel de la vicepresidenta del Gobierno, verdadera estratega de ese lema. «Ni un paso atrás», junto al equipo económico del Gobierno, en defensa de las leyes aprobadas y las que aún quedan, para la recuperación y creación de empleo. En los últimos días, llegaron a La Moncloa muchos mensajes de empresarios y agentes sociales, temerosos de un incierto resultado electoral. Sin olvidar a líderes europeos, entre ellos el del presidente del Consejo de la UE, Van Rompuy, que mantuvo un encuentro privado con Mariano Rajoy y con quien se verá en Bruselas el próximo día 28 para pactar los puestos claves del gobierno comunitario. Ya lo dijo alguien: «Ante la televisión, la mejor prueba es la gestión». Cierto.