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Izquierda sin mayoría alternativa

Rajoy se crece en un debate que deja en evidencia que detrás de los nuevos guiños entre el PSOE y Podemos no hay confianza ni socios para repetir una moción en Navidad.

Rajoy), junto a Rafael Hernando, aplaude con la bancada popular tras la votación en el pleno del Congreso que ha rechazado hoy la moción de censura que había presentado el grupo parlamentario de Unidos Podemos.
Rajoy), junto a Rafael Hernando, aplaude con la bancada popular tras la votación en el pleno del Congreso que ha rechazado hoy la moción de censura que había presentado el grupo parlamentario de Unidos Podemos.larazon

Rajoy se crece en un debate que deja en evidencia que detrás de los nuevos guiños entre el PSOE y Podemos no hay confianza ni socios para repetir una moción en Navidad.

El pleno del Congreso de los Diputados ha rechazado hoy por 82 votos a favor, 170 en contra, y 97 abstenciones la moción de censura que había presentado el grupo parlamentario de Unidos Podemos contra Mariano Rajoy y a la que se presentaba como candidato a la Presidencia del Gobierno, Pablo Iglesias.

El Gobierno salió ayer crecido de la moción de censura que durante estos dos últimos días se ha debatido en el Congreso de los Diputados. Ayer optaron por el perfil bajo para no generar ruido sobre el titular de la derrota de Pablo Iglesias, que sólo sumó a su candidatura a Bildu, Compromís y Esquerra. Y Mariano Rajoy abandonó más que satisfecho la Cámara, a la que acudió sólo para escuchar la dura intervención de su portavoz parlamentario, Rafael Hernando, y participar en la votación de la moción presentada por Podemos.

Rajoy apostó por escenificar de manera ostentosa su ausencia en el Parlamento, a costa de generarse algunas críticas, pero al servicio de dejar todo el foco en la división entre los partidos que deben unirse para construir una alternativa a la que representa su Gobierno. Y en un momento delicado, bajo la presión de un calendario judicial y político que sopla en contra, la división en la izquierda y el choque sangriento entre Podemos y Ciudadanos (Cs) dieron ayer oxígeno a los populares y rebajaron incluso el temor a que las expectativas que alimenta el nuevo PSOE puedan concretarse en una política de alianzas que se lleve por delante la estabilidad política y económica.

Ya no sólo por la competición en la izquierda entre PSOE y Podemos, sino porque el enfrentamiento a vida o muerte entre Pablo Iglesias y Albert Rivera aleja también la posibilidad de que haya la alianza necesaria para derogar las leyes de la mayoría absoluta de Rajoy. Iglesias y Rivera visualizaron un enfrentamiento no sólo político, sino personal, que no deja espacio para nada. Y sin Cs, como reconoció el portavoz socialista, no hay suma posible. Rivera e Iglesias hicieron patente su desprecio mutuo en una ofensiva del «y tú más» con la que la nueva política se colocó a la misma altura que la vieja política.

Los partidos que en teoría persiguen forjar acuerdos para derogar la herencia legislativa de Rajoy o proponer una agenda de leyes distinta a la que defiende el PP están tan enfrentados que no comparten más que puntuales generalidades. El pulso electoral manda sobre el margen para acuerdos concretos. Y aunque ayer PSOE y Podemos modularon el tono e hicieron guiños a la posibilidad de que en el futuro acerquen posiciones, para el PP «no es más que teatro para quedar bien». «Iglesias nunca convertirá a Pedro Sánchez en presidente del Gobierno, salvo que antes haya unas elecciones y se meta un batacazo. Harán gestos, endurecerán aún más la oposición, pero desde una posición de enemigos», sentencian, con confianza, en el Gobierno. Iglesias no dejó de lanzar guiños al PSOE, que no fueron ahuyentados con desplantes por parte del portavoz socialista, pero sí enfrentados con el realismo de que sin Rivera no tienen nada que hacer. Porque aunque el líder de Podemos ha intentado aprovechar la moción para erigirse no sólo en el jefe de la oposición, siendo la tercera fuerza en el Congreso, sino también en el comandante de un frente de izquierdas, el nuevo PSOE le recordó que ese frente no sirve para nada si no incorporan al partido de Rivera.

Con estos mimbres, Rajoy superó con comodidad el examen parlamentario, ya que Pablo Iglesias sólo consiguió sumar 82 síes, con el apoyo de ERC, Bildu y Compromís, frente a 170 noes y 97 abstenciones. Rajoy salió de la moción de censura ovacionado por los suyos y después de haberse permitido el lujo de ser el primer presidente del Gobierno que se enfrenta a una moción de censura y no echa mano de sus ministros como muro de contención para hacer frente a la embestida de la oposición. El debate también confirmó que Rajoy tiene bien amarrados los votos del PNV, y que las ambigüedades y los charcos que pisó el líder de Podemos en materia de política territorial no le han servido para acercarse ni a los nacionalistas vascos ni a los independentistas de la antigua Convergéncia. Y sin estos dos partidos tampoco hay posibilidad de hacer realidad el mantra de la mayoría alternativa a un Gobierno del PP y Cs, en el que Iglesias ha sostenido su moción de censura contra Rajoy. Es verdad que el presidente del Gobierno tendrá que seguir resistiendo al cerco de la oposición en el Congreso. Que tiene encima el obstáculo de la comisión de investigación sobre la financiación irregular del PP. Y que su limitación legislativa no se va a corregir en lo que le queda de mandato con la mayoría «circunstancial» que ha conseguido armar para sacar adelante los Presupuestos. Iglesias, por su parte, se lleva la mano tendida del nuevo PSOE, sin concreciones sobre en qué pueden «trabajar juntos» en el futuro.