Casa Real
En la corte de Leonor
Su Guardia de Corps lleva casi 14 años vigilando cada uno de sus pasos: el Rey, la Reina y sus dos abuelas forman el núcleo duro
Decía José María de Areilza que él era monárquico por estética histórica. Me he acordado de esta frase cuando he visto los actos de Oviedo, la entrega de los premios Príncipe de Asturias, mientras en otro lugar del norte ardían las calles y contenedores gracias a la convocatoria de fin de semana de radicales y kaleborrokos de toda España y de parte del extranjero. Había algo de déjà vu en los actos del Principado; pero aquellas ceremonias, ya conocidas, transmitían paz y tranquilidad. Como si nada pasara. Como si nada pudiera pasar aunque, esta vez, había una novedad: Leonor, la hija mayor de los Reyes y la heredera del trono leía su primer discurso. Los catorce años están cerca y la ocasión llevaba meses siendo preparada por Zarzuela para que unos alborotadores fueran a cambiar el protocolo y los planes. También se lo había preparado la Princesa de Asturias que, aunque volvía un año más a su tierra, por ser la de su madre y la del título que ostenta, había ensayado el discurso unas trescientas veces. Hasta su hermana Sofía se lo sabía casi de memoria. Y así lo leyó. La escuchaban embobados su particular corte. Un grupo de personas que son como una guardia de Corps que lleva casi catorce años vigilando su educación, su salud, su preparación, sus amistades, alimentación, campamentos de verano, profesores... ¡todo!
Naturalmente el primero de esa camarilla es su padre el Rey. Felipe VI ha querido desde el primer momento que Leonor apareciera hasta en la web de la Casa del Rey acompañando al entonces soberano Juan Carlos I y a él mismo. Algunos tacharon de prematura aquella imagen del Rey, el Príncipe de Asturias y su heredera juntos. Pero ya se estaba preparando el relevo en la Jefatura del Estado y la continuidad dinástica ofrecía una imagen, ciertamente estética –para gozo del embajador y ministro Areilza– pero también elocuente y de futuro. Tampoco fue casual que don Felipe, ya convertido en Rey, pidiera a Leonor que estuviera presente en su despacho mientras pronunciaba aquel trascendental discurso tras la proclamación de la independencia por el Parlament catalán. Protección sí, pero también oficio. Felipe VI nunca olvidará el grito de su padre cuando la larga noche del 23F se le cerraban los ojos. Porque esta no es una corte de aduladores. Si el Rey ha vigilado junto al Jefe de la Casa, Jaime Alfonsín, cada aparición de Leonor, la Reina Letizia, la segunda del equipo, se ha preocupado de proteger las cuestiones más materiales. El papel couché se quedó con la prohibición de los móviles en el colegio Los Rosales –en el patio y en las aulas– pero doña Letizia lo impuso en los cumpleaños a los que asistieron de sus compañeras, en los campamentos de verano, y en las vacaciones, antes carne de cañón de los paparazzi. Pero la Reina tampoco se quedó allí y ha vigilado en la distancia y en la cercanía palmesana que no se rodeara de niños y niñas pijas. Guardia de Corps in vigilando. Doña Letizia ha contado para ello con una aliada de excepción, su madre Paloma Rocasolano. Su presencia en Oviedo ha sido habitual durante estos años. Es la persona de confianza de la Reina para quedarse en casa cuando los Reyes viajan al extranjero, como ocurrirá la próxima semana cuando don Felipe y doña Letizia viajen de domingo a jueves a Japón para la entronización del emperador Naruhito. Pero el papel de Paloma Rocasolano no es únicamente de canguro ocasional. Ha viajado con los Reyes en varias ocasiones, y también ha acompañado a su nietas de compras o al cine. Eso sí, siempre respetando la estricta dieta que doña Letizia ha impuesto a sus hijas. Eso es sagrado. También resulta curioso que, tras el incidente de 2018 en la catedral de Palma, Paloma Rocasolano apareciera junto a doña Sofía, la Reina Letizia y sus hijas en una representación de Billy Elliot. No suelen coincidir salvo, eso sí, en los premios Princesa de Asturias. Desde 2006 las dos abuelas coinciden en Oviedo. Pero mientras doña Sofía se sienta en el palco de honor, Paloma Rocasolano presencia la ceremonia desde el patio de butacas. Y he dejado para el final a doña Sofía y a su nieta Sofía, hermana de Leonor. Las dos juntas en el palco de honor del Campoamor. Esta vez los selfies y las fotos no se le escaparon a doña Sofía. Ambas juegan un papel muy diferente en la vida de Leonor. Aunque son conocidas unas palabras supuestamente pronunciadas por doña Sofía en la que se quejaba a su familia griega de que apenas le dejaban ver a su nietas, el papel de doña Sofía es el que le dejan hacer. No en vano ayer, en la última parte de su primer discurso, Leonor quiso referirse explícitamente a su abuela paterna: «Me gustaría dar las gracias también a mi abuela, la Reina Sofía. Ella sabe lo importante que para mí es su presencia en esta ceremonia, que significa tanto para Asturias y para toda España». Un detalle de Leonor y, sobre todo de don Felipe. Y claro, el aplauso fue tremendo. Hasta de la infanta Sofía, con la que acabo esta corte tan poco cortesana. Sofía es el alter ego de Leonor por edad, proximidad y trato. Es la más importante en este presente. Pero también en el futuro. Y es que aunque una dieta común ayuda mucho, la complicidad de dos hermanas es mucho más. Indestructible.
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