El desafío independentista
ERC exige a CiU consejerías «clave» para pilotar la consulta soberanista
Oriol Junqueras es hoy un líder político prisionero de sus palabras. «Estamos dispuestos a gobernar siempre que la consulta se haga en una fecha cercana y haya una pregunta clara para que la respuesta sea explícita». El líder de ERC ha respondido en estos términos en incontables ocasiones a lo largo del último año. Ahora, tras haber cerrado fecha y pregunta, Junqueras tiene más complicado justificar su negativa para gobernar en coalición junto a CiU y, por eso, ha comenzado a preparar el terreno para sellar una coalición que podría ver la luz la próxima primavera.
En realidad, Esquerra no tiene un interés urgente en entrar al Palau de la Generalitat porque se ha demostrado que su decisión de apoyar a Artur Mas con un pacto de estabilidad parlamentaria –y no con un pacto de gobierno– ha sido muy rentable en términos electorales. Hoy, ERC lidera todas las encuestas en intención de voto, ya que no ha pagado ningún desgaste asociado a los recortes presupuestarios. La mayor parte de la factura la han pagado CiU y el PP catalán (como consecuencia de los tijeretazos a nivel estatal).
«No tienen ganas»
¿Va a entrar, por tanto, ERC a gobernar? «No tienen ganas». La respuesta es unánime cuando se les pregunta a los dirigentes de Convergència, de Unió y del Govern. Saben perfectamente que Esquerra vive muy bien fuera del Palau de la Generalitat, pero se guardan desde hace tiempo un as en la manga: si quieren consulta, hará falta un gobierno fuerte y, por tanto, será necesario sellar una coalición de gobierno.
Los republicanos ya han comenzado a meditar en el asunto. No se pueden cerrar en banda a gobernar después de haberse ofrecido en tantas ocasiones, sobre todo tras haberse aclarado los términos de la consulta. Así las cosas, Junqueras construye estos días un complicado discurso que consiste en decir que no existe prisa por formar coalición, en advertir de que no hay inconveniente en gobernar si ERC puede aportar solidez a la consulta y, al mismo tiempo, en garantizar a CiU que dará estabilidad al Gobierno de una forma u otra. Básicamente, en ganar tiempo.
Sin embargo, Junqueras tiene una idea muy clara. Toda entrada en el Govern debe servir para que ERC pueda abanderar el proceso soberanista. Los republicanos quieren ser la garantía de que la consulta se intentará con todas las consecuencias, sin que a nadie le tiemble el pulso. Buscarán, por tanto, conselleries «clave», lo que debería traducirse primero en asumir una figura preeminente en el Gobierno (vicepresidente o conseller en cap) y también en un departamento encargado de organizar los procesos electorales, como el de Gobernación.
Convergència ve venir de lejos la jugada de Esquerra y no está dispuesta a poner una alfombra roja a los de Junqueras. Quieren que los republicanos se involucren en la gestión del día a día y que, en consecuencia, sufran el desgaste que conllevan las protestas de colectivos sociales, en especial de los trabajadores públicos, quizá los más irritados.
Sellar la coalición no es sencillo. Mas todavía no se ha movido en este sentido y Junqueras permanece a la espera de la llamada del presidente de la Generalitat. En todo caso, la consulta presidirá todas las conversaciones. Se ha convertido en el debate omnipresente en la política catalana.
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