ERC y Junts rememoran el 1-O con un aviso: "No renunciaremos"

El independentismo llega a su primer 1-O con la llave de la gobernabilidad del Estado. Y lo hace tras firmar una tregua para oficializar en el Parlament susdos exigencias a Pedro Sánchez: una ley de amnistía y abordar la negociación de un referéndum de independencia. Una hoja de ruta en común, la primera desde la ruptura entre ERC y Junts del año pasado, para elevar el precio de la investidura y trasladar la pelota al tejado del PSOE.

Sin embargo y pese a su pacto de conveniencia, los puntos de fricción entre republicanos y posconvergentes son importantes este 1-O y ambos partidos sigue luchando por capitalizar las conversaciones con los socialistas y Sumar: mientras el president de la Generalitat, Pere Aragonès (ERC) considera que su apuesta por la negociación –que ejecutó a lo largo de toda la pasada legislatura– «sale reforzada» tras la aprobación de las propuestas separatistas en la Cámara, Junts trata de imponer su relato y lo fía todo a las condiciones que anunció Carles Puigdemont desde Bruselas.

El expresident intervendrá hoy en el acto del Consejo de la República

Eso sí, en la víspera de esa fecha tan señalada para el independentismo, en su sexto aniversario, tanto el líder de Esquerra, Oriol Junqueras, como el expresidente fugado reivindicaron eso que les une y a lo que no renuncian, tal y como dejaron claro.

El primero en hablar fue Puigdemont, quien a través de las redes sociales insistió en que no quiere «pasar página» sobre el referéndum mientras llamaba a la movilización hoy «para defender aquella victoria» del 1-O, en la que decidieron «su destino, la voluntad mayoritaria del pueblo de Cataluña».

Mientras,Junqueras participó en un acto de ERC organizado en Igualada, donde, en la misma línea, también dejó un mensaje a Pedro Sánchez: «Ni podemos ni queremos renunciar al derecho a la autodeterminación». De hecho, no dudó en volver a «dar por descontada la amnistía».

Eso, ayer, a 24 horas de este sexto aniversario al que se sumará ya hoy el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, con una declaración desde la localidad de Fonollosa, aún en la provincia de Barcelona pero encuadrada en el interior del territorio. Allí pronunciará un mensaje institucional, una estrategia para potenciar el carácter presidencialista de las negociaciones e impulsar su figura, objetivo de Esquerra ante Junts y Puigdemont. La declaración será desde la plaza 1-O de la lolaclidad, donde hubo incidentes a raíz de la intervención de la Guardia Civil.

Por el contrario, los posconvergentes buscarán agitar de nuevo la calle con proclamas a favor de la amnistía y la autodeterminación de la mano de su líder Carles Puigdemont, quien intervendrá desde Waterloo en el acto de las entidades independentistas. Será esta tarde a partir de las 18:00 horas en plaza de Catalunya, en el centro de Barcelona. Es más, el encuentro está organizado por el Consejo de la República el ente parainstitucional que preside el expresident fugado desde Waterloo–, la ANC, Òmnium Cultural, la Intersindical y la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI) bajo el lema «Defendemos el 1-O. Independencia, autodeterminación, amnistía».

«Seguimos luchando por la República catalana que votamos y proclamamos», advirtió el propio Puigdemont en el anuncio del acto en una llamada a la movilización.

Puigdemont busca la foto completa, la de él arengando a las bases por el 1-O con la llave de la gobernabilidad en la otra mano. Y aquí, como acostumbra a ocurrir en el independentismo, las alineaciones son claves para interpretar el resultado: Junts se volcará con la manifestación y su plana mayor, encabezada por el secretario general, Jordi Turull, y la presidenta Laura Borràs, asistirá esta tarde a plaza de Catalunya.

En cambio, los republicanos optan por un perfil mucho más bajo –tras organizar ayer su propio cónclave con Junqueras– y su delegación estará comandada por el exconsejero y secretario general adjunto de Estrategia, Juli Fernàndez, un dirigente poco mediático. En este sentido, cabe recordar los abucheos a Carme Forcadell (ERC) del año pasado, una imagen que no gustó nada en el seno del partido.