Armamento
España y el desafío de la munición: 1.000 millones de euros y un mercado colapsado por Ucrania
La guerra en Europa puso de manifiesto que países como España solo tenían proyectiles en sus arsenales para unas horas de combate, ahora todos buscan stock
Cuando estalló la guerra en Ucrania, hace dos años ya, los ejércitos europeos miraron de repente a sus almacenes de munición, los polvorines. Rusia, en la ofensiva inicial, y Ucrania, después en la contraofensiva, estaban gastando –y lo siguen haciendo hoy- cantidades ingentes de munición, sobre todo, de artillería pesada, del calibre 155 mm, utilizada por los obuses. Países como España echaron cuentas y descubrieron que los proyectiles que tenían en sus arsenales daban para unas pocas horas, en el mejor de los casos unos días, en un conflicto de alta intensidad como el de Ucrania. Después de muchos años de recortes, en el caso español, había más telarañas que munición en muchos polvorines.
Ahora que hay dinero y el presupuesto lo permite, el Ministerio de Defensa está decidido a revertir esta situación. El departamento que dirige Margarita Robles pretende invertir casi 1.000 millones de euros en la compra de munición de artillería. El Ejército de Tierra ya está, como suele decirse, manos a la obra.
El Mando de Apoyo Logístico del Ejército (MALE) tiene en marcha cuatro grandes licitaciones para el suministro de proyectiles para sus obuses M109, SIAC y Light Gun. Por un lado, este órgano trabaja en un contrato valorado en 75 millones de euros para munición de 105 mm, y, por otro, gestiona dos contratos más para munición de 155 mm con un techo de gasto conjunto de 495 millones de euros. A esto hay que sumar una licitación para cargas modulares valorada en 339 millones de euros. En todos los casos, hay que precisar, la inversión incluye el presupuesto inicial y las posibles prórrogas previstas para extender el contrato.
El Ejército de Tierra ha declarado reservados los pliegos de los tres contratos de proyectiles, por lo tanto, el número de unidades a adquirir no son públicas. Algo lógico, puesto que ningún ejército hace público los misiles o la munición exacta que tiene para combatir. Sin embargo, el contrato de cargas de munición de 155 mm de alcance extendido permite hacerse una idea de los planes de compra de proyectiles. El MALE busca en el mercado más 420.000 cargas modulares, un dispositivo con pólvora que produce la fuerza necesaria dentro del cañón del obús para propulsar el proyectil durante el disparo.
No existen precedentes recientes para comparar estos contratos con otros. Lo más parecido es el contrato entre el Ejército de Tierra y Expal entre 2018 y 2023 para el suministro de munición de 155 mm valorado en casi 50 millones de euros. Ahora, el presupuesto para este tipo de proyectiles se ha multiplicado por diez y el plazo de entrega se ha reducido a dos años, menos de la mitad. Si a estas cuatro licitaciones sumamos una quinta para la compra de granadas de mortero de 60, 81 y 120 mm valorada en 96 millones de euros, la inversión al final prevista en munición de artillería alcanza los 1.000 millones antes mencionados.
“Levantar los stocks”
El primero que alzó la voz y alertó sobre la falta de munición fue el jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), almirante Teodoro López Calderón. A finales de 2022, cuando la guerra en Ucrania todavía ocupaba titulares, el responsable de las operaciones de las Fuerzas Armadas dentro y fuera de España trasladó a los políticos en el Congreso de los Diputados que tocaba comprar munición para “levantar los stocks”. López Calderón, al que no es fácil escuchar, fue muy claro.
“Una de las lecciones aprendidas de Ucrania es que creíamos que ya no existían guerras de larga duración…Los stocks de la OTAN y los nuestros no son suficientes, y lo que es más grave, tampoco podemos conseguirla (la munición) porque las empresas son incapaces de producir al ritmo que se consume en un conflicto”, expuso en una comparecencia en la Comisión de Defensa, la última, por cierto.
El Jemad mencionó un problema que se ha agravado desde su intervención hace un algo más de un año; la avalancha de pedidos a los fabricantes de munición. El mercado está literalmente colapsado por el aumento de la demanda por la guerra en Ucrania y las empresas no dan abasto, lo que extiende los plazos de entrega. España no es el único país con ambiciosos planes de compra de munición. El resto de los países occidentales están rellenando también sus arsenales y, por si fuera poco, además hay que seguir apoyando a Ucrania. Las cifras son mareantes. Alemania, por ejemplo, encargó a Rheinmetall en octubre de 2023 más de 100.000 proyectiles de 155 mm para las fuerzas ucranianas. En este pedido está trabajando la empresa Expal, que forma parte desde el año pasado del grupo Rheinmetall. Mientras, la OTAN acaba de anunciar la adquisición de 220.000 proyectiles de 155 mm por 1.200 millones de euros.
De vuelta a España, la compra de munición forma parte de un plan más amplio del Ejército de Tierra para mejorar la operatividad de sus unidades, bajo mínimos por los recortes presupuestarios de años atrás. Hasta hace no mucho había que echar cuentas para sacar de una unidad un regimiento de carros de combate y estar una semana en el campo de maniobras. Y cada unidad podía hacer esto una vez al año, como mucho. Esto ya está cambiando.
Este plan contempla también fuertes inversiones en mantenimiento de vehículos como los Leopardo 2E o la compra de repuestos y el incremento de las partidas para otras cuestiones que podríamos considerar rutinarias como la gasolina o los desplazamientos de unidades a los campos de maniobras para los ejercicios. Todo esto entra en el apartado conocido como el sostenimiento. Al final, con más munición y repuestos y un mejor mantenimiento, las tripulaciones de un carro pueden entrenar más, disparar más y sacar, por tanto, el máximo partido al vehículo. Y lo mismo ocurre con el resto de las plataformas.
Más de 50 millones en munición de fusil
De forma paralela, el Ministerio de Defensa trabaja en la compra de munición de otros calibres, como la de 5,56 mm utilizada por los fusiles de asalto G36 y las ametralladoras ligeras de las Fuerzas Armadas. El departamento prepara el lanzamiento de una licitación valorada en 32 millones de euros para asegurar el suministro los próximos años de este tipo de munición, fundamental para los ejercicios o las operaciones.
También ha invertido más de 25 millones –en distintos contratos- en la creación de una reserva estratégica de munición de 5,56 mm, de la que tirar en caso de necesidad. Los contratos han sido hasta ahora para la empresa española Nammo Palencia, la única en España que fabrica este tipo de proyectiles. En este caso, Defensa busca no solo garantizar el suministro, sino también evitar la dependencia de firmas extranjeras y asegurar a priori la autonomía.
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