
Crisis
¿Está España lista para afrontar una gran emergencia?
Los ciudadanos han superado situaciones límite en los últimos años: una pandemia, una nevada histórica, la erupción de un volcán e inundaciones extremas. Y siempre escuchan a los políticos que «no hay medios»

Hace tiempo que las calamidades no sorprenden a los españoles. La lista negra del apocalipsis añade este verano la peor oleada de incendios en décadas con llamas de una intensidad nunca vista. Pero antes de que las llamas calcinaran centenares de miles de hectáreas hubo una pandemia que encerró al país en casa, una neva.
Pero antes de que las llamas calcinaran centenares de miles de hectáreas hubo una pandemia que encerró al país en casa, una nevada histórica que colapsó el centro de España, la erupción de un volcán en La Palma, las peores inundaciones en el Levante en más de un siglo y un apagón inédito que desenchufó la Península Ibérica de la red eléctrica. Y ante semejante carrusel de sobresaltos, los ciudadanos están hartos de escuchar a los políticos excusarse en que «no hay medios». La sensación de caos y descoordinación lo inunda todo y, entonces, surge la pregunta: ¿está España lista para afrontar una gran emergencia?
«En teoría, está hoy mejor preparada. El marco legal es robusto, los planes están actualizados y existen herramientas de aviso a la población que hace unos años eran impensables. El problema no es la falta de normas, sino la ejecución, ya que implica coordinar a varios niveles de la administración, movilizar recursos de forma ágil y transmitir mensajes claros», explica Isabel Bazaga, directora del Máster en Gestión de Seguridad, Crisis y Emergencias de la Universidad Rey Juan Carlos y la Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón.
Un exdirector de Protección Civil bajo un gobierno socialista que prefiere mantenerse en el anonimato, lo comparte, aunque identifica la gran carencia española: «Una cosa es la preparación y otra la percepción. Lo estamos por encima de la media de otros países. En las emergencias hay diferentes fases: preparación, prevención, respuesta y recuperación. Tenemos grandes capacidades de respuesta. Pero tenemos que hacer un mayor esfuerzo en prevención. Nos falta mayor implicación de todos en lo que representan los riesgos medioambientales, químicos... Hay una cultura de volcar todo en la respuesta. Pero no tenemos interiorizada, por ejemplo, la importancia de los simulacros».
Uno de los primeros teléfonos que suenan cuando ocurre alguna catástrofe es el del gabinete de la Presidencia del Gobierno. Una fuente con asiento allí, explica: «La respuesta técnica es sí y no. Depende de la emergencia, pero también de lo que se entienda por preparada. Todos los sistemas se diseñan para soportar un determinado nivel de excepcionalidad. Por ejemplo, se construyen edificios que aguantan una determinada escala ante un terremoto. Y si se produce uno mayor, hay daño. Pero no sería viable construir siempre ciudades para que aguanten un seísmo de nivel 7. Con las pandemias o los incendios pasa lo mismo. Hay que tener unos recursos determinados para evitar los daños más graves, pero es imposible tener sistemas para el daño cero».
La presidenta extremeña, la popular María Guardiola, está cursando un máster acelerado en emergencias. Y, por eso, no duda en alabar a los auténticos protagonistas: quienes se juegan la vida. «Hay grandes profesionales. Lo he comprobado. Aquí no ha habido un problema de gestión, pero sí de falta de más recursos cuando los hemos precisado», apunta. Guardiola aborda sin tapujos la aparente descoordinación entre el Gobierno y las autonomías, que el exdirector de Protección Civil desvincula del plano técnico, y lanza un dardo a Moncloa: «Cuando se necesitan recursos adicionales hay que ponerlos de forma inmediata a disposición. Lo que no ayuda son los debates estériles».
Esas pullas, sin embargo, suenan a falta de lealtad para el equipo de Pedro Sánchez: «Hay más coordinación de la que parece. Lo que pasa es que se da a nivel técnico, no político», zanjan. En cualquier caso, el sistema español favorece el ruido porque intervienen muchos actores. «En un modelo descentralizado, la competencia corresponde a las comunidades. El Gobierno interviene cuando la situación las supera o se declara la emergencia nacional. Este diseño tiene ventajas y dificultades. Hace falta coordinación en tiempo real. Hay veces que las competencias se solapan y no siempre está claro quién manda o pone los recursos. Además, los sistemas de información no siempre son compatibles; habría que integrarlos para que todos tengan la misma información. A eso se suma la presión política y la comunicación. Si no se cuida se transmite descoordinación aunque los equipos estén trabajando bien», ahonda la profesora Bazaga.
¿Y por qué el Gobierno no ha tomado el mando? «Sería violentar el sistema. No se puede trabajar con las autonomías en contra», explican en Moncloa. «Extremadura no pide el nivel 3 porque asume sus competencias. Lo que ha habido es falta de recursos adicionales», insiste Guardiola, que denuncia el tacticismo político del Ejecutivo para erosionar a su partido: «No se puede alentar a las comunidades a pedir el nivel 3 y, a la vez, decir que no existen razones para que el Gobierno asuma las competencias».
Y los partidos, a garrotazos. El responsable de coordinación y emergencias del PP, Antonio Sanz, sí cree que el sistema exige una reforma para mejorar «la activación, la coordinación y la disponibilidad de medios». «No existe un mecanismo nacional que regule la solicitud de medios ni un catálogo actualizado de recursos», apunta. Y el PSOE, por su parte, lamenta las críticas del PP, al que ve obsesionado con «echar a Sánchez»: «Les da igual lo que le pase a los ciudadanos», se limitó a decir ayer el portavoz en el Congreso, Patxi López. El ruido no cesa y los españoles no quieren más drama.
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