La Crónica

La estrategia de Sánchez: acabar con Yolanda Díaz y torpedear a Puigdemont

Moncloa ninguneará a la vicepresidenta y busca mecanismos para frenar al expresident

VITORIA, 26/03/2024.- El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el lehendakari, Iñigo Urkullu, han visitado este martes la planta Mercedes-Benz Vitoria, la mayor de Euskadi con casi 5.000 trabajadores, con motivo de su ampliación para fabricar una furgoneta eléctrica, acompañados del responsable de la División General de Furgonetas de Mercedes-Benz, Mathias Geisen, y el director de la planta de Vitoria, Bernd Krottmayer. EFE/L. Rico
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el lehendakari, Iñigo Urkullu, visitan la planta Mercedes-Benz Vitoria.L. RicoAgencia EFE

El «procés» sigue estando más presente en el resto de España, que en Cataluña, según los sondeos, y estas mismas encuestas confirman que parece que hay ambiente de cambio por las expectativas generadas alrededor de las posibilidades de la candidatura del exministro Salvador Illa. Pero ese ánimo de cambio puede terminar en bloqueo si no cuadran los encajes necesarios para dar forma a una investidura. La figura de Carles Puigdemont puede servir para que Junts compita con ERC, pero parece difícil que forme una corriente proindependentista con la fuerza suficiente como para sumar una mayoría que les coloque en condición de poder reclamar la continuidad del «procés».

Puigdemont se examina en estas elecciones porque presentarse como el candidato más independentista ya no es garantía de movilización extraordinaria. Juega a su favor el desgaste en la gestión de ERC y también en el liderazgo de Pere Aragonès, y que los dos partidos saben que por muy bien que le vaya a la lista de Illa, necesitará el apoyo de una de las fuerzas soberanistas para sacar adelantar su investidura. Resulta llamativo que durante un tiempo el PSC haya estado intentado ganarse a Junts para sumarlos en pactos de diputaciones e incluso en el Ayuntamiento de Barcelona de la mano de Xavier Trias, pero los socialistas no tienen nada que hacer por ese camino en tanto Puigdemont sea el que controla de manera férrea el partido.

La victoria de Illa es tan insuficiente como que para llegar a la Generalitat necesitaría que ERC entrara en el gobierno o conformar un tripartito, lo que dejaría a Junts todo el espacio de la oposición. Ahora, la repetición electoral también tendría un coste, especialmente para quienes aparezcan como culpables ante la opinión pública. Sin embargo, más allá de los cálculos electorales, es interesante en el clima de opinión preelectoral que los socialistas acuden a las vascas y a las catalanas con cierto miedo a por dónde les puede llegar la próxima «bomba».

El caso de la pareja de Isabel Díaz Ayuso y sus presuntos delitos con Hacienda seguirá dando lugar a nuevos capítulos, pero en el cerebro del equipo de marketing de Moncloa, donde se ordenan las tramas para desviar el foco de atención de cuestiones incómodas para los socialistas, son conscientes de que este tema ya lo han estirado casi del todo, aunque esperen alguna novedad más en los próximos días. Pero, igualmente, y jugando en contra, lo que no tienen en absoluto bajo control es la narración en la que puede estar avanzando la UCO en el «caso Koldo» y sus ramificaciones en ministerios y administraciones socialistas. Las noticias que puedan conocerse en los próximos días o semanas tienen a algunos con los nervios de punta.

En esta investigación Moncloa sospecha que hay «material peligroso» que puede estallar en cualquier momento y afectar a las opciones políticas de Illa en Cataluña, además de erosionar al PSC en el País Vasco. Los nacionalistas del PNV han relativizado la importancia del «caso Koldo» y su repercusión en la campaña autonómica, tanto sobre sus siglas como sobre el PSC, y las encuestas insisten en dar empate técnico a PNV y Bildu lo que deja el desenlace en manos del PSE. Creen que muy mal tendría que darse como para que no sumara la coalición PNV y Bildu, incluso aunque la campaña está sujeta a este elemento desestabilizador.

Sánchez, junto con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero volverán a echarse encima esta dos campañas. Como ya hicieron en las anteriores contiendas electorales, en un reparto de papeles los dos tratarán de centrar el debate en la idea de la reconciliación y del inicio de una nueva etapa en Cataluña, en la que la gestión, las políticas sociales, la educación y la sanidad quieren que tengan más importancia que otras cuestiones sobre las que ha girado la política en los doce años de gobierno soberanista. Y aquí es donde se desvanece la figura de la vicepresidenta Yolanda Díaz.

En otras ocasiones cultivada por el socialismo, hasta el punto de cederle púlpitos para que acaparara parte del protagonismo que correspondía al PSOE, ahora Ferraz marca distancias con el partido de Díaz y empieza a darla por amortizada en el terreno político y electoral. Si antes la consideraban un rostro necesario para recibir votos de izquierda que corrían el riesgo de quedarse fuera del sistema, en la actualidad, sin embargo, la ven como una opción que a lo más que puede llegar es a restar voto de la izquierda que no lleguen a contabilizar.

Las tornas han cambiado y si en la pasada legislatura, la consigna de Sánchez fue mimar a Yolanda Díaz, enfrentándose a los recelos de otros ministros, ahora al Gabinete socialista le dirige la orden de no dedicar ni un solo segundo a estrategias conjuntas de movilización del electorado de izquierda.

A partir de las elecciones catalanas la relevancia de Yolanda Díaz será aún menor. No le acompañarán los resultados electorales en estos próximos comicios y su oferta programática está condenada a dormir el sueño de los muertos por no contar con los apoyos necesarios para sacarlo adelante.