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Teatro de Operaciones

Estreno del S-82, clave en la renovación de la flota submarina española

Puede permanecer entre 21 y 30 días sumergido a cuatro nudos sin emerger para recargar baterías, garantizando una discreción operativa clave

Submarino S-82 Marcial GuillenEFE

El submarino S-82 Narciso Monturiol, segunda unidad de la clase S-80 Plus que construye Navantia para la Armada Española, fue amadrinado este viernes en los astilleros de la compañía en Cartagena. Isabel López Fernández, esposa del Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), ejerció como madrina del sumergible en una ceremonia que marcó un nuevo punto clave en el programa de renovación de la flota submarina española.

El submarino recibe el nombre de Narciso Monturiol, pionero de la navegación submarina en España. En pleno siglo XIX creó dos modelos diferentes de este tipo de embarcaciones y las bautizó como Ictíneo I e Ictíneo II. Considerado junto con Isaac Peral y Cosme Sanz como los pioneros en este tipo de tecnología, este es el cuarto submarino que lleva este nombre en servicio para la Armada.

El S-82 sigue los pasos del S-81 Isaac Peral, que entró en servicio en noviembre de 2023, permitiendo optimizar los plazos de construcción de las siguientes unidades. El programa completo ha proyectado cuatro submarinos, siendo el S-83 Cosme García el tercero de la serie, cuya puesta a flote está prevista a mediados de 2027 y su entrega a finales de 2028. Una característica que marcará la diferencia del S-83 es que será la primera unidad equipada desde su construcción con el sistema de propulsión AIP, cuya instalación se encuentra actualmente en fase de embarque en los astilleros de Cartagena y que permitirá que el submarino pueda operar durante mucho más tiempo bajo el agua de lo que podían hasta el momento los sumergibles. El cuarto y último submarino, el S-84 Mateo García de los Reyes, tiene proyectada su puesta a flote para finales de 2027 y su entrega a principios de 2030.

La Armada Española atraviesa un periodo crítico en sus capacidades submarinas, contando actualmente con el Galerna S-71 como único sumergible operativo junto con el S-81 Isaac Peral. Esta unidad, cuya botadura se remonta a 1981, se convirtió en febrero de 2024 en el último de la clase S-70. La avanzada edad del Galerna y las limitaciones tecnológicas de una plataforma diseñada hace más de cuatro décadas marcaban la urgencia de incorporar los nuevos S-80 Plus. El Isaac Peral, entregado en noviembre de 2023, aún no ha sido asignado operativamente, manteniéndose en fase de puesta a punto de sus sistemas de combate y sensores.

Submarino S-82A. CruzLa Razón

Esta situación de vulnerabilidad temporal en la capacidad submarina española hace que cada avance en el programa S-80 Plus adquiera una relevancia estratégica fundamental, especialmente en un escenario mediterráneo cada vez más complejo y con crecientes tensiones geopolíticas que exigen una presencia naval disuasoria y moderna. En este marco, los submarinos tienen un valor vital.

La clase S-80 Plus, diseñada y construida íntegramente por la sociedad pública Navantia, representa uno de los programas industriales más ambiciosos de la defensa nacional; en su construcción han participado más de 60 empresas españolas. Estos submarinos oceánicos disponen de 80,81 metros de eslora y un desplazamiento sumergido de entre 3.200 y 3.700 toneladas, configurados para misiones de larga duración alejadas de sus bases.

Su principal activo tecnológico reside en el sistema de Propulsión Independiente de Aire (AIP), basado en pilas de combustible de bioetanol. Esta innovación permite al sumergible permanecer entre 21 y 30 días sumergido a cuatro nudos sin emerger para recargar baterías, garantizando una discreción operativa clave. El mayor peligro de un submarino está en su necesidad de salir a la superficie, por lo que el tiempo operativo bajo el agua es clave para su ventaja estratégica.

Submarino S-82A. Cruz La Razón

Los submarinos de la clase S-80 Plus superan los 19 nudos en inmersión y alcanzan una profundidad de prueba de 460 metros. Su autonomía en superficie alcanza los 8.000 kilómetros, mientras que en inmersión pueden permanecer entre 30 y 55 días operativos. La tripulación está compuesta por 32 efectivos, con capacidad para transportar hasta ocho miembros de operaciones especiales para misiones que necesiten una gran discreción operativa. El proyecto requirió en su momento asistencia técnica del fabricante estadounidense General Dynamics Electric Boat para resolver los problemas de sobrepeso detectados. En las etapas iniciales del proyecto el equipo de diseño se dio cuenta de que el submarino pesaría unas 75 toneladas más de lo estimado, poniendo en peligro el proyecto entero. A pesar de ello, con la colaboración del equipo norteamericano pudieron rediseñarlo para ofrecer un sistema mucho más robusto del proyectado.

El armamento del S-82 incluye seis tubos lanzatorpedos de 533 milímetros para torpedos pesados de última generación. Destaca especialmente su capacidad para lanzar misiles antibuque y misiles de crucero Tomahawk, una prestación única en submarinos convencionales de la OTAN que lo hace singular. En sus entrañas se encuentra el SCOMBA (Sistema de Combate de los Submarinos de la Armada) que permite obtener información en tiempo real de diversas fuentes y tener una visión holística del escenario táctico. Este sistema está basado en el SUBICS de Lockheed Martin. Como sistemas de contramedidas incluye lanzadores de señuelos acústicos capaces de confundir torpedos enemigos mediante la replicación de la firma sonora del submarino, y permite sistemas de emisión de burbujas y dispositivos como contramedidas no acústicas.

Comparado con otras embarcaciones similares, se encuentran en Europa el Scorpène francés, mucho más compacto y con menor autonomía o el Type 212A alemán, concebido para aguas costeras. Así, el único que comparte vocación parecida es el Clase Soryu japonés, pero es incapaz de lanzar misiles de crucero Tomahawk como sí ocurre con el de Navantia.

Submarino S-82qA. CruzLa Razón

La incorporación de esta segunda unidad refuerza las capacidades de defensa submarina españolas en un contexto geopolítico marcado por crecientes tensiones. El Mediterráneo, tradicionalmente considerado un espacio de cooperación y estabilidad, se ha convertido en un teatro de competición estratégica donde confluyen intereses contrapuestos de múltiples actores. La presencia cada vez más activa de la flota rusa en el Mediterráneo Oriental, las tensiones en el Estrecho de Hormuz que afectan al suministro energético europeo, y el resurgimiento de rivalidades regionales en el Norte de África, han transformado este mar en un espacio donde la vigilancia y la disuasión resultan fundamentales.

Los submarinos de la clase S-80 Plus proporcionan a España una herramienta estratégica de primer orden en este escenario. Su capacidad para operar durante semanas sin ser detectados, combinada con el alcance de sus misiles de crucero, los convierte en un punto clave para la estrategia de la Armada. Además, su versatilidad operativa permite participar en misiones de inteligencia, vigilancia y reconocimiento, esenciales para mantener la conciencia situacional en áreas de interés estratégico.

La serie S-80 aporta un gran valor a la industria naval nacional como referente en construcción de plataformas militares de alta tecnología, demostrando la capacidad de desarrollo de sistemas de armas complejos con tecnología propia.