ETA

ETA aguarda un frente de izquierdas para cambiar la política de presos

La banda anunció su alto el fuego en el año 2011 a través de un vídeo que mandó a la BBC británica
La banda anunció su alto el fuego en el año 2011 a través de un vídeo que mandó a la BBC británicalarazon

La estrategia de la banda pasa por que Rajoy no revalide su mayoría absoluta en las próximas elecciones generales.

Han pasado cinco años de aquel comunicado, enviado por ETA a la cadena BBC, en plenas negociaciones de la banda con el Gobierno socialista con el apoyo de los nacionalistas del PNV, y su lectura acredita una cosa: los terroristas se han salido con la suya en el plano político.

No han ido más lejos gracias a la firmeza del Ejecutivo de Mariano Rajoy, que no hizo suyos los acuerdos que se habían establecido con los pistoleros, cortó cualquier vía negociadora y no frenó, sino que impulsó, la lucha de las Fuerzas de Seguridad contra los terroristas. Por ello, la estrategia de los pistoleros consiste en esperar al resultado de las próximas elecciones, que tendrán lugar, según todos los indicios, en diciembre, y que el Partido Popular no revalide la mayoría absoluta. Confían en que se forme un Ejecutivo presidido por los socialistas pero con el apoyo de fuerzas que condicionen su política antiterrorista, en especial en el asunto de los presos. En definitiva, volver a lo que ocurría en 2010 y 2011.

Operativamente, ETA está en el peor momento de su historia gracias a la labor de las Fuerzas de Seguridad españolas y francesas, que, sin embargo, todavía no han logrado incautarse de todas las armas y explosivos que la banda esconde en territorio galo y que no va a entregar ni destruir de una manera verificada por la Guardia Civil y la Policía. De pedir perdón a las víctimas ya ni se habla. Los terroristas, como se ha demostrado en las últimas operaciones, siguen yendo armados.

Las negociaciones que socialistas y nacionalistas mantenían con ETA en 2010 incluían la petición a los terroristas de la declaración de un alto el fuego definitivo, que se produjo un año después, el 11 de octubre. El fin último, en el plano político, de todo este asunto era que los socialistas pudieran vender a la opinión pública que habían logrado el fin de ETA y evitar así un triunfo por mayoría absoluta que ya se barruntaba de Mariano Rajoy al frente del PP. Los terroristas lo sabían bien y jugaban con habilidad esta baza siempre a favor de sus intereses criminales.

En el comunicado de 2010 que ahora, pasado el tiempo, se puede analizar con el respaldo de los hechos que se han producido, ETA afirmaba pomposamente que «es tiempo de asumir responsabilidades y de dar pasos firmes (en los siguientes puntos): en la articulación del proyecto independentista; en el camino de crear las condiciones para construir el proceso democrático (hacia la independencia del País Vasco con la anexión de Navarra); en la respuesta a la represión y en la defensa firme de los derechos civiles y políticos». «El cambio político es posible», agregaba la banda.

La legalización de Bildu y Sortu, una de las mayores victorias de ETA en su siniestra historia; lo ocurrido este año en Navarra, como consecuencia de esa legalización; la deslegitimación de las opciones «españolistas» en ambas comunidades autónomas, son algunas de las cosas que ha logrado el separatismo vasco de carácter radical.

En el comunicado, la banda reconocía implícitamente dichas conversaciones cuando se reafirmaba «en el compromiso con una solución democrática para que, a través del diálogo y la negociación, los ciudadanos vascos podamos decidir nuestro futuro de forma libre y democrática. Si el Gobierno de España tiene voluntad, ETA está dispuesta, hoy igual que ayer, para acordar los mínimos democráticos necesarios para emprender el proceso democrático».

Anunciaban ya la culminación de la estrategia de «internacionalización del conflicto», que se plasmó en la Conferencia de San Sebastián en 2011, al anunciar que «hacemos un llamamiento (a la comunidad internacional) para que responda con responsabilidad histórica a la voluntad y compromiso de ETA, para que tome parte en la articulación de una solución duradera, justa y democrática a este secular conflicto político». Por ello, ETA hacía «saber que ya hace algunos meses tomó la decisión de no llevar a cabo acciones armadas ofensivas». No era lo que le pedían socialistas y nacionalistas, pero era un paso.

Quienes anuncian un día sí, y el otro también, la derrota de ETA debían, según opinan expertos consultados por LA RAZÓN, reflexionar que la derrota del separatismo vasco de carácter violento no es la victoria sobre unas siglas, sino sobre el conjunto de este fenómeno que, aunque ha perdido algo de fuerza tras las últimas elecciones municipales y forales, ha logrado algo impensable como acceder al Gobierno de Navarra en una legislatura en la que se promoverá la unión con el País Vasco.

Estos hechos tampoco deben llevar al pesimismo, sino, agregan las mismas fuentes, a la convicción de que es necesario mantener la política de firmeza ante ETA y su entramado. Un cambio de estrategia, con cesiones, por ejemplo, en el asunto de los presos, supondría un auténtico desastre. No se puede olvidar, por más que ETA se presente con piel de cordero, que mantiene la amenaza de las armas y explosivos que tiene en su poder y que no guarda, por supuesto, con fines museísticos, sino para utilizarlos si, llegado el momento y según sus análisis, le conviniera hacerlo.

Al frente de ETA, tal y como adelantó LA RAZÓN, por las continuas detenciones que realizan las Fuerzas de Seguridad francesas gracias a la información que le aportan las españolas, está ahora una generación de huidos de Ekin, el comisariado político de la banda, con Mikel Irastorza como elemento más destacado, sin experiencia «militar», pero auténticos fanáticos en su separatismo radical.

Hasta conocer el resultado de las elecciones generales no se van a producir movimientos en la banda. Confían los actuales cabecillas en que Rajoy no revalide la mayoría absoluta y no logre formar gobierno, sino que lo hagan los socialistas con el apoyo de fuerzas que condicionarían la política antiterrorista, en especial en el asunto de los presos. Por eso, consideran que el silencio y la prudencia es lo más conveniente para quitar razones a la estrategia antiterrorista del PP .