Lucha contra ETA

ETA roba una furgoneta en el sur de Francia

La Policía gala alertó del hecho al tener indicios de que el modus operandi podría apuntar a la banda terrorista

Gendarmes galos, durante un control de carretera en el sur de Francia
Gendarmes galos, durante un control de carretera en el sur de Francialarazon

Los expertos suelen decir que la aparición de la «kale borroka» (terrorismo callejero) actúa como sustituto de los atentados de ETA y, en algunos casos, como acciones previas a que la banda (que es la que lleva ahora la batuta e imparte órdenes) cometa alguna acción de fuerza. Por otra parte, en un hecho que no se suele dar a la publicidad, el Centro de Cooperación Policial y Aduanera de Hendaya (CCPA) informó ayer del robo de un vehículo en la localidad francesa de Argelès-sur-Mer, al sur de Perpiñán, que podría haber sido, por el modus operandi, obra de ETA. El coche sustraído es una furgoneta Renault Master de color blanco, matrícula AW330QJ, según Efe. Los autores del robo circulaban en un Suzuki Vitara, según ha podido saber LA RAZÓN.

La detención por la Ertzaintza, para que cumplan condena, de varios miembros de Segi, que se encontraban «protegidos» por decenas de sus compañeros en pleno centro de San Sebastián, ha provocado la reaparición de este tipo de violencia, mal llamada de «bajo nivel», ya que causa numerosos daños y efectos desestabilizadores. El hecho de que se produjera durante bastante tiempo esa concentración para evitar los arrestos supuso, de facto, una provocación a la Justicia y a las Fuerzas de Seguridad.

Según han informado a LA RAZÓN fuentes antiterroristas, a lo largo del pasado fin de semana se han producido varias actos criminales de «kale borroka», entre ellos el corte de las contrapesas de una catenaria del trazado ferroviario en Erribera Beitia, en la provincia de Álava, lo que provocó que los trenes no pudieran circular por ese tramo y se produjeran retrasos.

En los manuales de la «kale borroka» que han manejado siempre las juventudes proetarras, el corte de catenarias figura entre los ataques considerados como más fuertes, por las consecuencias que producen al afectar a los ciudadanos y causar daños económicos de consideración.

Por otra parte, la Ertzaintza detuvo en San Sebastián a cuatro personas que habían colocado una cadena, y lanzado aceite a la calzada, con el fin de impedir el tráfico en el Paseo de la Concha. Este tipo de actuaciones, según las citadas fuentes, están muy lejos de la «resistencia pasiva» que la «izquierda abertzale» preconizaba en señal de protesta y suponen un «salto cualitativo» de vuelta de la violencia.

A esto hay que sumar las pintadas aparecidas en algunos «batzokis» (sedes del PNV) y la auténtica persecución que jóvenes proetarras realizaron del miembro de este partido y concejal en San Sebastián, Eneko Goia. Hechos como éste no se registraban desde hace mucho tiempo en el País Vasco y suponen una vuelta a la intimidación y a la estrategia de intentar imponer el miedo entre los sectores democráticos de la sociedad.

El portavoz del Gobierno vasco Josu Erkoreka, en declaraciones a Europa Press, se manifestó «preocupado» por los ataques de «kale borroka», pero los atribuyó a las «tensiones internas» que existen en la «izquierda abertzale». «Tendrán sus tensiones internas. Inevitablemente habrá vaivenes, e idas y venidas. Yo abrigo la esperanza de que las idas sean más impetuosas que las venidas, y que las venidas sólo sean una manera de preparar e intentar superar los obstáculos de la ida siguiente», apostó.

En cualquier caso, descartó una vuelta atrás que implique que ETA vuelva a atentar y que la izquierda abertzale «vuelva a jalearla y a darle cobertura». Los expertos consultados por este periódico no se muestran tan seguros como el político peneuvista y creen que la banda prepara una acción de fuerza para tratar de forzar al Gobierno a que negocie lo que los terroristas llaman las «consecuencias del conflicto».

Sobre las pintadas aparecidas en los «batzokis» de Baracaldo, San Sebastián, en el barrio de El Antiguo, Gorliz y Alsasua, Erkoreka lamentó que actúen de ese modo «los nuevos demócratas, con los viejos métodos de siempre». No es la primera vez que se produce un rebrote de esas actitudes. En las elecciones municipales y forales de 2011, los carteles de algunos partidos fueron alterados con pegatinas rojigualdas.