España
ETA se niega a dar el poder a Bildu y le recuerda que la «tregua» es una táctica
LA RAZÓN accede al documento de la banda del 30 de junio. El texto que refleja el debate interno de la banda defiende que la negociación es un arma
Una de las razones de la repetición del debate interno en el seno de ETA, que, en teoría, terminó el pasado 30 de junio, está en la definición sobre el papel que debe jugar la banda en el futuro (incluida la «lucha armada»), ya que los pasos previstos en el «proceso» no se han cumplido, en especial sobre los presos».
Una de las razones de la repetición del debate interno en el seno de ETA, que, en teoría, terminó el pasado 30 de junio, está en la definición sobre el papel que debe jugar la banda en el futuro (incluida la «lucha armada»), ya que los pasos previstos en el «proceso» no se han cumplido, en especial sobre los presos».
Aunque la confrontación se centra en las organizaciones del entramado, cualquier ruptura afectaría, sin duda, a la banda.
Algunos expertos dan por cerrada la hipótesis de la vuelta al terrorismo (aseguran que nadie presentó una enmienda a la totalidad en este punto), pero son mayoría los que recomiendan prudencia, sobre todo porque la banda tiene siempre abierta la vía de crear una «escisión», perfectamente controlada, para presionar de una forma violenta.
De hecho, en el documento base que ha servido para el debate interno, de 60 folios, al que ha tenido acceso LA RAZÓN, se reconocía que las treguas, fin de la lucha armada o como se les quiera llamar, tienen carácter táctico.
El problema en el seno de ETA y su entramado es que la decisión, anunciada en octubre de 2011, de dar por finalizada la «lucha armada» se adoptó entre 15 y 20 individuos (incluidos la banda y su brazo político). Es decir, sin consultar con las bases y, en especial, con los presos. Por ello, los que habían tomado dicha decisión se vieron obligados a redactar el referido documento, firmado por una «Comisión de Dirección», para someterlo a debate.
Estaba fechado en marzo de 2012 y en él se incluían unos plazos (todo el debate debía finalizar en diciembre del año pasado) que, dadas las discrepancias internas, tampoco se pudieron cumplir. Por ello, se amplió hasta junio, todo dentro de un ambiente de gran enfrentamiento en el seno de ETA y las organizaciones de su entorno que, según expertos consultados por LA RAZÓN, no hace augurar un acuerdo lo suficientemente amplio como para garantizar, no la desaparición de la banda (que está descartada), sino para que el independentismo vasco de carácter violento (con otro nombre o una escisión) no se pueda hacer presente en algún momento.
En el documento de marzo de 2012 había dos referencias que, según las fuentes consultadas por este periódico, resultan muy clarificadoras de la estrategia que subyace en el seno de todo el mundo de ETA. Los que redactaron el papel no se atrevieron a dejar fueran asuntos tan importantes para la banda a lo largo de su siniestra historia.
Por un lado estaba la negociación, que se presentaba como «arma más contra el enemigo». Es decir, que en el caso impensable de que los gobiernos de España y Francia hubieran aceptado sentarse con los terroristas en Noruega, el planteamiento de los pistoleros estaba claro. «La totalidad del proceso de negociación se debe caracterizar como modelo de lucha para llevar adelante nuestros objetivos principales. La negociación no es un objetivo o una representación de la lucha, sino un medio para ampliar más la misma. Debe ser parte de una completa estrategia para hacer moverse al enemigo».
Con ser preocupante lo relativo a lo que piensan de la negociación, tampoco se debe desdeñar lo relativo a las «treguas», que son «una opción táctica». De momento, la «Comisión de Dirección» hacía una apología del terrorismo, al señalar que «cabe subrayar la aportación fundamental de la lucha armada. Es algo sabido que la lucha armada constituye un instrumento de lucha para conseguir nuestros objetivos políticos y, en estas décadas, ha sido notable su eficacia para hacer frente a la represión y para la creación de nuevas condiciones». A continuación, subrayaban que «el análisis político de cada época nos ha conducido a tomar unas decisiones concretas, realizando en algunas ocasiones interrupciones tácticas (entre las que se puede incluir la anunciada en octubre de 2011, porque, si no es así, ¿para qué tanto debate?), en otras abriendo o cerrando frentes. Con la perspectiva, en todo momento de que se produjeran avances en nuestros objetivos políticos. Podemos decir de forma orgullosa pero humilde que los logros que hemos acumulado los hemos podido conseguir gracias a la estrategia político-militar y que dichos logros constituyen el combustible principal para capitalizar nuestra lucha».
Según las fuentes consultadas por este periódico, uno de los asuntos que no gustó a muchos militantes etarras, en especial en el mundo de los presos y los sectores más radicales, es que se le retirara a la banda el papel de «vanguardia», y se le diera a la «izquierda abertzale» que, a la vista de los últimos documentos internos (véase la edición de LA RAZÓN de ayer) no ha sabido administrar. El documento señalaba que Bildu, Amaiur y Sortu debían tomar el protagonismo principal, «tomando bajo su responsabilidad la jefatura política del proceso».
Una vez finalizado el plazo para que los miembros de ETA formularan sus aportaciones al nuevo informe elaborado por la «Comisión de Dirección», las «cartas están sobre la mesa». El documento que han discutido ahora recoge gran parte del contenido del primero, pero los cabecillas, obligados por los que critican la forma en que se ha llevado a cabo el «proceso» bajo la dirección de los «otegi», no han tenido más remedio que incluir la realidad de que no han logrado imponer la «hoja de ruta». Y, lo que es más destacable, que ello ha suscitado muchas dudas y preocupación en muchos militantes, que ya no ven clara la apuesta realizada. Lo que, a sensu contrario, demuestra que los gobiernos de España y Francia han acertado al negarse a negociar con la banda terrorista.
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