División en la derecha

Feijóo pide pasar de Vox: «No entremos al trapo»

A tres semanas de las extremeñas, Abascal redobla los ataques y centra su campaña contra María Guardiola

El presidente de Vox, Santiago Abascal, en un acto público en Trujillo CARLOS CRIADO/ EUROPA PRESS 01/12/2025
Abascal asegura que el PP convoca una manifestación "para disimular" que no quiere presentar moción de censuraCARLOS CRIADO/ EUROPA PRESSEuropa Press

A la condena del fiscal general del Estado, el informe de la UCO que desveló el sistema de mordidas del que –supuestamente– se benefició Santos Cerdán, la derrota del Gobierno con el techo de gasto, la entrada en prisión de José Luis Ábalos y Koldo; el Partido Popular respondió este domingo con una manifestación en Madrid que Vox boicoteó.

La primera y la tercera fuerza de España, en el momento más crítico de la legislatura, reman en direcciones contrarias. Con ataques cruzados. Y repetidos. Los populares acusan a Vox de convertirse en muleta de Sánchez y conformar una «pinza» con el PSOE. Vox acusa a los populares de tejer una alianza con el PSOE. Aunque entre Génova y Ferraz la relación es peor que mala: no existe.

En menos de tres semanas, se celebrarán las elecciones en Extremadura. PP y Vox se presentan como rivales. Santiago Abascal, que no es el candidato pero ha borrado del mapa a su cabeza de cartel, basa su campaña en un ataque permanente a la presidenta María Guardiola. Y, de paso, a Feijóo, al que ahora reprocha que no presente una moción de censura.

«Es una equivocación del señor Feijóo y que las convocatorias de movilizaciones que hace sólo pretenden tapar esa irresponsabilidad que tiene como primer partido de la oposición que no ejerce en el Congreso de los Diputados». Pero no se quedó ahí. Le llamó poco menos que hipócrita por salir a la calle contra la corrupción cuando, en este momento, al PP le ha estallado un caso en Almería.

«Es sorprendente que el PP se atreva a convocar esa manifestación precisamente cuando ha sido desmantelada esta misma semana, por motivos de corrupción, la organización del PP en Almería». Dicho esto, y consciente del respaldo que tuvo la movilización orquestada por su contrincante, añadió: «Quiero manifestar todo mi respeto a los españoles que se manifestaron». Pero, prosiguió: «Y a la vez todo mi reproche a los dirigentes del PP que estafan a los españoles y que convocan manifestaciones que sólo sirven para que nos demos el gusto, enarbolemos nuestras banderas, pero en realidad no sirven para echar a Pedro Sánchez a la calle».

Lo cierto es que el pasado domingo, de forma paralela, la facción juvenil de Vox, Revuelta, convocó una protesta frente a Ferraz que acabó el aborto. Fue Isabel Díaz Ayuso la que escribió en su cuenta de X: «No parece raro que Vox haya promovido una nueva trifulca, seguramente para restar protagonismo y fuerza a miles de ciudadanos de bien, a quienes agradecemos nuevamente su confianza. Vox trabaja para Sánchez hasta en domingo».

Sin embargo, Alberto Núñez Feijóo ha pedido a los suyos que no formen parte de una guerra civil en la derecha contra Vox, que acaba de aupar como presidente de la Generalitat en la Comunidad Valenciana al popular Juanfran Pérez Llorca.

«No hay guerra civil porque nosotros no queremos ir al frente», zanjan fuentes populares. «No vamos a entrar al trapo», añaden colaboradores próximos al líder popular, donde incluso ven con buenos ojos la estrategia de Abascal. Porque ayuda a tender la red entre los electores más templados. «Nos centra».

Para el nuevo ciclo electoral, Vox se ha venido arriba con los pronósticos y Abascal ya habla, directamente, de la posibilidad de superar al PP. Aunque no hay ni un solo sondeo, caso de Extremadura, que le acerque siquiera a la segunda posición, que es el PSOE. Según los datos que manejan los populares, la distancia con Vox es de casi un 30%. Aunque la realidad es compleja, porque el partido verde, como defendió en estas páginas el presidente andaluz, Juanma Moreno, «ni come ni deja comer».

Curiosamente, si antaño era el PP quien no quería ni escuchar hablar de un hipotético gobierno de coalición con Vox en ninguna parte, ahora es Vox el que descarta de plano pisar moqueta en alguna administración. Su juego consiste en que los dirigentes del PP dependan de sus votos y, cada vez que los necesiten, tengan que abrir bien la boca para tragarse sapos enormes de grandes.

Para Extremadura, el PP se ha propuesto cosechar una «mayoría suficiente». Que la suma de todos sus diputados superen a los de la izquierda. Para que, así, baste con la abstención de Vox. La fórmula la puso de moda Ayuso en el 21. Y Vox aceptó. Aunque las tensiones no auguran facilidades de algún tipo por parte de Vox.

Aunque ha decidido tumbar dos Presupuestos consecutivos, ayer Abascal acusó a Guardiola de apretar el botón electoral por un «capricho, sin causa de fuerza mayor y «gastándose el dinero que no le pertenece». Palabras que agitan las aguas en el tiempo de descuento.