LA RAZÓN DE... Feijóo

Feijóo: «Sánchez debería dimitir porque es imposible delinquir sin él»

La metamorfosis del líder del PP en el foro de LA RAZÓN: de oposición a alternativa: «Estoy radicalmente en contra del frentismo. El PP gobernará»

LA RAZÓN de... Alberto Núñez Feijóo, fue, más bien, su metamorfosis. De oposición a alternativa. Con el firme convencimiento de que un tiempo nuevo está por llegar. Y será él, y nadie más que él, quien lo encabece. Nadie sabe cuándo serán las próximas elecciones, pero el reloj de arena se dio la vuelta este verano, el 23 de julio, cuando la legislatura más estéril de la democracia –todavía no hay Presupuestos a la vista–alcanzó su ecuador.

Desde entonces, el rosario de escándalos judiciales, los fallos multiorgánicos del Estado: en los trenes, en la vivienda, en la energía y hasta en las pulseras telemáticas de los agresores sexuales, alientan la idea de un cambio de ciclo político. Si a perro flaco todo son pulgas, el acto en la sede de este diario ya era el primer titular de la jornada: medio millar de personas. Representantes de las principales compañías españolas, del mundo de la empresa, de la sociedad civil, de la política.

Ante todos ellos, el presidente del Partido Popular, pronunció un discurso decisivo, determinante, que comenzó con la reafirmación. A los que le atacan por «demasiado moderado» y los que lo hacen por «muy radical», un matiz: «Ni duros, ni blandos. Firmes y sólidos». La primera de las tres reflexiones que quiso trasladar. La segunda: el partido que dirige es un partido de Gobierno. Y la tercera y última: siempre contra el frentismo. «A los españoles que se preguntan qué va a ser de ellos cuando el PP llegue al Gobierno, que llegará», un mensaje de esperanza: «Todos estarán en mi lado, porque no habrá ningún muro».

Contra la crispación

Hubo un momento en el que la parroquia pepera congregada en el acto: el alcalde de Madrid, presidentes autonómicos; la plana mayor, en definitiva, se echó las manos a la cabeza. «Estoy radicalmente...». Palabra proscrita. «Estoy radicalmente en contra del frentismo», el resoplido del personal casi ahuyenta de golpe la nube que se cernía sobre Madrid, y que no llegó a romper. La crispación. «Creo que una sociedad dividida y enfrentada compromete gravemente el desarrollo de mi país».

Núñez Feijóo cargó contra los que usan a «las víctimas inocentes de un conflicto global», por Gaza, o las «víctimas de catástrofes», por la Dana y los incendios, o a «cualquier persona o colectivo susceptible» para «servir a sus intereses». Por eso, pidió poner fin al «sinsentido en la política española» y pidió «dotarla de sentido». Ha llegado el momento. «De empezar a pensar desde la política y el Gobierno en el bien común».

Y añadió: «No defiendo causas para enfrentarme a nadie, defiendo ideas para mejorar mi país». Causas como: «Limpieza en la gestión, aligerar cargas a los agricultores, inversiones en infraestructuras, gratuidad para las escuelas infantiles, un Pacto Nacional sobre el Agua», la necesidad de «reforzar la seguridad y ser implacables contra los delincuentes» y, por supuesto, «la protección a las mujeres amenazadas por sus agresores», dardo al segundo gazapo del Ministerio de Igualdad, el fallo de las pulseras telemáticas. En nada de esto, apuntó, «hay polarización ni división», sino «sentido común, inconformismo, servicio público, voluntad de reparar la política» y, sobre todo,, ganas de «mejorar» España, tan necesitada de «certezas, no más promesas».

El cerco judicial de Sánchez

No quiso dedicar mucho tiempo a disparar contra el adversario. Pero después de una nueva jornada repleta de titulares, «avalancha de información», sobre las novedades en la investigación que tiene en la picota a Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno, no había más remedio: «Cada vez que los hechos desmienten que no hay nada, es que están todos implicados. Sánchez no sólo debería dimitir por estar rodeado de presuntos delincuentes, sino porque es imposible delinquir sin él».

Sobre el cerco judicial, reconoció: «Nos rebelamos, como la mayoría de la gente, contra las anomalías que se se han instalado en España». Eso sí, advirtió que no basta con la protesta. No le hizo falta usar las manos para propinar semejante revés a Santiago Abascal. «La indignación que tiene miedo a gobernar es un fraude que sólo favorece a la coalición de intereses que malgobierna a España. Para que no sea estéril, la indignación no puede acabar en la protesta, sino en la propuesta».

Desde aquel congreso nacional del mes de julio, el PP anda inmerso en esbozar una agenda de gobierno. Soluciones a los problemas. Y dar la batalla cultural. «Que nadie cuente con mi partido para convertir en tabúes problemas reales que preocupan a los españoles». Del mismo modo: «Que nadie cuente con mi partido para que solo nos limitemos a agitarlos». Inmigración. «Omitir los problemas no los hace desaparecer, sino que los agranda y los hace irresolubles».

La inmigración ilegal

Sobre esta «filosofía», destacó, su partido aborda el fenómeno migratorio. «El PP acepta el debate, porque está en la calle. Y la calle necesita tener respuestas», preludió. A partir de ahí: «Basta de simplismo». Pero sintetizó su propuesta en «orden y legalidad». Eso, expuso, «es tan compatible con el rechazo sistemático a cualquier clase de inmigración, como la aceptación de una política de puertas abiertas sin control ni criterio». De lo que se trata, puntualizó, es de «poner orden donde hay descontrol» y de «asegurar la legalidad donde hoy se incumple».

Para ello, hay que «dotar de nuevas normas donde hoy existen lagunas». Caso del «visado por puntos» propuesto el pasado fin de semana en la cumbre de barones que se celebró en la Región de Murcia. Otras medidas: «Control de fronteras, incentivar la vía legal de entrada y desincentivar la vía ilegal, tolerancia cero con el delito, clarificar las oportunidades y las exigencias y que contribuir tiene que ser la vía para permanecer». La inmigración «bien gestionada, es una oportunidad». El modelo actual, zanjó: «Genera desigualdades y problemas».

Para rematar, Feijóo empeñó, ni más ni menos, que el valor de su palabra. «En cada compromiso. Me vinculo en él. Porque es hora de devolver la confianza con hechos». Ejemplos. «Donde gobernamos, cumplimos. En Andalucía, en Galicia. Es hora de hacerlo en toda España y garantizo que también lo haré». Con «toda humildad», consideró: «Sólo mi partido puede ofrecer esto». De las tenazas de PSOE y Vox se zafó con rotundidad, sí; y con mesura. «Hoy el Gobierno es el mayor lastre que tiene nuestro país. Hoy el PSOE es el problema», diagnosticó. «Vox tal vez sea un síntoma de ese problema. Y sólo el PP es la solución». No duró más de un cuarto de hora su alocución. España y españoles, las dos palabra más repetida. Después, Gobierno, seguida de Partido Popular. Y finalmente: problemas y respuestas.